martes, 30 de junio de 2009

Emeterio Ureña, realista de política tolerante

Natural de Medina de Río Seco, pueblo de la provincia de Valladolid, de la comunidad de Castilla-León, se desempeña como oficial del Ejército español activo en Venezuela durante la Guerra de la Independencia. Gobernador de la provincia de Cumaná entre agosto de 1812 y comienzos de 1813. Tras comenzar su carrera como cadete en su país natal, ya para 1798 era capitán. Sirvió en la isla de Santo Domingo, donde contrajo nupcias con una dama de esa colonia. Combatió contra los franceses invasores de su patria, hallándose en la batalla de Bailén (1808). Ascendido a teniente coronel, fue nombrado en octubre de 1809 comandante militar de La Guaira, cargo que asumió en febrero de 1810. A raíz del triunfo del movimiento del 19 de abril de ese mismo año fue arrestado y sustituido en la Comandancia por el militar venezolano Juan de Escalona. Asimismo, al negarse a acatar a las nuevas autoridades, fue expulsado a Puerto Rico, junto con su esposa e hijos. De allí pasó a Coro, donde se incorporó a la lucha en favor de la causa realista.
Después de la caída de la Primera República a mediados de 1812, las autoridades republicanas de Cumaná decidieron someterse al mando del jefe realista vencedor, Domingo de Monteverde y enviaron ante éste a unos comisionados que solicitaron el envío de un gobernador. Monteverde nombró a Ureña para aquel cargo el 31 de agosto de 1812. Hacia comienzos de octubre de ese mismo año, fue jurada la Constitución de Cádiz en Cumaná. Descontento Monteverde por la política tolerante que seguía Ureña, le escribió el 30 de octubre ordenándole poner presos a los que habían participado en el movimiento revolucionario de 1810-1812, comenzando por Manuel Villapol. No obstante, Ureña se negó a cumplir esta orden y así se lo manifestó a Monteverde el 17 de noviembre, apelando al mismo tiempo ante la Real Audiencia (establecida entonces en Valencia o Puerto Cabello) para que se cumpliese lo ofrecido a los revolucionarios que se habían rendido de buena fe. Aunque la Audiencia aprobó más tarde el proceder de Ureña, Monteverde había enviado a Cumaná, con poderes especiales, al teniente Francisco Javier Cervériz, quien, pasando por encima de la autoridad del gobernador, se puso de acuerdo con los realistas más radicales de la ciudad, y la misma noche de su llegada, el 15 de diciembre de 1812, arrestó en el cuartel a 20 personas que luego fueron enviadas a La Guaira con grillos. El gobernador Ureña protestó, pero las persecuciones siguieron a pesar suyo y a comienzos de 1813 Monteverde lo destituyó y nombró en su lugar al coronel Eusebio Antoñanzas, quien junto con Cervériz, continuó la severa represión contra los patriotas venezolanos. Ureña quedó marginado y fue acusado por Monteverde ante las autoridades de España.
El 3 de mayo de 1815, Fernando VII dispuso que las autoridades de Caracas averiguasen el origen de las desavenencias entre Monteverde y Ureña, y que si éste resultare inocente, se le repusiera en la Comandancia de La Guaira. Así se hizo el 27 de noviembre de 1816. Además de esas funciones, se le encomendaron también las de teniente de rey interino, es decir, sustituto o suplente, en caso necesario, del capitán general. A fines de 1817 fue condecorado por el Rey con la cruz de la orden de San Hermenegildo. A mediados de agosto de 1819 continuaba desempeñando en La Guaira y Caracas aquellos cargos militares. Se ha escrito que en 1817 fue nombrado gobernador militar y político de la provincia de Antioquia, en la Nueva Granada; si fue así, probablemente no llegó a posesionarse de ese cargo.
Este español que nace en 1760, desnace en 1819, cumpliendo un transito distinguido por la dignidad.
Imagen: Castillo de Cumaná
Referencia: Fundación Polar. Diccionario de Historia de Venezuela.

viernes, 26 de junio de 2009

Antonio de Mata Guzmán, abuelo de Guzmán Blanco

Nace en 1769 en Jaen, España, llega a Venezuela con el gobernador y capitán general Manuel Guevara Vasconcelo en 1799. Al ocurrir los sucesos del 19 de abril de 1810, ostentaba el grado de Capitán del batallón de Infantería de la Reina, de guarnición en Caracas. Se somete a las órdenes de la Junta establecida ese día, pero pronto participa en la conspiración realista acaudillada por Francisco, Manuel y José González. Fracasada, fueron hechos presos. En la cárcel, Guzmán contrae matrimonio con la caraqueña Josefa Agueda García el 4 de diciembre de 1810.Con ella ya tenía dos hijos, Antonio Leocadio y Juana de Mata.
Estando preso en el castillo de Puerto Cabello en 1812, participa a favor de la sublevación prorrealista en contra del coronel Simón Bolívar y tras el triunfo es nombrado segundo comandante de Puerto Cabello.
En 1815 es ascendido a teniente coronel por Pablo Morillo y en 1816, tras haber enviudado, contrae matrimonio con Juana Josefa Mirabal, quien le da tres hijos, Fernanda, Encarnación y Jesús María. Entre 1815 y 1820 se encuentra en la guarnición de Caracas y entre enero y junio de 1821 es teniente del Rey, o sea, segundo jefe de la Gobernación y Capitanía General de Venezuela. Ejerciendo ese cargo enfrenta el asedio que planta sobre Caracas José Francisco Bermúdez como parte de los planes del Libertador para distraer tropas realistas y evitar su concentración en Carabobo.
Tras el triunfo patriota, se dirige a Puerto Rico, lugar donde fallece el 15 de setiembre de 1828.
Desde 1810 firmaba “Don Antonio de Guzmán”, sin de Mata. Fue padre de Antonio Leocadio Guzmán, publicista fundador del diario El Venezolano y del Partido Liberal precursor de la Guerra Federal venezolana, y abuelo de Antonio Guzmán Blanco, jefe destacado del Movimiento Federal y Presidente de Venezuela por varios períodos y uno de los personajes más estudiado de nuestro convulsionado siglo XIX.
Imagen: Guzman Blanco y Antonio Leocadio Guzmán.
Bibliografía: Fundación Polar. Diccionario de Historia de Venezuela.

lunes, 15 de junio de 2009

"¿A qué ha venido?" "A cobrarle el desayuno"

Hombre de costumbres austeras y de gran carácter, el doctor José de Jesús Paúl Garmendia se enemistó con el General Guzmán, en cuyo gobierno servía. Paúl, alejado de la cosa pública por completo, estableció una pulpería en Las Adjuntas, la cual personalmente, regentaba. Guzmán Blanco, que solía visitar el pueblo de Antímano, llamado pomposamente por aquel tiempo el Versalles de Venezuela, se detuvo en el negocio y siguiendo la costumbre que se había impuesto, el Doctor Paúl le atendió en persona. Sorprendido Guzmán hubo de preguntarle:
-Doctor Paúl, ¿qué hace Ud. en este modestísimo establecimiento?
-Pues ganarme con decoro la vida.
Pidió Guzmán Blanco un desayuno y se lo sirvió el mismo Paúl. Le exigió el primero que pasase por Caracas para hablar con mayor detenimiento; accedió el segundo y durante la entrevista que tuvieron, Guzmán le expuso los maravillosos planes que tenía para la regeneración y el progreso del país e invitó insistentemente a Paúl para que con él colaborase, a lo cual negose de manera categórica.
Un poco molesto Guzmán Blanco por la repulsa, inquirió:
-"Y entonces, doctor Paúl, ¿A qué ha venido?"
-"A cobrarle el desayuno".
Imagen: Casa de Guzmán Blanco en Antimano, en la actualidad.
Bibliografía. Carreño, Eduardo. Vida anecdótica de venezolanos. Editorial Crisol. Caracas 1948.


"Bendigo a la Divina Providencia que me permite conocer al moderno Carlo Magno"

Con el fin de zanjar las dificultades por la renuncia del Arzobispo Silvestre Guevara y Lira, la Santa Sede nombró a Monseñor Roque Cecchia Delegado Apostólico para entenderse con el Gobierno de Venezuela sobre la organización eclesiástica.
Llegó el Nuncio a La Guaira y el Presidente Guzmán Blanco se opuso a que desembarcase. Entonces el Nuncio le dirigió un mensaje telegráfico, donde le manifestaba el deseo suyo de que sólo quería hacer una corta visita a Caracas para admirar el recién construido templo de Santa Ana, uno de los más hermosas de América, obra de Guzmán Blanco.
Enorgullecido el Presidente, al convenir en el desembarco se avino también a celebrar una entrevista con el Delegado Apostólico, no en Caracas sino en Macuto, a donde el General debía trasladarse por aquellos días. El Delegado, junto con el doctor Vicente Parejo, quiso adelantarse en el camino para saludar al Presidente; llegó hasta Pariata, en las afueras de Maiquetía. Fue allí donde Monseñor Cecchia, al avistarse con Guzmán Blanco, hubo de colmar su vanidad desmedida, con esta hiperbólica frase:
"Bendigo a la Divina Providencia que me permite conocer al moderno Carlo Magno".
Imagen: Arzobispo Silvestre Guevara y Lira
Bibliografía. Carreño, Eduardo. Vida anecdótica de venezolanos. Editorial Crisol. Caracas 1948.

Despojo de la inmunidad parlamentaria a un Senador por el estado Trujillo


El Dr. Diego Bautista Urbaneja, a la sazón Ministro de Relaciones Interiores, acusó ante la Cámara del Senado al Dr. Eusebio Baptista, Senador por el Estado Trujillo, de falta de respeto al General Antonio Guzmán Blanco, Presidente de Venezuela, en cuyo nombre denunciaba el hecho para la reparación debida. Baptista, hombre de carácter integérrimo y de limpias ejecutorias, era enemigo de Guzmán Blanco; en Congresos anteriores había censurado algunos contratos hechos durante su administración, por lo cual el Autócrata le tomó cierta Ojeriza. Las crónicas de la época se refieren a lo acaecido. Se hallaba Guzmán Blanco en la esquina de San Francisco, entre partidarios y servidores, cuando acertó a pasar por allí el doctor Baptista. Al avistarse mediaron palabras descompuestas; y como al regresar Baptista de la Imprenta Bolívar, situada entonces en la esquina de Sociedad, encontrábase el Primer Magistrado en el mismo punto, se renovó el enojoso incidente. Cuando Guzmán Blanco notó que Baptista bajaba de la acera, le dijo con voz enfática:
Ese necio quiere alucinar al Congreso con sofismas... sí... quiero que me oiga. Al oír estas palabras, el Senador por Trujillo se detuvo y quedose mirando con fijeza al Presidente, quien se abalanzó hacia él para preguntarle en tono iracundo:
-¿Qué hace Ud. allí?
-Estoy en la calle, Señor. No es permitido estar en la calle?
-Sí, pero eso es una provocación.
-No, señor; estaba oyéndolo a usted.
-Usted ha debido seguir su camino; me ha faltado el respeto y debe ir preso.
Hubo intervención conciliatoria de algunos individuos cuando Guzmán Blanco dio la orden a un Oficial para que condujese a la cárcel al doctor Baptista, quien quedó momentáneamente en libertad; pero después de la denuncia del Ministro de Relaciones Interiores, la Cámara dispuso que se le expulsase de su seno para instaurar el proceso y someterlo a juicio, como se le sometió en efecto.
Años más tarde, la misma Cámara levantó la sanción de su Acuerdo del 5 de abril de 1881, en virtud del cual había despojado al Senador por Trujillo de su inmunidad parlamentaria y de los derechos que por ejercicio del cargo le correspondían y declaraba ahora "que el doctor Baptista por su entereza republicana merecía bien de la patria".
Imagen: Dr. Diego Bautista Urbaneja con Guzmán Blanco.
Bibliografía. Carreño, Eduardo. Vida anecdótica de venezolanos. Editorial Crisol. Caracas 1948
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domingo, 31 de mayo de 2009

Junio

El nombre junio se una en castellano desde el año 1211. Viene del latín Iunius, sexto mes del año de nuestro calendario, que correspondía al cuarto mes en el antiguo calendario romano. Tiene 30 dias.. Según el Diccionario de Autoridades (edición de 1732) se le dio este nombra porque estaba dedicado a los juniores del pueblo, es decir, los menores de edad.
Se le representa simbólicamente mediante un cangrejo (Cáncer), también con un segador manejando su guadaña o transportando heno.
Existe otra representación entre los griegos: Faetón es hijo de Helio, el dios-sol. Faetón se desprende del cielo por imprudente, por pretender conducir el carro de su de su padre. En este sentido simboliza una aspiración por encima de las posibilidades.
En la mitología griega Faetón o Faetonte (en griego antiguo Φαέθων Phaéthôn, ‘brillante’, ‘radiante’) era hijo de Helios.
Faetón alardeaba con sus amigos de que su padre era el dios-sol. Éstos se resistían a creerlo y Faetón terminó acudiendo a su padre Helios, quien juró por el río Estigia darle lo que pidiera. Faetón quiso conducir su carruaje (el sol) un día. Aunque Helios intentó disuadirle, Faetón se mantuvo inflexible. Cuando llegó el día, Faetón se dejó llevar por el pánico y perdió el control de los caballos blancos que tiraban del carro. Primero giró demasiado alto, de forma que la tierra se enfrió. Luego bajó demasiado, y la vegetación se secó y ardió. Faetón convirtió accidentalmente en desierto la mayor parte de África, quemando la piel de los etíopes hasta volverla negra. Finalmente, Zeus fue obligado a intervenir golpeando el carro desbocado con un rayo para pararlo, y Faetón se ahogó en el río Erídano (Po). Su amigo Cicno se apenó tanto que los dioses lo convirtieron en cisne. Sus hermanas, las helíades, también se apenaron y fueron transformadas en alisos o álamos, según Virgilio, convirtiéndose sus lágrimas en ámbar.
La moraleja de la historia es un añadido posterior. En las primeras referencias homéricas Faetón es simplemente otro nombre del propio Helios. La sustitución de éste por Apolo como dios-sol sucedió más tarde que esta leyenda.
El tema de la estrella caída debe haber sido familiar en Israel, pues Isaías se refiere a él cuando amonesta al rey de Babilonia por su orgullo. La Enciclopedia Judía cuenta que «es obvio que el profeta, al atribuir al rey babilonio un exceso de orgullo, seguido de su caída, tomó la idea prestada de una leyenda popular relacionada con la estrella de la mañana». La imagen de la estrella caída reaparece sin nombre en el Apocalipsis de Juan. En el siglo IV Jerónimo tradujo ‘estrella de la mañana’ por «Lucifer», llevando el elemento mítico de la estrella caída a la mitología cristiana.
Imagen: La caída de Faetón, de Johann Liss, principios del siglo XVII.

Quitiplás: instrumento musical mirandino

Se emplea en las poblaciones del estado Miranda, con este instrumento los nativos forman una batería para acompañar los bailes o danzas de origen africano. Está compuesto por un conjunto de cuatro tubos de bambú, cortados junto a un nudo para que éste sirva de base y no se desflequen.
Pertenece al grupo de los idiófonos de golpe directo. El mayor de los tubos se distingue con el nombre de Macho o Pujao y uno menor con el nombre de Hembra o Prima. Cada uno de ellos requiere de un ejecutante que proceda a golpearlo rítmicamente contra el suelo cubriendo y destapando a la vez, alternativamente, la boca del tubo con la palma de la mano para variar así la altura del sonido. Los otros dos tubos más pequeños, son ejecutados por una sola persona, pues éstos son golpeados entre sí. El nombre de este instrumento es tomado del sonido característico del mismo, el cual al ser ejecutado repite onomatopéyicamente la palabra Qui-Ti-Plas.
Entre los instrumentos musicales empleados por nuestro pueblo, los membranófonos conservan un lugar preponderante en todas las ceremonias y fiestas, especialmente en las regiones de Barlovento, Puerto Cabello y el Zulia.
Alguien ha dicho que el tambor debe su difusión a que es el instrumento que mejor representa los latidos del corazón y quizás sea por ello su empleo en todos los tiempos como medio de comunicación, en las guerras, en las ceremonias rituales, en las fiestas populares, etc.
El maestro Juan Pablo Sojo nos describe los tipos de tambores más comunes en nuestro país. Todos tienen origen africano. Son ellos el Mina o Daborneyano, la Curbeta, (éstos para el baile colectivo). El Bantú, para el baile de parejas, y los Culepuyas que se dividen en Pujao, Bordón y Tiple.
Nos dice Juan Pablo Sojo que "Mina es una pequeña región de territorio de Guinea, Costa de Marfil, en el África Occidental, habitada por indígenas del grupo dahomeyano. De allí la razón del nombre de uno de los tambores que emplea nuestro pueblo.
Tomado de: Domínguez, Luis Arturo. Encuentro con el folklore en Venezuela. Editorial Cincel Kapelusz. Caracas. 1998

Glosario de pesas y medidas en el comercio rural venezolano

En casi todos los medios rurales de nuestro país se utilizan ciertas medidas tradicionales que entre los campesinos son corrientes y fáciles de comprender.
El tercio es una medida convencional que se utiliza para vender panela y yuca. Cuando se trata de la venta de la primera, el tercio lo constituyen veinticuatro panelas. Si se trata de yuca, el tercio equivale a cincuenta kilos.
La carga se compone de dos tercios.
La cana es igual a dos kilos.
El almud equivale a doce kilos, más o menos.
La fanega es igual a doce almudes.
El quintal es equivalente a cuarenta y ocho libras.
La libra es una medida de peso de valor variable en diferentes lugares: oscila entre 400 y 460 gramos.
La arroba equivale a doce kilos aproximadamente.
El pinche es igual a un kilo.
La hueva es una medida de capacidad que equivale a un kilo.
La canoa consiste en un cajón que tiene dos metros de largo, uno de ancho y otro de altura; se emplea en los medios rurales para vender granos.
El palito consiste en un bolso hecho de liencillo o de fique, que se utiliza para vender granos. Equivale a seis kilos.
La vara es igual a la distancia del extremo externo de la clavícula hasta la punta del dedo mayor, teniendo el brazo extendido.
La cuartilla es equivalente a ocho kilos.
La varilla se compone de unas dos varas y cuarto.
La cuarta es igual a veinte centímetros.
El jeme es equivalente a la distancia comprendida entre la punta del índice y el pulgar, teniendo estos dos dedos extendidos.
El tablón de caña es una medida equivalente a cien metros cuadrados de sembrado de calla.
La tarea equivale a una hectárea de limpieza de terreno para sembrar en conucos o haciendas.
Además de estas clases de pesas y medidas, existen la mediacana, el mediopalito y la mediacuartilla, que equivalen respectivamente a la mitad de la cana, el palito y la cuartilla.
Tomado de: Domínguez, Luis Arturo. Encuentro con el folklore en Venezuela. Editorial Cincel Kapelusz. Caracas. 1998

lunes, 25 de mayo de 2009

Atentados contra los miembros de la Junta Militar de Gobierno

La Caracas de inicio de los años 50 era puro rumores. Se hablaba de atentados contra los miembros de la Junta de Gobierno. Uno de los más publicitados se originó por la ocurrencia del propio comandante Llovera Páez, quien era sumamente bromista.
Resulta que un día estaba el Comandante en el restaurante “La Belle Epoque” comiendo con varios amigos. Los rumores estaban a la orden del día y al precitado Llovera Páez no se le ocurrió otra genial idea que la de soltar un fajo de petardos debajo una mesa. Cuando los triqui traquis estallaron, a más de uno le falto el aire y a otros les dió un soponcio.
Llovera en la barra muerto de risa decia:
- ¡Carajo! ¿Y esta es la gente que va a defender al gobierno?
Otra historia que cuenta Oscar Yanes se refiere al rumor de un atentado que resulto algo distinto: que al comandante Pérez Jiménez le echaron un vaso de whisky en una fiesta en el Country Club. La crónica realmente no fue así. En la casa de Juan de Mata Guzmán Blanco, en la Florida, diagonal al Club La Florida, le dieron una fiesta a la Junta Militar de Gobierno para celebrar la devolución de los bienes de peculado. Presente estaba Miguel Torres Cárdenas, hijo del celebre Torres Cárdenas del gobierno de Cipriano Castro. Dos versiones hay sobre el suceso. Una, que a Torres Cárdenas conversando con los miembros de la Junta se le vino un buche de whisky el cual le echo encima a Pérez Jiménez , reaccionando el Comandante con el ademán de sacar la pistola, a lo que Delgado Chalbaud le agarró por el brazo y le dijo: “cuidado, vale, cuidado”. La otra versión es que Torres Cárdenas le sirvió un whisky a Pérez Jiménez, quien no bebe, a lo que el oferente, totalmente ebrio, le dijo que se lo iba a hacer tomar, motivando la reacción de agarrar el vaso con una mano y llevando la otra a la pistola. A lo que Llovera Páez le dice: “Pérez, ¿qué vaina es esa?"
Las dos versiones son parecidas. Ahora, lo que es cierto es que Torres Cárdenas lo envían confinado durante seis meses a Tucupita y, de su parte, Delgado Chalbaud le dijo a sus compañeros de Junta que él no asistiría más nunca “a fiesta de borrachos ricos”.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Bolívar: “le haré sacar el otro ojo”

Rafael Diego Mérida, conocido como el “tuerto” por su defecto físico, es un nefasto personaje de la historia de principios del siglo XIX venezolano. Nace en Caracas el año 1762. Escribano de Cámara de la Real Audiencia de Caracas y durante la II República es Secretario de Gracia y Justicia y Policía.
En 1795 conoce como escribano del juicio instaurado por la RA sobre la huida del niño Simón Bolívar de la casa de su tutor, Carlos Palacio, y decidir en consecuencia. El niño se había refugiado en hogar de Pablo Clemente y María Antonia Bolívar. En 1799 se desempeña como “escribano originario y único” de la causa contra José María España, Manuel Gual y otros implicados en la conocida conspiración de Gual y España. En 1808 participa en la Conspiración de los Mantuanos. Viaja a España y regresa al país después de los sucesos del 19 de abril de 1810. En 1811 es secretario de la Sociedad Patriótica y en 1812 dirige un memorial contra Francisco de Miranda calumniándolo en el Congreso. En el salón de sesiones Mérida ofende a Miranda, disponiendo el Presidente del mismo el retiro de Mérida y un arresto de 20 días.
Tras la caída de la I república es hecho preso y liberado tras el triunfo de la Campaña Admirable liderada por Simón Bolívar. Es designado por El Libertador como Secretario de Gracia y Justicia y Policía, una de las tres secretarias que crea Bolívar en la organización del gobierno.
Tras la perdida de la II República, Mérida parte hacia Margarita, formando parte del triunvirato que designa Juan Bautista Arismendi para gobernar la isla. Tras la llegada de los realistas al mando de Pablo Morillo, Mérida huye hacia las Antillas. En Haití se alista en la expedición de Los Cayos, acompañándola hasta Carúpano, lugar donde se separa y se traslada a Curazao e inicia una campaña panfletaria contra la revolución emancipadora y Simón Bolívar en particular.
Tras el triunfo de la República en 1821, se traslada a Venezuela donde tiene desavenencias con el general Francisco Rodríguez del Toro, Intendente del país.
1823 Caracas es un hervidero de pasiones y Mérida se encuentra a sus anchas. Consumido por el resentimiento, ataca a honorables familias y reputaciones de personas. El 23 de julio de 1824 el coronel Diego Ibarra le escribe al Libertador: “Caracas está aparentemente tranquila, pero en realidad no lo está, porque existe allí Mérida, Pelgrón y la Alta Corte de Justicia, y todos aspirando a lo que se imaginan que puede ser y a coger lo que se presente. Mérida dio un pasquín contra usted, el cual lo habrá visto impreso por el general Páez en El Colombiano; se sabe que ha sido Mérida porque, con muy poca diferencia, dijo lo mismo en la Corte de Justicia. A padrino Marqués y a toda nuestra familia los ha vuelto locos con biografías y apéndices en que les dice que son unos godos, ladrones, etc.; en fin, este caballero, protegido por la Corte de Justicia y ayudado de algunos chisperos, tiene a Caracas alborotada; yo, en recompensa de esto y de todo lo que ha hecho durante su vida, le he ofrecido matarlo en cuanto vuelva a escribir una línea contra usted o contra cualquiera de nuestra familia, y pienso cumplirle al pie de la letra este ofrecimiento.”
María Antonia Bolívar de Clemente, hermana del Libertador, le escribe a éste el 29 de julio del mismo año: “Te diré algo de los asuntos políticos: esto sigue bien en lo que cabe y puede esperarse de un país de guerra, acostumbrado al robo y al desorden y al genio revolucionario de mis paisanos, a que se han habituado. Tenemos al señor Juan Escalona de intendente; hasta ahora nada se dice de él, pero puede que no pasen tres meses sin que haya algunas críticas; ahora no las ponen en las gacetas, sino en manuscrito; el bribonazo de Mérida ha tenido el atrevimiento de escribir contra todos los principales de Caracas y entre ellos los Toros, incluyendo hasta las mujeres, y el día que su malignidad te tome a ti o a alguno de mi familia inmediata en su boca, que no será mucho, porque Juanica se ha presentado, cobrándole seis mil y tantos pesos que le debe del hato del Totumo, hasta ese día no más escribe, porque le hago sacar el otro ojo a palos. Es un canalla que, valido de la protección que tiene de algunos de la Alta Corte, insulta por escrito a todo el que no es como él: gracias al señor Soublette, que lo dejó venir aquí, no debiendo permitirlo. Más mal experimentamos de los malos criollos que de los españoles; son enemigos internos con máscaras de patriotas.”
En 1825 es nombrado cónsul de la Gran Colombia en Curazao. El 6 de junio de 1825 le participa Santander al Libertador por carta: “Le remito un manifiesto de Toro sobre su Intendencia. No teniendo modo de salir de Mérida, le he dado una comisión para Curazao, en que puede servirnos últimamente sin riesgo de comprometer la República.” Luego, ratifica la noticia el 21 de enero de 1826: "A Mérida lo eché a Curazao con una comisión para que descansara el pueblo de Caracas."
En septiembre de 1825 le manifiesta a Santander, Vicepresidente de la Gran Colombia, que “había hecho abjuración escrita de sus errores y sus calumnias contra Bolívar…” y solicitaba se le diese el empleo de la Tesorería de Diezmos de Caracas, que no le fue concedida.
En 1828 publica en Curazao un folleto titulado Angustias de Colombia en 1828. Bolívar le escribe a Páez: “…Creo que convendría a usted mandase a Mérida en comisión a cualquier punto: de otro modo, nos tendría revuelto Caracas. Este sujeto es peor que todos los que usted ha echado: su naturaleza está herida en la maldición del cielo, y parece que en sus venas corre el veneno y en su mente reside el espíritu de Satanas.”
José Antonio Páez, jefe superior de Venezuela, le suspende el sueldo y le prohíbe la entrada a Venezuela.
Imagen: François Desire Roulin, Simón Bolívar. Lápiz sobre papel, 0,222 x 0,193.Bogotá, 1828.

martes, 12 de mayo de 2009

“El Hombre de las Brujerías” en la Caracas de 1851

En 1851 dos comerciantes norteamericanos residenciados en Caracas, Louis Baker y Salomón Humphrey se trasladaron a los EE UU con el fin conocer el telégrafo electromagnético inventado por Samuel Morse.
De regreso, solicitaron la concesión del servicio entre La Guaira, Caracas, La Victoria, Valencia y Puerto Cabello. Los negociantes solicitan la concesión en exclusiva por 10 años para “…el establecimiento de la comunicación instantánea por medio de alambres conductores del pensamiento, según el sistema Morse…” El gobierno no tomó en cuenta la oferta y argumentó que la Ley sobre Patentes de Invención no facultaba al Ejecutivo para otorgar ese tipo de exclusividad.
Según crónicas de la época privó más la falta de capital que otra cosa, lo que no amilanó a Humphrey para “buscársela” con su conocimiento.
Es así como adelanta una hábil campaña publicitaria en el periódico El Diario de Avisos, invitando a funciones nocturnas donde los parroquianos, a cambio de unas monedas, podrían familiarizarse con la técnica de comunicarse a larga distancia, algo realmente novedoso en aquel pueblote que era la Capital a mediados del siglo XIX.
“Desconfía y acertará” era la consigna que orientaba la actuación del Gobernador Político, don Marcelino de la Plaza y sobre la base de dar cumplimiento a las ordenanzas de seguridad y orden público, pero sobre todo por sospechar que tales presentaciones pudiesen ser una cubierta para ocultar conspiraciones políticas, estableció un riguroso seguimiento a las funciones programadas.
El tal Humphrey utilizó una casa por los lados de la esquina de La Palma, conocida también como El Juncal, para organizar sus presentaciones. Por diez centavos fuertes, o sea, un realito, se podía disfrutar del espectáculo. Y miren, ya se practicaba la sobreventa de boletos, lo que acarreó falta de compostura en el público, abucheos, pitas, cuchufletas y palabrotas que ofendía a las damas presentes.
El promotor ofreció, mediante avisos de prensa, mejorar espectáculo: aumentar el alumbrado, limitar la venta de entradas, acondicionar un salón para damas, entre otras. Esos cambios le permitieron mantener la oferta de la diversión a los caraqueños.
Sobre la tarima, “El Hombre de las Brujerías” explicaba el sistema Morse. Rodeado de varias mesas pequeñas, en las cuales colocaba unas pilas de Volta, rollos de cables de diferentes diámetros, varios frascos de distintos colores, un aparato trasmisor y otros objetos, mister Humphrey, en mangas de camisa explicaba, como colocando un dedo sobre determinada palanca y a un impulso del fluido magnético expedido por la batería era posible transportar el pensamiento escrito hasta lejanos confines y en breves segundos. El presentador de marra, fruncía la cara para lograr el ceño adusto de la concentración. En otro momento se presentaba jovial y locuaz, hablando en tono seductor y acariciando el espectro de lo misterioso. Todo aquello lo elabora en la medida que tiene la necesidad de mantener un flujo de público constante. Prepara temas que mantengan la atención del auditorio. Avanza en la medida que percibe que el público desea conocer más del enigma y acaricia la afirmación del contacto con lo divino y sobrenatural. Habla de los iluminados, de los espíritus, de la cabala, entra en el mundo de las supersticiones, de las fuerzas etéreas, del esoterismo, pero ramplón.
La presentación de la técnica del telégrafo era el abre boca para incursionar en la cosmogonía esotérica, sobre brujas, hechizos, exorcismos, escuelas de misterios, grandes hombres de la ciencias ocultas, la alquimia, el encuentro con el saber del más allá.
Todo llega a su fin y así los argumentos se fueron acabando por cansancio y por la llegada de información que en nada relacionaba el descubrimiento del telégrafo con las ciencias ocultas. Todo se diluyó y “El Hombre de las Brujerías”, sencillamente, un día desapareció.
En 1855, el ingeniero español Manuel de Montúfar obtiene el “derecho exclusivo de ejercer por el término de quince años, en la República, la empresa Telégrafo Electromagnético…” firmando ese mismo año el contrato para construir una línea telegráfica entre La Guaira y Caracas la cual se inauguró el 29 de mayo de 1856. Manuel Montúfar se le reconoce el haber introducido el telégrafo en Venezuela a pesar que “El Hombre de las Brujerías”, como se reconocía Humphrey, fue quien probablemente hablo primero del tema en el país.
Imagen: Caracas Plaza Mayor. Principios S XIX Federico Lessman JPEG

lunes, 4 de mayo de 2009

Historias relacionadas con la Cueva de Boquerón

Tras la inauguración de la autopista Caracas La Guaira, se desató una fiebre por buscar el tesoro de Monteverde el cual supuestamente estaba escondido en la Cueva de Boquerón. La leyenda precitada fue divulgada por un estudioso de las ciencias ocultas llamado Hellmund Tello y no fueron pocos los que se extraviaron en la inútil búsqueda. Solamente en un mes se perdieron más de quince personas, por lo que las autoridades prohibieron el paso a la zona.
Los centros espiritistas participaron en la polémica en torno a los sucesos ocurridos. Afirmaban que “había espíritus burlones en Boquerón” y esa era la causa de tantos accidentes que sucedían en la vieja carretera de La Guaira. Dicen los especialistas del momento en lo esotérico, que hay espíritus que se apegan al sitio donde fallecen sus cuerpos y tratan de atraer a otros para que los acompañen.
Lo cierto es que el precitado paso está a más de 600 metros de altura sobre el nivel del mar y a una distancia de unos 18 kms de La Guaira. Desde esa altura, se divisa una hermosa vista sobre el mar Caribe.
La Cueva de Boquerón objeto de la leyenda del tesoro de Monteverde fue localizada por José Roberto Vegas, quien lideraba un grupo que estaba conformado por el cónsul de los EE UU en La Guaira, J. H. Parmenton, seis exploradores y siete reporteros y fotógrafos.
El grupo realizó una minuciosa inspección de la cueva descubierta por Vegas, descendiendo por peligrosas grietas y observando pasadizos que no fueron totalmente explorados. No encontraron el tesoro, pero si un Cristo y una Biblia.
La historia es que ocho años antes, un señor de nombre Matías Gutiérrez había matado al abogado Quiroz Cabrera después que le embargara su última posesión, dejándolo en la completa ruina. Matías tenía unos chivos que pastoreaban por los lados de Boquerón, que también fueron retenidos. Tras el asesinato, huyó y se escondió en las grietas de Boquerón.
Una noche soñó con el Nazareno, quien le decía: “Matías, yo te he perdonado. Cumple ahora con la justicia de los hombres. Entrégate”.
Matías se entregó y tras cumplir su condena instaló una modesta bodega por los lados de “Ruperto Lugo”. Allí pasaba la vida decentemente con un esfuerzo importante ya que se levantaba diariamente a las dos de la mañana para buscar los víveres y venderlos durante el día.
Uno de los periodistas que participó en la búsqueda de la cueva relacionó el hallazgo del crucifijo y la Biblia con el caso de Matías. Este lo recibió con emoción señalando que eran su compañía en aquellos tiempos de soledad y constricción. Pidió que se lo dejaran e inmediatamente se trasladó a la iglesia de Santa Teresa para dejar en el altar del Nazareno de San Pablo la Biblia y el Cristo.

El tesoro de Monteverde

En tiempo de la inauguración de la autopista Caracas La Guaira se desató un frenesí por encontrar el tesoro de Domingo Monteverde. No fueron pocos los que se extraviaron por la parte de Boquerón en el cerro El Ávila buscando la fortuna que había dejado escondida el caudillo realista tras la conquista de Caracas al momento de fenecer la Primera República venezolana.
La leyenda del tesoro de Monteverde se sustenta en las acciones ocurridas durante el año de 1812, cuando el gobernador de Coro, brigadier José Ceballos, destacó una columna bajo el mando del capitán de fragata Domingo de Monteverde, quien había llegado a Coro con unas fuerzas conducidas por el mariscal de campo Juan Manuel Cajigal, con el fin de dar apoyo a las diversas partidas de insurrectos quienes desconocían la Independencia de Venezuela y proclamaban lealtad a la causa realista peninsular.
La invasión de Monteverde parte de Coro y culmina en Caracas. Según cuenta la leyenda que tanto él como sus oficiales confiscaron muchos bienes de los patriotas, especialmente de aquellos quienes intentaron salir del país por el puerto de La Guaira y fueron aprehendidos por las fuerzas leales al rey Fernando VII.
Oficialmente poco se dice del despojo y se comenta que Monteverde no pudo llevarse el tesoro a las campañas de Maturín ni tampoco cuando fue a Valencia. Igualmente Bolívar encontró poca cosa valiosa cuando entró en Caracas, a pesar que Juan Pablo Sojo recoge una leyenda barloventeña que desmentiría en parte lo señalado, ya que afirma que durante el paso por Barlovento de “la romería dolorosa del año 13, tras de ese pueblo que huía, guiado por Bolívar rumbo a Cumaná, quedaron rezagados un sargento y dos soldados, quienes arriaban unas espiadas mulas cargadas con algunos cofres de dinero. Allí en el Alto de Muruguata, o Mesa Grande, se detuvieron y… decidieron despachar al soldado fiel y allí mismo le dieron muerte, enterrándolo junto a los cofres.” (1)
Pero volvamos a lo nuestro. Cuenta la leyenda que Monteverde opto por esconder el tesoro en lugar seguro hasta tanto pudiera enviarlo a España sin revisarlo las autoridades reales. Para ello solicitó el concurso de un paisano rico dedicado al negocio de la usura, quien conocía una cueva por los lados del Ávila que hoy se conoce como de Boquerón. El comerciante cargó con ocho mulas y se hizo acompañar de un caporal y dos esclavos. Llegaron al precitado sitio de la cueva de Boquerón y escondieron los cofres. Luego el caporal mató a los esclavos y el comerciante asesinó al caporal. Cuando retornaba a Caracas fue muerto por esbirros de Monteverde, quedando en poder del Capitán de Fragata un mapa que le había suministrado el paisano.
Las circunstancias de la guerra hicieron huir a Monteverde hacia Puerto Cabello, posición que es sitiada por el ejército de Bolívar. En uno de los combates sufre grave herida perdiendo casi toda la mandíbula inferior lo que le obliga a abandonar la plaza sin tener oportunidad de buscar su tesoro.
La leyenda quedó y tras la inauguración de la autopista se le facilitó a más de uno acceder en búsqueda de la cueva y el tesoro. Las autoridades pasaron a vigilar la zona y prohibir el transito hacia la zona boscosa. Igualmente se comentaba por esos años que el general Juan Vicente Gómez, tras conocer la leyenda, ordenó la búsqueda de la fortuna, sin suerte alguna. Por lo que se decía que “si Gómez no lo encontró, eso no lo encuentra nadie”.
(1) Fuente: El Estado Miranda su tierra y sus hombres. Ediciones del Banco Miranda. Caracas, 1959

viernes, 24 de abril de 2009

100 km2 para la capital de Venezuela

La Constitución de 1811 prevé la organización de una “Ciudad Federal”, residencia del Poder Ejecutivo Federal. La Constitución de 1864 consagra la creación del Distrito Federal (DF) y dispone que los estados cedan a la Nación para tal fin un terreno despoblado no mayor de 100 km2 donde se construirá y organizará la capital de la República.
La primera ley orgánica para regir el Distrito Federal es sancionada el 29 de mayo de 1894; disponiendo que el DF ocupara un espacio de 100 km2 donde se edificará la capital de la Unión.
No son pocos los cambios que ha sufrido Caracas como capital de la República. Hemos visto la intención del legislador constituyente originario de erigir una Ciudad Federal asiento del Poder Ejecutivo. Luego, los legisladores de 1864 y 1894 aspiran que se construya una urbe para ejercer la capitalidad. Esto no ha sido posible y lo que ha sucedido es que Caracas, la capital histórica, se ha debatido entre las decisiones de los gobiernos de turno.
Previo a la creación del DF, el 15 de junio de 1863 entran las tropas federales al mando del general Mateo Plaza y proclama el estado Caracas, designándose presidente provisional del mismo. El ámbito territorial esta conformado por los cantones Caracas, Caucagua, Curiepe, Guaicaipuro, Guarenas, La Guaira, Maiquetía, Ocumare del Tuy, Petare, Río Chico y Santa Lucía.
El 29 de febrero de 1864 es una fecha importante. Primero, se decreta el Distrito Federal y por consiguiente el Estado Soberano Bolívar, con parte del estado Caracas. La Asamblea Constituyente de la Federación “…persuadida de la ingente necesidad de fijar radio de acción exclusivo del Gobierno general…” erige el DF comprendiendo los cantones Caracas, Maiquetía y La Guaira. El resto paso a formar parte del estado Bolívar con capital en Petare. El general Antonio Bello es designado gobernador. El 8 de marzo el general Juan Crisóstomo Falcón expide en Maracay el decreto orgánico del DF, el cual estable su división en tres departamentos: Libertador, para el casco central de Caracas, asiento de la capital del Gobierno distrital; al puerto de La Guaira se le llama Vargas en homenaje a José María Vargas; Maiquetía se le denomina Aguado, en honor al general de la Federación, Pedro Vicente Aguado. El precitado decreto establece una Legislatura unicameral compuesta por 5 diputados departamentales y un Concejo Municipal en cada uno de los departamentos. El departamento Libertador se integra con las parroquias Catedral, San Pablo, Santa Rosalía, Altagracia, Candelaria y San Juan; parroquias foráneas: El Valle, La Vega, El Recreo, Antímano y Chacao. El departamento Vargas: parroquias Bolívar y Sucre, y las foráneas: Macuto, Caraballeda, Naiquatá y Caruao. El departamento Aguado: Maiquetía, Carayaca, Tarma y Olivares.
En ese año se sanciona una nueva Constitución que dispone que los estados cedan un terreno no mayor de 100 km2 para la construcción y organización del DF.
A partir de allí se ha modificado la composición territorial y la forma de gobierno del territorio donde se asienta el DF. Ya señalamos que en 1894 se sanciona la primera ley orgánica del DF, retomando la tesis de los 100 km2, pero mientras tanto, Caracas sigue siendo la capital del país.
Vista así, la provisionalidad de Caracas como asiento del DF finaliza con la Constitución de 1901: pasa a ser la capital de la República. El 18 de noviembre de 1903 se divide el departamento Libertador en oriental y occidental, división que acoge la Constitución de 1904. La parte oriental comprende la isla de Margarita y la occidental por Caracas, Vargas, Guaicaipuro (Los Teques) y Sucre (Petare). El 31 de agosto de 1907 se anexa al DF la isla de Coche y el territorio federal Colón, conformado por numerosas islas e islotes en el mar Caribe venezolano.
La Constitución de 1909 establece que el Gobierno nacional dicte un decreto orgánico del DF estableciendo el mismo la división en departamento Libertador y Vargas. El 3 de julio de 1988 se crea el estado Vargas y queda Libertador como sede del DF. La Constitución de 1999 crea el Distrito Capital correspondiendo al territorio del Municipio Libertador. En el año 2000 se crea la Alcaldía Metropolitana integrada por el Distrito Capital y los municipios Baruta, Chacao, El Hatillo y Sucre del estado Miranda. Mantiene las competencias propias del gobernador del antiguo DF solamente en el ámbito territorial del Distrito Capital. La Asamblea Nacional está legislando para cambiar, una vez más, las relaciones geopolíticas de Caracas.
La Caracas que se resiste a dejar la capitalidad, se expone a innumerables cambios según las necesidades políticas del momento.

viernes, 17 de abril de 2009

Del ingenio venezolano

El logro de Carlos del Pozo es de gran interés para los anales de la historia de la sabiduría en Venezuela. Se asombra Humboldt cuando, en su deambular por las tierras de los llanos venezolanos, llega a Calabozo y se encuentra “una máquina eléctrica de grandes discos, electróforos, baterías, electrómetros, un material casi tan completo como el que poseen nuestros físicos en Europa. No habían sido comprados en los Estados Unidos todos estos objetos; eran la obra de un hombre que nunca había visto instrumento alguno, que a nadie podía consultar, que no conocía los fenómenos de la electricidad más que por la lectura del Tratado de Sigaud de la Fond y de las Memorias de Franklin… aquel estimable e ingenioso sujeto, había comenzado a hacer máquinas eléctricas de cilindro empleando grandes frascos de vidrio, a los cuales había cortado el cuello. Desde algunos años tan sólo pudo procurarse, por vía de Filadelfia, platillos para construir una máquina de discos y obtener efectos más considerables de la electricidad.” Este portento de ingenio era Carlos del Pozo quien se alegra al ver a los ilustres viajeros admirar sus capacidades y al constatar que estos traían de Europa instrumentos parecidos a los construidos por él.
Aquello colmó la curiosidad de Humboldt y sus acompañantes: “Después de los aparatos eléctricos, obra de la industriosa sagacidad de un habitante de los Llanos, nada podía ya precisar nuestro interés en Calabozo”, sentencia el científico alemán (1).

Carlos Rivero Solar, don Carlos, había ideado la manera de traer agua al caserío “El Naranjito”, situado por los lados de Cabure, en la Serranía de Coro en el Occidente de Venezuela. El objeto de la aplicación era mover el trapiche, inventado por él. También creó un sistema para descerezar el café economizando tiempo y personal. Pero su imaginación volaba más allá de estas creaciones utilitarias: esos es, pensaba en volar y para ello ideaba la confección de dos inmensas alas.
Corre el año de 1888, año en que el Dr. Juan Pablo Rojas Paúl asume la Presidencia de la República, ordena la construcción del Hospital José María Vargas y crea la Academia Nacional de la Historia y el Observatorio Cajigal. Un domingo don Carlos intentaría sostenerse en el aire sin más ayuda que la de sus alas adheridas como prótesis a su cuerpo. El evento no fue en privado. Don Rufino Montenegro asistió en carácter de padrino y un grupo de parroquianos acompañaron al “pájaro Serrano” hasta la montaña situada al norte del caserío y conocida con el nombre de “La Soledad”
A unos sesenta metros de altura, tras la preparación de rigor, tanto física como espiritual, don Carlos se lanzó al vacío, controlando por segundos el equilibrio que le permitía un descenso lento y acompasado. De pronto lo inesperado, pierde el dominio y se desploma a tierra. Afortunadamente una copa de bucare impide que el golpe sea mayor.
Este relato que no trasciende al gran público, es considerado por algunos con la importancia de las pruebas que realizaron en otras latitudes idealistas que se reconocen como pioneros de la aviación (2).

Referencias:
(1) Siso, Carlos. La formación del pueblo de Venezuela. 7a edición. Ediciones de la Presidencia de la República. Caracas 1986.
(2) Paredes, Luis H. Historia de la Aviación Militar Venezolana.2da. edición. Ministerio de la Defensa de Venezuela. Caracas 1978.

domingo, 22 de marzo de 2009

Juan Pablo Sojo.- Frases de la región de Barlovento, estado Miranda, Venezuela



"En todos los pueblos, caseríos o “sitios”, hallaremos en boca del nativo intonso, frases como las siguientes:
“Ahilado", trozo de hacienda cacahuera, arboleda.
“A jecho", a peso. “Ajumar”, ahumar.
“Antiquina”, asimismo, exactamente.
“Ambilar”, "ambilado”, embromar, embromado.
“Arrancapepa", bachaco grande negro.
"Boca fría”, toda serpiente venenosa.
”Birriondo”, macho en celo.
"Cabecino", inteligente.
“Caligüeba”, tarantera, epilepsia.
“Coyomo”, camaroncito de río.
“Cacheo", contracción por plátano salcochado.
“Conversa”, conversación.
“Cónchale”, interjección.
“Culepuya”, tambor llamado “redondo”, formado por tres instrumentos denominados "tiple", "bordón" y "pujao".
"Fuñido, fuñir", tercio roñoso, embromar.
"Guatanero", en la cacería o pesca sujeto que carga las piezas cobradas.
"Jalar", talar el monte.
"Jecho", fruto hecho.
"Lambido”, individuo entrometido, vivo.
"Lembe", golpe dado con la mano abierta.
"Malembe", baile de tambor.
"Macuto", mara, carriel de fibras.
"Majarete", por manjarete, dulce popular.
"Marañero", tramposo.
"Mestiza”, bollo dulce de plátano y coco.
"Mina", tambor formado por tres elementos "boca”, "curveta” y "Iáures”. "Macagua", clase de serpiente venenosa, llamada también "terciopelo", "amarilla", etcétera.
"Macan", "macaneo", brega, trajín.
"Masamorra", atole de plátanos o maíz tierno.
"Mamorra", comida.
"Mochoroco", pez de río.
"Mástigo", mástil donde penden los racimos de banano.
“Endenantes", por ahora rato.
"Pan pelao", pan de maíz seco fermentado con cenizas.
"Pichagua", cuchara de tapara.
"Paguara”, machete de hoja ancha, en otras partes "taguara".
"Pimpina", o múcura.
"Piñazo", puñetazo. "Pintón", plátano maduro.
"Quichimba", tambor sui generis echado en el suelo.
"Requeneto", pequeñín.
"Rozas", arboleda talada y quemada.
"Rumbambaya", baile de cuatro y maracas.
"Folias", cantos a la Cruz de Mayo.
"Sitios", campos denominados o villorrios montañeros.
"Sorocho" lo que está medio asado, todavía crudo.
"Sangrepesá", cambur morado.
”Taritari” bachaco rojo.
"Tololé” baile sanjuanero, original de tambor. Y siguen una lista interminable que publicaremos otro día."


Referencia: Sojo, Juan Pablo. Barlovento, una invitación a la novela. En El Estado Miranda. Su tierra y sus hombres. Ediciones del Banco Miranda. Caracas 1959.

sábado, 21 de marzo de 2009

Fermín Toro y el manto de la Reina de España

Para finalizar las negociaciones diplomáticas entre la República de Venezuela y el Reino de España tendente a lograr el reconocimiento pleno de la Independencia del país suramericano, el gobierno de Soublette envió a don Fermín Toro a reforzar al diplomático Alejo Fortique, quien llevaba la representación nacional.
Tras el reconocimiento por parte del Reino de España de la Independencia de Venezuela mediante el Tratado de Madrid, el 30 de marzo de 1845, firmado por Alejo Fortique; para celebrar el acto, la reina de España, Isabel II, dio un baile en Palacio e invitó a Fermín Toro para iniciar con ella la danza. Desarrollándose el baile, el venezolano pisó el manto de la reina, a lo que ella dijo:
- Hasta mi manto real quiere hoy estar a vuestros pies.
Toro inmediatamente se disculpó, pero Su Majestad continuó:
- ¿No os agrada este homenaje de la reina? Pensad que la madre acude a la fiesta de la hija. España honra a Venezuela en vuestra persona.

La etiqueta, el burro y la reina de Francia



En la corte de Luis XVI se encargaba de la etiqueta madame de Noailles. Era tan cuidadosa en su gestión que María Antonieta, reina de Francia, estaba harta del celo en su labor, al punto de llamarla madame L´Etiquette.
Durante una gira campestre María Antonieta cayó del burro sobre el cual se trasladaba. Solícitos, los ayudantes y acompañantes fueron a auxiliarla, pero ella se negó a colocarse en pie.
Estaba maltrecha…
¡No!
Exigió a gritos que se presentara madame de Noailles “para que nos diga lo que manda la etiqueta cuando se cae del burro la reina de Francia”

domingo, 8 de marzo de 2009

Rafael María Baralt: escritor, periodista, historiador, filólogo, crítico y poeta venezolano




Estudiante de la célebre Universidad de Bogotá, en el devenir del tiempo se realiza como escritor, periodista, historiador, filólogo, crítico y poeta. Se incorpora a la actividad política que en ese tiempo se ligaba a la militar (¿coincidencias con la época presente?). La República Dominicana lo designa como ministro plenipotenciario para pactar con España el tratado de reconocimiento de la nueva nación.
Este personaje, escritor e historiador, es hijo de Miguel Baralt y de la dominicana Ana Francisca Pérez. Como Fermín Toro y Juan Vicente González, Baralt nace sobre la fecha de la independencia, crece mientras se lleva a cabo la guerra e irrumpe en la vida pública y cultural del país cuando se ha disuelto la Gran Colombia.
Pero el escritor zuliano se incorpora a los hechos de otra manera: pertenece al ejército patriota siendo un adolescente y es testigo de la batalla naval del lago de Maracaibo (24.7.1823). Ello ocurre apenas vuelve de la isla de Santo Domingo de donde era oriunda su madre y adonde su familia lo había trasladado cuando era niño. Posteriormente, pasa a Bogotá (1826) a proseguir estudios, graduándose allí de bachiller y, de regreso a Maracaibo (1828), sigue en la milicia, compartiendo el cuartel con la lectura de los clásicos españoles. Oficial único de la Administración de Correos del departamento del Zulia, sirve como oficial del Estado Mayor y secretario del general Santiago Mariño en la Campaña de Occidente (comienzos de 1830). Por entonces realiza su primer trabajo de historiador: la ordenación de los documentos de campaña de Santiago Mariño.
Se introduce en las tensiones políticas de la región, uniéndose a quienes desean separar a Maracaibo de la Gran Colombia. Su traslado a Caracas, ya en la época del ciclo paecista, significa por una parte, la continuación de su carrera militar, la obtención del título de agrimensor y, por otra, la incorporación a la vida intelectual y cultural de la capital.
Baralt se asocia a las grandes personalidades del momento, participa en las actividades de la Sociedad Económica de Amigos del País y da a conocer en la prensa las prosas y artículos costumbristas que le aseguran rápidamente el prestigio de escritor y estilista.
Interviene al lado del gobierno de José María Vargas en la Revolución de las Reformas (1835) y hacia 1837, por iniciativa propia, comienza a investigar y acopiar los materiales que lo convertirán en historiador. Este empeño personal coincide con un interés colectivo: un proyecto intelectual de envergadura como es el que supone editar el Resumen de la geografía de Venezuela y el Atlas que prepara Agustín Codazzi. Como ha podido comprobarse fidedignamente, tanto en el estilo como en la conceptualización, la presencia de Baralt en este proyecto fue más que la de un simple colaborador. Así nace, con la participación de Ramón Díaz Martínez, el Resumen de la historia de Venezuela en 3 volúmenes, publicado en 1841 en París, adonde había viajado Baralt, comisionado por Codazzi, para ayudar a la elaboración y edición de los trabajos emprendidos.
De regreso de su misión editorial en París (agosto 1841) y siempre en calidad de experto, se le encomienda estudiar el problema de los límites venezolanos con la Guayana Inglesa, tema en el que ya Baralt estaba trabajando. Con tal fin viaja nuevamente a Europa, esta vez de manera definitiva (13.9.1841). Tiene 31 años. A las órdenes del ministro plenipotenciario Alejo Fortique, va a Londres y por último se radica en España.
De los archivos de Sevilla, viaja a Madrid (1845). Este desarraigo supone para Baralt el cumplimiento de su destino intelectual y literario. Hacia 1843-1844 escribe su oda Adiós a la patria y otros poemas. Se suma a los círculos literarios de España, hace abundante periodismo y se asimila a la vida política de ese país. El libro Poesías (1848), así como la recopilación de sus prosas políticas dispersas, comienzan a cuajar en una serie de volúmenes: Programas políticos, Historia de las cortes, Lo pasado y lo presente, Libertad de imprenta (1849), contando con la colaboración de Nemesio Fernández Cuesta. Sin embargo, como prosista reputado y autoridad en el estilo, del interés de Baralt no podía estar ausente el estudio y el conocimiento de la lengua española. En este campo, su labor lexicográfica se hizo famosa; a ella pertenecen el ambicioso prospecto de un Diccionario matriz de la lengua castellana (1850) y el Diccionario de galicismos (1855).
La verdadera apoteosis del autor ocurre el 15 de septiembre de 1853 cuando la Real Academia Española lo elige para ocupar el sillón vacante de Juan Francisco Donoso Cortés. En su discurso de incorporación, el escritor venezolano, tras hacer un examen de las ideas políticas de su antecesor, expone su doctrina de catolicismo liberal. El prestigio lo lleva a desempeñar cargos públicos importantes: la dirección del vocero oficial Gaceta de Madrid y la administración de la Imprenta Nacional (1854).
La República Dominicana, país en el que había pasado su infancia, lo designa como ministro plenipotenciario para pactar con España el tratado de reconocimiento de la nueva nación. Por circunstancias políticas, es violada su correspondencia oficial cuando se discute la interpretación del tratado. España lo desconoce como embajador, lo priva de sus cargos públicos y lo enjuicia (1857). Aunque es absuelto y reivindicado públicamente, su salud queda quebrantada y muere en Madrid a los 49 años. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 23 de noviembre de 1982.
ADIOS A LA PATRIA
(Estrofas)
Tierra del sol amada
Donde inundado de tu luz fecunda
En hora malhadada
Y con la faz airada
Me vio el lago nacer que te circunda.
No te duela mi suerte,
No maldigas mi nombre, no me olvides
Que, aun vecino a la muerte,
Pediré con voz fuerte
Victoria a Dios para tus justas lides
Dichoso yo si un día
A ti me vuelve compasivo el cielo,
I me da, patria mía
Digno sepulcro en tu sagrado suelo
Maracaibo (Edo. Zulia) 3.7.1810 - Madrid, 4.1.1860

José María Vargas: “El mundo es del hombre justo y honrado.”

Prócer civil, albacea del Libertador Simón Bolívar, es símbolo de la preeminencia del poder civil sobre el autoritarismo militar en los albores de la república. Médico de profesión, fue rector de la Universidad de Caracas electo por el Claustro universitario y Presidente de la República de Venezuela, en momentos en que se imponía la figura militar de los héroes de la Independencia.
Nació en La Guaira el 10 de marzo de 1786. Fue considerado como un hombre de avanzado pensamiento cívico para su época. Tenía una vasta formación científica humanística. A los 16 años ingresó al Seminario Tridentino de Caracas, donde estudia cuatro años y obtiene el grado de Bachiller en Filosofía (1803).
Tres años más tarde es Maestro de Artes y en 1808, apenas se gradúa de doctor en Medicina, para ejercer en Cumaná su profesión. En esta tierra oriental le sorprende el 19 de abril de 1810, día de la independencia de Venezuela y a la caída de la Primera República, Vargas es sometido a prisión en los calabozos de La Guaira, puesto que en 1812 se había regresado a su tierra natal.
En 1813 al llegar Bolívar a Caracas, fue liberado. Vargas se traslada a Europa, donde perfecciona sus conocimientos en Medicina, Astronomía, Física, Cánones, Lenguas vivas y muertas, además de mostrar interés en otras áreas como la Oftalmología, Anatomía, Patología, Tocología, Mineralogía, Botánica y Química.
De Europa pasa a Puerto Rico, donde permanece hasta 1825 cuando decide regresar nuevamente a Venezuela. Al año siguiente, funda la Cátedra de Anatomía en la Universidad de Caracas dando clases gratuitamente.
Presentado como candidato a la presidencia de la República de Venezuela, repetidas veces renuncia, pero sus amigos insisten en inscribirlo logrando obtener la mayoría de votos en las elecciones. El 9 de febrero de 1835 presta juramento como Presidente de Venezuela, en abril renuncia y en julio, de ese mismo año, estalla la Revolución de las Reformas, cuando la insolencia de Carujo se impuso ante la razón y la justicia.
Vargas es expulsado del país, pero Páez lo repone en el mando. Sin embargo, fue por poco tiempo, ya que el 14 de abril renuncia definitivamente. Se retiró de sus quehaceres vocacionales: la ciencia y la educación y en 1842 preside los actos del traslado de los restos del Libertador desde Santa Marta a Caracas.
El derrocamiento del Presidente Vargas
“Una compañía al mando del Capitán Julián Castro se formó a la puerta de la casa de Vargas, con orden de no dejar entrar ni salir a nadie sin permiso de los revolucionarios. En las primeras horas de la mañana va a conferenciar con el cautivo Presidente el nuevo General Carujo. Es clásica en las tradiciones venezolanas la entrevista de este rebelde de oficio y el austero Presidente que se veía ahora secuestrado por la soldadesca.
Empeñase Carujo en demostrarle que el único medio de evitar la guerra civil es renunciar a la Presidencia, alegando que el Gobierno estaba de hecho vencido, que los hechos son la fuente del derecho y la revolución el origen de todo gobierno, y que el hecho del 8 de julio iba a ser el derecho del día siguiente. Vargas opone a la brutal franqueza del soldado la calma entera del filósofo, y le contesta que el poder que está ejerciendo no es renunciable sino ante el Congreso, ni reconocerá nunca el Presidente de la República la autoridad de una revolución a mano armada.
¡Señor Doctor! – grita Carujo- “El mundo es de lo valientes”.
¡Señor Carujo! – replica Vargas- “El mundo es del hombre justo y honrado.”
Al producirse el cuartelazo, el presidente Vargas nombró a Páez Jefe del Ejército frente a los alzados que a su vez habían designado a Mariño como Jefe Superior de la revolución. Páez que se encontraba en uno de sus hatos en el Guárico, movilizó sus tropas hacia Caracas (los caudillos militares tenían sus propias fuerzas, formadas a menudo por los peones de sus hatos y haciendas), y se pronunció en favor del presidente José María Vargas.En el camino sumó a sus fuerzas las de algunos jefes alzados en el centro y entró a la ciudad evacuada poco antes por los revolucionarios. Páez declaró restablecido el gobierno legítimo y, mientras regresaba del exilio el doctor Vargas puso al frente del gobierno al General José María Carreño en su carácter de presidente del Consejo de Gobierno. Luego optó por negociar con los alzados a los cuales, como en 1831, ofreció indultos y les garantizó sus grados militares y propiedades a cambio de que se sometieran al gobierno y reconocieran su autoridad.

En agosto del mismo año el doctor Vargas regresó al país y reasumió la presidencia hasta marzo de 1836, fecha en la cual renunció y se separó definitivamente del gobierno, dejando encargado al Vicepresidente Andrés Narvarte. Cuando terminó el periodo de éste, en enero de 1837, se encargo de la presidencia, una vez más, el General Carreño hasta el 20 de mayo, cuando habiendo sido electo Vicepresidente el General Carlos Soublette, asumió la presidencia y la ejerció como encargado hasta que terminó el período en 1839.
La insurgencia militar contra el presidente Vargas constituyó el hecho decisivo en este accidentado período constitucional. La lucha entre los caudillos militares se había impuesto y fracasaba el efímero ensayo de gobierno civil. El propio Vargas poco antes de asumir el gobierno, había denunciado a “los hombres que han creído que, Venezuela es su patrimonio”, refiriéndose a los caudillos militares que negaban a los civiles el derecho a gobernar y se disputaban entre ellos la dirección de la nueva República.No obstante, haber fracasado la revuelta, el presidente Vargas no pudo terminar su período por falta de apoyo de Páez, quien pretendía que el doctor Vargas sirviera a sus fines políticos. El triunfo sobre los alzados no sirvió, pues, para afianzar al presidente constitucional, sino más bien para fortalecer a Páez como caudillo.

Estaba en juego en aquellos momentos la jefatura que Páez venía ejerciendo desde 1826. De haber triunfado la Revolución de las Reformas, Páez habría sido desplazado como caudillo principal por Mariño o Monagas. Esta circunstancia lo determinó a oponerse a los revolucionarios en la certeza de que su éxito lo afianzaría en el mando de la república.El triunfo le permitió, apartar temporalmente a sus rivales militares y al mismo tiempo deshacerse del presidente Vargas cuyo alto cargo pasó a ocupar el General Soublette, precisamente el candidato de Páez derrotado en las elecciones de 1834.
Los enemigos del sabio Vargas no le discutían sus méritos científicos, pero le “echaban en cara” el haber emigrado en 1813 (después del regreso de Bolívar a Caracas) y haberse residenciado en Puerto Rico (1817-1825) después de sus estudios en Edimburgo (1814-1817). Alegaban además que éste dejó en Puerto Rico a su familia y sus bienes, regresando a su patria cuando la paz ya estaba asegurada (1825) para ser nombrado catedrático de la Universidad de Caracas en 1826 y Rector en 1827 (electo por el claustro) después de las reformas realizadas por Bolívar el año 27.
En agosto de 1853, sintiéndose enfermó viajó a Estados Unidos, donde residió primero en Filadelfia y luego en Nueva York donde finalmente murió el 13 de julio del año siguiente. En 1877, sus cenizas fueron traídas a Caracas y sepultadas en el Panteón Nacional el 27 de abril de ese mismo año.
Como un homenaje a su memoria, el Municipio -hoy estado de la República Bolivariana de Venezuela- donde nació se llama Vargas desde 1987. También los médicos celebran su día el 10 de marzo de cada año.

“Juan Pablo Sojo tiene su propio idioma…”



“Juan Pablo Sojo tiene su propio idioma. Su idioma negro, venezolano, mestizo, nacido de poderosas cópulas, de sombríos coitos, durante las cuales el idioma castellano se entregaba, estremecido y femenino, al cuerpo ancestral del negro”. Así define Juan Liscano la pasión de escritor de Juan Pablo Sojo.
Juan Pablo Sojo nace en Curiepe, estado Miranda, el 23 de diciembre de 1907. Hijo del maestro músico Juan Pablo Sojo y de Brígida Rengifo. Fue boticario en Higuerote, Curiepe y Caracas. Desde su natal Curiepe, enviaba artículos al diario El Universal, así como al semanario Fantoches. A raíz de una crítica periodística, Rufino Blanco Fombona, presidente del estado Miranda, ordena encarcelarlo en 1937. Su cuento “Hereque”, su novela Noche buena negra, (novela, 1ª ed. Caracas, 1943); y su obra Temas y apuntes afrovenezolanos, (ensayos, 1ª ed. Caracas, 1943); su pieza teatral El árbol que anda, estrenada en 1945 bajo la dirección de Eduardo Carreño en el Teatro Nacional, 1945, son una muestra de la extensa obra que legó a las generaciones futuras este gran intelectual mirandino. En 1948 acompaña al poeta cubano Nicolás Guillén en su recorrido por Barlovento. De ahí nace el poema “Luna de Barlovento” de Guillén.

Otras obras publicadas por Juan Pablo Sojo: Tierras del estado Miranda, sobre la ruta de los cacahuales (crónicas, 1ª ed. Caracas, 1938); Estudios del folklore venezolano (ensayos, 1ª ed. Los Teques, 1986) y numerosos artículos en periódicos y revistas, los cuales se difundieron en El País, La Esfera, Ahora, El Universal, El Nacional, Revista Nacional de Cultura, El Farol, etc., y en ellos reivindicó los valores culturales de los africanos y sus descendientes en la formación etnohistórica y social de nuestra nación; todo lo antes dicho, a través de una visión desde adentro, tomando en cuenta el modo de ser de los barloventeños y de los otros venezolanos de origen africano. Coautor de “Folklore y cultura. Ensayos” (1950), “El Estado Miranda. Su tierra y sus hombres” (1959), “Antología de cuentistas y pintores venezolanos” (1976), y “La fiesta de la tradición: 1948. Cantos y danzas de Venezuela” (1998).
Conoce a profundidad a africanistas de su época, tales como James George Frazer, Arthur Ramos, Gilberto Freyre, Fernando Ortiz, Maurice Delafosse, Raymundo Nina Rodríguez, etc. Además, cita en muchas ocasiones a los cronistas Juan de Castellanos, José Gumilla, José de Oviedo y Baños, fray Alonso de Zamora y Pedro Joseph de Olavarriaga. Asimismo, a los expedicionarios Alejandro de Humboldt y Francisco Depons. También fueron frecuentes sus múltiples referencias a autores venezolanos contemporáneos: Arístides Rojas, Francisco Tosta García, Lisandro Alvarado, Mariano Picón Salas, Mario Briceño Iragorry, Amílcar Fonseca, Carlos Irazábal, Enrique Bernardo Núñez, Juan Liscano, Francisco Tamayo, Gilberto Antolínez y muchos otros.
Juan Pablo Sojo, además, escribe poesías, cuentos y obras de teatro, todas afianzadas en los numerosos problemas que afectaban a los descendientes de africanos tanto en Barlovento como en toda Venezuela; por lo tanto, observamos que tuvo “…un gran afecto por su tierra y el elemento humano que la habitaba, todavía con vivas manifestaciones del contacto entre lo africano y la naturaleza barloventeña…” (Sojo Cardozo, Juan Pablo, “Introducción”. En: Sojo, Juan Pablo, Estudio del folklore venezolano, p. 9). E igualmente, tenemos que destacar que fue J. P. Sojo quien por primera vez utilizó en la patria de Simón Bolívar el término “afrovenezolano”, con la finalidad de hacer alusión a los componentes étnico-culturales procedentes del continente africano e incrustado firmemente en el país llamado Venezuela.
Sojo fallece en Caracas el 8 de octubre de 1948, dejando trunca lo que prometía ser la más extensa y completa obra sobre la cultura afrovenezolana…

El venezolano Narciso López confecciona la bandera de Cuba



La bandera fue izada en las oficinas de los hermanos Beach, dueños del periódico The Sun, situadas en las calles de Fulton y Nassau, en la ciudad de Nueva York.
En marzo de 1848 en la isla de Cuba se conspiraba contra España. La figura central de la conspiración era el general Narciso López.
Nacido en Venezuela, entró desde muy joven en el ejército español y peleó a favor de la causa realista. Tras la derrota monárquica en la batalla de Carabobo, Narciso López se marcha con ellos a España, donde alcanzó el grado de general.
Regresa a Cuba en 1841, acompañando al capitán general Jerónimo Valdés, al cual le había salvado la vida en la batalla de Las Amezcuas. Es designado gobernador de la provincia de Trinidad, cargo del que fue separado al poco tiempo. López se dedica a actividades industriales de poco éxito.
Su defensa de los cubanos en 1837, cuando sus diputados fueron rechazados por las Cortes españolas; la popularidad alcanzada en su época de gobernador y el estrecho lazo de sangre que lo ataba a la Isla, le dio carta de ciudadanía. Concibió la idea de independizarla y de constituirla en república, dentro del concierto de los pueblos libres de América.
Primeramente, preparó la conspiración de la Mina de la Rosa, que debía iniciar la revolución el 24 de junio de 1848. Pero hubo de aplazarse a solicitud del Club de La Habana, para contar con mayores recursos. El Club le había ofrecido la jefatura del movimiento al general americano William Jenkins Worth, el cual no aceptó. Por dicha demora, la conspiración abortó. Narciso López tuvo que escapar a los Estados Unidos.
La Bandera de Cuba
No habiendo sido posible coordinar los diversos grupos que procuraban la independencia, López decide actuar por su cuenta. En junio de 1849, reunidos en una casa de huéspedes en la calle Warren en Nueva York, López, el poeta Miguel Teurbe Tolón, José Aniceto Iznaga, su sobrino José Sánchez Iznaga, Cirilo Villaverde y Juan Manuel Macías, confeccionan la bandera de Cuba, que es hoy el pabellón oficial: dos franjas blancas, tres azules, un triángulo rojo y una estrella solitaria. Sobre ella juraron luchar y ofrendar la vida por hacer de Cuba una república libre e independiente. Esta bandera fue izada en las oficinas de los hermanos Beach, dueños del periódico The Sun, situadas en las calles de Fulton y Nassau.
Narciso López fue un guerrero valeroso de genio indomable, pero sin suerte. Organiza una expedición y fracasa al ser sus barcos ocupados por el gobierno americano. A pesar de ello persiste en sus planes y forma una nueva expedición. Sale ésta de Nueva Orleáns en mayo de 1850, arribando a las costas de Cuba. Invade la ciudad de Cárdenas, en cuya población toma prisionero al gobernador. En esta ciudad flota por primera vez la insignia nacional cubana. Los invasores ocupan la ciudad por 48 horas, del 19 al 21 de mayo, fechas simbólicas en la historia de Cuba. Pero las fuerzas españolas se rehicieron, con auxilio de las comarcas cercanas, y no encontrando apoyo en el pueblo, López y su grupo se reembarcan rumbo a los Estados Unidos.
La bandera de Cuba fue proclamada como tal el 11 de abril de 1869, en la Asamblea de Guáimaro.
Desembarco de Playitas
Al año siguiente, en 1851, se organiza una nueva expedición con 150 hombres, al mando del propio López. Formaba parte de ella el coronel William Crittenden, sobrino del secretario de justicia del presidente Millard Fillmore. Parten del puerto de Nueva Orleáns y arriban el 12 de agosto en el desembarcadero de Playitas, en la costa norte de la parte occidental de la Isla, que hoy forma la provincia de Pinar del Río, próximo a Bahía Honda. Ocupaba el gobierno de la Isla el general José Gutiérrez de la Concha, compañero de López en el ejército español. Teniendo conocimiento, por medio de su espionaje de dicho desembarco, el gobernador envió fuerzas a combatir a López. Apenas abandonaron El Pampero, que así se llamaba el barco, fueron atacados los expedicionarios por soldados hispanos al mando del general español Manuel Ena, quien pierde la vida en combate.
La sorpresa fue fatal para los libertadores. Sus fuerzas se dividieron. Cayó en poder de los españoles el coronel Crittenden, con 50 combatientes, todos ciudadanos de los Estados Unidos. Conducidos a La Habana, fueron fusilados y mutilados el 16 de agosto, en las faldas del Castillo de Atarés.
El 29 del mismo mes cae prisionero Narciso López, traicionado por un compadre suyo de apellido Castañeda que le entrega a la tropa española. En La Habana, sufre la muerte en garrote vil, en el campo de la Punta, próximo al Castillo de la Fuerza y al paseo del Malecón, el día primero de septiembre de 1851. Al subir al patíbulo, exclamó-
«Mi muerte no cambiará los destinos de Cuba».
Y añadió, dirigiéndose al público:
«Cuba, por ti muero».


Significado de la bandera

Significado de sus elementos: La estrella solitaria de cinco puntas representa la república libre, independiente y soberana que debía ser Cuba y a la unidad de los cubanos. Un ideal por alcanzar. El rojo, ubicado dentro de un triángulo en clara alusión al tríptico de los ideales franceses de: libertad, igualdad y fraternidad, alude a la sangre derramada en la lucha. Las franjas blancas a la pureza de los ideales y a la virtud de los cubanos. Las azules (por los tres departamentos en que se dividía en esa época Cuba: Occidente, Centro y Oriente), revelaban las elevadas y celestiales aspiraciones de los patriotas. El color azul era, inicialmente, celeste, no turqui, como es actualmente.
Su forma: Es rectangular, de doble largo que ancho, compuesta por cinco franjas horizontales del mismo ancho, tres de color azul turquí y dos blancas dispuestas de forma alternada. Un triángulo equilátero de color rojo en uno de sus extremos, uno de cuyos lados es vertical, ocupa toda la altura de la bandera y constituye su borde fijo. Dicho triángulo lleva en su centro una estrella blanca de cinco puntas, inscripta en una circunferencia imaginaria, cuyo diámetro es igual a un tercio de la altura de la bandera, con una de sus puntas orientada hacia el borde libre superior de la bandera.

José María Aurrecoechea: “Yo no soy, no puedo ser un traidor”




Venezolano, militar y revolucionario, defensor de la legalidad y héroe de la Independencia de Cuba
Este venezolano militar y revolucionario, nace en Puerto Cabello el 9 de abril de 1842. Realiza sus estudios en la ciudad de Caracas, en el colegio El Salvador del Mundo, dirigido por Juan Vicente González y Manuel María Urbaneja.
Tras los sucesos de la «Revolución de Marzo de 1858», se incorpora a la carrera de las armas bajo el mando del general Justo Briceño, defensor de la fusión liberal conservadora, en apoyo a Julián Castro, quien llega a la Presidencia de la República liderando la señalada revuelta.
En abril de 1858 lo encontramos en la campaña de Oriente contra José Gregorio Monagas. Luego es asignado al cuerpo de artillería, ingresando en calidad de adjunto a la Academia Militar, bajo las órdenes del comandante de ingeniero Carlos Mendoza.
En septiembre de 1859 participa destacadamente en el combate de Maiquetía, bajo la dirección del teniente de ingenieros Genaro Rafael Pereira. Pasa a integrar el batallón Convención donde alcanza el grado de capitán.
El 29 de agosto de 1861 el coronel José Echezuría, llegado del Tuy y estimulado por facciones paecistas, deponen al Presidente de la República Pedro Gual. Aurrecoechea no participa del golpe, mas se encuentra que los soldados bajo su mando están del lado de los amotinados. José María Aurrecoechea manifiesta su inconformidad y rompe su espada delante de Echezuría, diciéndole: Yo no soy, no puedo ser un traidor
Aurrecoechea es apresado y sometido a juicio. Logra escapar y se instala en La Habana. Pronto se alista en las filas de los insurgentes independentista de Cuba, enrolándose al lado de Carlos Manuel de Céspedes. Adquiere el grado de Mayor general del ejército independiente y general en jefe del distrito de Holguín. El 9 de diciembre de 1870 es delatado por un espía y capturado con su estado mayor en un bohío en la montaña de la Faja. Enjuiciado, es sentenciado a muerte, junto con Facundo Cable, su jefe de estado mayor. La prensa española le rinde tributo por su conducta heroica. Es fusilado el 11 de diciembre de 1870.

La maldición de Capistrano



El Zorro es un personaje de ficción que fue harto utilizado por el presidente Chávez para anatematizar a los candidatos de UNT en el estado Zulia. Poco conocen los asesores del presidente sobre este héroe, quien hizo pública aparición por primera vez en el cuento la maldición de Capistrano, 1919, en la revista All-Story Weekly.Arthur Johnston McCulley, creador del personaje, nace el 2 de febrero de 1883 en Illinois, EE UU, y desarrolla la actividad de reportero policial. Su dedicación a la literatura la canalizó en cientos de cuentos y en cincuenta novelas. Escribe historietas con California como tema de fondo, entre ellas la del Zorro, un joven noble hacendado quien lucha contra la injusticia y el crimen en la Alta California, territorio que formaba parte del México colonial, bajo la corona del reino de España.

En su versión tradicional, la producida por Walt Disney en los años 50, el Zorro lucha contra la opresión de un militar, Monasterio, que utiliza los altos impuestos que le cobra a la población para dilapidarlos en corrupción, lujo e incompetencia. Monasterio simboliza la injusticia y contra él lucha el Zorro, ayudado por el fiel e inteligente Bernardo, quien sabe secundarlo, apoyarlo y ayudarlo en su combate contra el oprobioso poder totalitario del militar in comento.
Hay una versión contemporánea, la llevada al cine con Antonio Banderas en el papel de El Zorro y Anthony Hopkins como Bernardo. En esta zaga, Bernardo es el Zorro original, quien había entablado una larga lucha contra el representante del rey, Rafael Montero, y había sido detenido, no por haber sido descubierto en su doble personalidad, sino por un arrebato de celos y envidia de Montero, ante la belleza que tiene Diego de la Vega como esposa. El todopoderoso Montero ordena el asalto a la residencia de Diego de la Vega, muriendo en la acción la bella Elena, él es hecho preso y la pequeña bebe, es secuestrada y criada como hija de Montero.

En ambas versiones Bernardo es un personaje espectacular. Bien en la original de Walt Disney, en que su inteligencia natural descontrola en innumerable ocasiones a las tropas opresoras, engaña al militar felón o sencillamente pasa como humilde servidor para enterarse de los planes maléficos del capitán Monasterio.
En la segunda versión, Bernardo es el Zorro original, quien por la edad, luego de haber recuperado la libertad, al estilo del conde de Montecristo, le pasa el testigo a Alejandro Murrieta, quien tiene cuentas por cobrar a un comandante del ejército de Montero, el capitán Harrison Love, que se distingue por su crueldad.
Visto así, Bernardo es un personaje heroico, el Zorro un hombre excepcional; ambos luchan contra la injusticia, la corrupción y por la libertad. Los malos de la zaga son unos militares y civiles crueles, indolentes, corruptos, por decir algo, que representan el poder o están al servicio del mismo.
En el imaginario popular la figura del Zorro y de Bernardo no es peyorativa. Todo lo contrario. Se asimila a justicia, libertad, igualdad, solidaridad, fraternidad. A familia bien constituida, abolengo, patria, a buen gobierno, a democracia social…

Chacao pudo haber sido Caracas



Comentarios en torno al traslado de Caracas a Chacao, el terremoto del día de San Bernabé, fray Mauro de Tovar y sobre las familias originarias.

El once de junio de 1641, día de San Bernabé, entre las ocho y media y las nueve de la mañana, tembló en la ciudad de Santiago León de Caracas. El mismo se sintió fuertemente en la Guaira y fue de tal magnitud, que no existió edificación que no sufriera daños, siendo la mayoría de ellas destruidas. La iglesia mayor sufrió averías considerables, abriéndose por varias partes. Cayó parte del Convento de Las Monjas, la iglesia de San Francisco se desplomó casi en su totalidad. La ciudad fue literalmente destruida y acto seguido, se desató una plaga que diezmó a la población y los sobrevivientes, en su mayoría, quedaron sumido en la miseria.

A raíz del mencionado terremoto, muchos vecinos caraqueños buscaron amparo al este de la ciudad encontrando en el sitio que hoy conforma el Municipio Chacao amparo. A tal punto, que se pensó en el traslado de la ciudad de Caracas hacia el lugar que ocupa hoy Chacao. Mas fray Mauro de Tovar se opone y logra su cometido de no reasentar la urbe.

Pero quien era este fray Mauro de Tovar. Sacerdote benedictino, fue obispo de Venezuela entre diciembre de 1640 y febrero de 1654. Hombre de desempeño público muy polémico. Su personalidad dominante, arbitraria, orgullosa y hasta tiránica, como lo reseña el historiador Lucas Castillo Lara, contribuye a desatar querellas que algunas han pasado a la historia. Una de ellas, su tenaz oposición a la fundación del convento de la orden de los mercedarios. Ante la insistencia de los seguidores de dicha orden y la construcción del convento señalado, fray Mauro de Tovar decreta el 29 de agosto de 1641 la demolición de dicha edificación, a causa de los daños causado por el terremoto del día de san Bernabé en la misma. Los mercedarios se niegan a dar cumplimiento a dicho decreto, motivo que incita a Mauro de Tovar a encabezar una procesión – manifestación que hace efectivo el decreto de demolición y, como ñapa, excomulga al fraile de esa orden, Juan de Espinosa.

Otro escándalo, y situémonos en la sociedad del siglo XVII, fue el proceso de anulación del matrimonio de Ana de Cepeda y Pedro Navarro. Ana de Cepeda acusa a su marido de malos tratos y amancebamiento con su hermana, Jimena Ponte. Fray Mauro de Tovar dispone el apresamiento de los hermanos Jimena y Pedro; revive una causa pendiente contra la madre de estos por no haber bautizado a 7 de sus 10 hijos y la excomulga, al igual que a otros parientes.

Fray Mauro de Tovar excomulga al teniente general Fernández de Fuenmayor y a los alcaldes ordinarios por haber participado en el juicio. El caso sigue su curso en Santo Domingo, resultando a su vez excomulgado fray Mauro de Tovar. Pero esto no queda aquí. Sigue la contienda jurídica en el Consejo de Indias, instancia en la que logra que se levante las sanciones impuestas en Santo Domingo, y le encarga “…que siempre guardéis las leyes de estos reynos, para cumplir todo lo que debéis y sois obligado y excusar para lo adelante ocasiones de semejantes escándalos…”. El pleito continúa ya que Gabriel Navarro, quien es procurador de Caracas ante el Consejo de Indias en 1648, presenta documentos contentivos de las ofensas del obispo contra su familia.

En 1650 el polémico obispo es trasladado a Chiapas, México (se efectúa en febrero de 1654), por lo que se tranquiliza esta disputa no sin estampar la siguiente frase al embarcarse, tras sacudir las zapatillas: “de Caracas no quiero ni el polvo, ahí se los dejo”.

En 1776 una epidemia de viruela causa estragos en Caracas. Al igual que en 1641, muchas familias se trasladan a Chacao y no pocas sentaron residencia definitiva en esta comarca.

Otro sacerdote, el padre José Mohedano, primer Cura propio de Chacao, indica que para el 12 de julio de 1770 Chacao contaba con 1445 habitantes. Para ese momento la jurisdicción comprendía Sabana Grande, Chacaito, Chacao y Sebucán. El censo del padre Mohedano nos refiere que la población contaba con 145 casas, ubicadas en 8 calles denominadas así:
Calle de la Santísima Trinidad: corre de Norte a Sur; Calle de la Encarnación del Hijo de Dios, corre de Sur a Norte; Calle del Nacimiento de Jesucristo, corre de Sur a Norte; calle de la Circuncisión del Señor, corre de Sur a Norte; calle de la Presentación de Jesús, corre de Oriente a Poniente; calle de la Huida a Egipto, corre de Poniente a Oriente; calle del Niño Perdido, corre de Oriente a Poniente; calle del Bautismo de Nuestro Señor, corre de Poniente a Oriente.

En el censo destacan algunas cabezas de familia, tales como la de don Mateo Blanco, Francisco Xedler, Alejandro Blanco, Francisco Antonio Borges, Nicolás Blanco, Ana de Liendo, Félix Blanco, Antonio Archeta, Isabel Daboin, entre otras. En el Partido de Chacaito y Sabana Grande, entre otras cabezas de familia se encuentran los siguientes nombres: Juan Diaz, Carlos Betancourt, José Mañas, José González Manzo, Damiana de la Cruz Pérez. En el Partido de Sebucán: José Díaz, Agapito Acevedo, María Felipa Xedler, entre otros.

Quizás de no haberse opuesto Mauro de Tovar a la idea de trasladar a Caracas hacia los terrenos que hoy comprenden Chacao, la ciudad fuese hoy, políticamente, la capital de la República, y Chacao, una parroquia de la ciudad capital…

Carlos Marx: “necesito serias explicaciones sobre su posición económica…”



La vida es única para cada quien y se vive de acuerdo a su razón capital. Cuando la pareja encuentra la complementariedad que satisface sus exigencias vitales, se entiende que la vida va más allá del existir…
Paul Lafarge nace el 15 de enero de 1842 en Santiago de Cuba, expresión del mestizaje, propio del Caribe: su abuela paterna era mulata oriunda de Haití, la materna, indígena cubana; sus abuelos, Jean Lafargue y Abraham Armanagc, franceses. Paul, hijo de un terrateniente acomodado, obtuvo buena educación en su Cuba natal, la cual completó cuando la familia se traslada a Francia, oportunidad para culminar sus estudios de bachillerato en el tecnológico de Toulouse. Luego se va a París a estudiar medicina, donde se ocupa de su formación política, topándose con el positivismo de Comte, textos de Kant, Feuerbach, Darwin y los pensadores socialistas Fourier y Proudhon. Este último capta al joven y se hace miembro de la Sección Francesa de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), fundada en Londres en 1864.
En 1865 participa en Londres en la fundación de la I Internacional y conoce a Carlos Marx en el mitin de Saint-Martin´s Hall. Deportado de Francia por sus actividades proselitista, se radica en Londres donde frecuenta a Marx. Conoce a su hija Laura y entabla amores con ella. Relaciones que preocupan al futuro suegro y no tiene empacho en manifestar en una carta fechada el 13 de agosto de 1866 la cual dice: “si quiere continuar con las relaciones con mi hija (Laura) tendrá que reconsiderar su modo de “hacer la corte”. Usted sabe que no hay compromiso definitivo, que todo es provisional; incluso si ella fuera su prometida en toda regla, no debería olvidar que se trata de un asunto de larga duración. La intimidad excesiva esta, por ello, fuera de lugar si se tiene en cuenta que los novios tendrán que habitar en la misma ciudad durante un periodo necesariamente prolongado de rudas pruebas y purgatorio (…) A mi juicio, el amor verdadero se manifiesta en la reserva, la modestia e incluso la timidez del amante ante su ídolo, y no en la libertad de la pasión y las manifestaciones de una familiaridad precoz. Si usted defiende su temperamento criollo, es mi deber interponer mi razón entre ese temperamento y mi hija (…)
Antes de establecer definitivamente sus relaciones con Laura necesito serias explicaciones sobre su posición económica. Mi hija supone que estoy al corriente de sus asuntos. Se equivoca. No he puesto esta cuestión sobre el tapete porque, a mi juicio, la iniciativa debería haber sido de usted. Usted sabe que he sacrificado toda mi fortuna en las luchas revolucionarias. No lo siento, sin embargo. Si tuviera que recomenzar mi vida, obraría de la misma forma (…) Pero, en lo que esté en mis manos, quiero salvar a mi hija de los escollos con los que se ha encontrado su madre…”
A pesar de los exámenes del minucioso suegro, Laura Marx y Paul Lafarge se casaron el 2 de abril de 1868.
La pareja vive una vida signada por la pasión. El miércoles 29 de noviembre de 1911, Paul y Laura entraron en un cine de París para “matar el tiempo”. Hay una decisión tomada y la firmeza para el cumplimiento. Volverán a la cama, lugar de encuentros apasionados y desencuentros, tiempos en que defienden con ardor sus puntos de vistas. Nada impedía su felicidad.
Tras el cine y cuarenta años de matrimonio, la pareja visita la recurrente pastelería en la cual escogen sus preferencias y se trasladan a casa, una villa campestre en Draweel. Allí hacen un arqueo de sus vidas, recuerdan la carta del viejo Marx donde dice “Ese maldito de Lafargue me está atormentando con sus ideas y modales, y no va a dejarme en paz hasta que no le siente bien el puño en su cabeza de criollo.”
Marx poco comprendía las ideas de su seguidor Lafarge, quien intentaba licuar en una poción mágica el hedonismo con el marxismo: “El fin de la revolución –afirma en su libro “elogio a la pereza”- no es el triunfo de la justicia, de la moral, de la libertad, y demás embustes con que se engaña a la humanidad desde hace siglos, sino trabajar lo menos posible y disfrutar, intelectual y físicamente, lo más posible. Al día siguiente de la revolución habrá que pensar en divertirse”… Nadie debería trabajar más de tres horas, “holgazaneando y gozando el resto del día y de la noche. En la sociedad capitalista, el trabajo es la causa de toda degeneración intelectual, de toda deformación orgánica”.
Aquel miércoles degustaron sus pastelitos, tomaron su té mezclado con veneno y se acostaron cubriéndose con el edredón. Al otro día, el jardinero y su mujer encontraron los cadáveres, junto con la siguiente nota:
“Sano de cuerpo y espíritu, me doy la muerte antes de que la implacable vejez, que me ha quitado uno detrás de otro los placeres y goces de la existencia, y me ha despojado de mis fuerzas físicas e intelectuales, paralice mi energía y acabe con mi voluntad convirtiéndome en una carga para mí mismo y para los demás. Desde hace años me he prometido no sobrepasar los setenta años; he fijado la época del año para mi marcha de esta vida, preparado el modo de ejecutar mi decisión: una inyección hipodérmica de ácido cianhídrico. Muero con la suprema alegría de tener la certeza de que muy pronto triunfará la causa a la que me he entregado desde hace cuarenta y cinco años.”
No tomo por sorpresa la noticia a sus camaradas. Durante la semana habían sido visitados para anunciar su decisión. Lo esperaban. Conocían de sus temperamentos. Los encontraron abrazados en un ambiente con fuerte olor a cianuro de potasio, dicen que así huelen las almendras amargas.
Quiero imaginar cuanto desearían poetas como Manuel del Cabral, José de Espronceda, Andrés Eloy Blanco o Jorge Manrique, poder interiorizar en el alma de nuestros personajes, percibir en su totalidad la intensidad del tiempo transcurrido entre la ingesta de la pócima y el nano segundo en que pierden la consciencia; y plasmar ese mundo en disolución, en metáforas elocuentes y poder entender tan sublime momentos…