Tras la inauguración de la autopista Caracas La Guaira, se desató una fiebre por buscar el tesoro de Monteverde el cual supuestamente estaba escondido en la Cueva de Boquerón. La leyenda precitada fue divulgada por un estudioso de las ciencias ocultas llamado Hellmund Tello y no fueron pocos los que se extraviaron en la inútil búsqueda. Solamente en un mes se perdieron más de quince personas, por lo que las autoridades prohibieron el paso a la zona.
Los centros espiritistas participaron en la polémica en torno a los sucesos ocurridos. Afirmaban que “había espíritus burlones en Boquerón” y esa era la causa de tantos accidentes que sucedían en la vieja carretera de La Guaira. Dicen los especialistas del momento en lo esotérico, que hay espíritus que se apegan al sitio donde fallecen sus cuerpos y tratan de atraer a otros para que los acompañen.
Lo cierto es que el precitado paso está a más de 600 metros de altura sobre el nivel del mar y a una distancia de unos 18 kms de La Guaira. Desde esa altura, se divisa una hermosa vista sobre el mar Caribe.
La Cueva de Boquerón objeto de la leyenda del tesoro de Monteverde fue localizada por José Roberto Vegas, quien lideraba un grupo que estaba conformado por el cónsul de los EE UU en La Guaira, J. H. Parmenton, seis exploradores y siete reporteros y fotógrafos.
El grupo realizó una minuciosa inspección de la cueva descubierta por Vegas, descendiendo por peligrosas grietas y observando pasadizos que no fueron totalmente explorados. No encontraron el tesoro, pero si un Cristo y una Biblia.
La historia es que ocho años antes, un señor de nombre Matías Gutiérrez había matado al abogado Quiroz Cabrera después que le embargara su última posesión, dejándolo en la completa ruina. Matías tenía unos chivos que pastoreaban por los lados de Boquerón, que también fueron retenidos. Tras el asesinato, huyó y se escondió en las grietas de Boquerón.
Una noche soñó con el Nazareno, quien le decía: “Matías, yo te he perdonado. Cumple ahora con la justicia de los hombres. Entrégate”.
Matías se entregó y tras cumplir su condena instaló una modesta bodega por los lados de “Ruperto Lugo”. Allí pasaba la vida decentemente con un esfuerzo importante ya que se levantaba diariamente a las dos de la mañana para buscar los víveres y venderlos durante el día.
Uno de los periodistas que participó en la búsqueda de la cueva relacionó el hallazgo del crucifijo y la Biblia con el caso de Matías. Este lo recibió con emoción señalando que eran su compañía en aquellos tiempos de soledad y constricción. Pidió que se lo dejaran e inmediatamente se trasladó a la iglesia de Santa Teresa para dejar en el altar del Nazareno de San Pablo la Biblia y el Cristo.
Los centros espiritistas participaron en la polémica en torno a los sucesos ocurridos. Afirmaban que “había espíritus burlones en Boquerón” y esa era la causa de tantos accidentes que sucedían en la vieja carretera de La Guaira. Dicen los especialistas del momento en lo esotérico, que hay espíritus que se apegan al sitio donde fallecen sus cuerpos y tratan de atraer a otros para que los acompañen.
Lo cierto es que el precitado paso está a más de 600 metros de altura sobre el nivel del mar y a una distancia de unos 18 kms de La Guaira. Desde esa altura, se divisa una hermosa vista sobre el mar Caribe.
La Cueva de Boquerón objeto de la leyenda del tesoro de Monteverde fue localizada por José Roberto Vegas, quien lideraba un grupo que estaba conformado por el cónsul de los EE UU en La Guaira, J. H. Parmenton, seis exploradores y siete reporteros y fotógrafos.
El grupo realizó una minuciosa inspección de la cueva descubierta por Vegas, descendiendo por peligrosas grietas y observando pasadizos que no fueron totalmente explorados. No encontraron el tesoro, pero si un Cristo y una Biblia.
La historia es que ocho años antes, un señor de nombre Matías Gutiérrez había matado al abogado Quiroz Cabrera después que le embargara su última posesión, dejándolo en la completa ruina. Matías tenía unos chivos que pastoreaban por los lados de Boquerón, que también fueron retenidos. Tras el asesinato, huyó y se escondió en las grietas de Boquerón.
Una noche soñó con el Nazareno, quien le decía: “Matías, yo te he perdonado. Cumple ahora con la justicia de los hombres. Entrégate”.
Matías se entregó y tras cumplir su condena instaló una modesta bodega por los lados de “Ruperto Lugo”. Allí pasaba la vida decentemente con un esfuerzo importante ya que se levantaba diariamente a las dos de la mañana para buscar los víveres y venderlos durante el día.
Uno de los periodistas que participó en la búsqueda de la cueva relacionó el hallazgo del crucifijo y la Biblia con el caso de Matías. Este lo recibió con emoción señalando que eran su compañía en aquellos tiempos de soledad y constricción. Pidió que se lo dejaran e inmediatamente se trasladó a la iglesia de Santa Teresa para dejar en el altar del Nazareno de San Pablo la Biblia y el Cristo.