domingo, 8 de marzo de 2009

José María Vargas: “El mundo es del hombre justo y honrado.”

Prócer civil, albacea del Libertador Simón Bolívar, es símbolo de la preeminencia del poder civil sobre el autoritarismo militar en los albores de la república. Médico de profesión, fue rector de la Universidad de Caracas electo por el Claustro universitario y Presidente de la República de Venezuela, en momentos en que se imponía la figura militar de los héroes de la Independencia.
Nació en La Guaira el 10 de marzo de 1786. Fue considerado como un hombre de avanzado pensamiento cívico para su época. Tenía una vasta formación científica humanística. A los 16 años ingresó al Seminario Tridentino de Caracas, donde estudia cuatro años y obtiene el grado de Bachiller en Filosofía (1803).
Tres años más tarde es Maestro de Artes y en 1808, apenas se gradúa de doctor en Medicina, para ejercer en Cumaná su profesión. En esta tierra oriental le sorprende el 19 de abril de 1810, día de la independencia de Venezuela y a la caída de la Primera República, Vargas es sometido a prisión en los calabozos de La Guaira, puesto que en 1812 se había regresado a su tierra natal.
En 1813 al llegar Bolívar a Caracas, fue liberado. Vargas se traslada a Europa, donde perfecciona sus conocimientos en Medicina, Astronomía, Física, Cánones, Lenguas vivas y muertas, además de mostrar interés en otras áreas como la Oftalmología, Anatomía, Patología, Tocología, Mineralogía, Botánica y Química.
De Europa pasa a Puerto Rico, donde permanece hasta 1825 cuando decide regresar nuevamente a Venezuela. Al año siguiente, funda la Cátedra de Anatomía en la Universidad de Caracas dando clases gratuitamente.
Presentado como candidato a la presidencia de la República de Venezuela, repetidas veces renuncia, pero sus amigos insisten en inscribirlo logrando obtener la mayoría de votos en las elecciones. El 9 de febrero de 1835 presta juramento como Presidente de Venezuela, en abril renuncia y en julio, de ese mismo año, estalla la Revolución de las Reformas, cuando la insolencia de Carujo se impuso ante la razón y la justicia.
Vargas es expulsado del país, pero Páez lo repone en el mando. Sin embargo, fue por poco tiempo, ya que el 14 de abril renuncia definitivamente. Se retiró de sus quehaceres vocacionales: la ciencia y la educación y en 1842 preside los actos del traslado de los restos del Libertador desde Santa Marta a Caracas.
El derrocamiento del Presidente Vargas
“Una compañía al mando del Capitán Julián Castro se formó a la puerta de la casa de Vargas, con orden de no dejar entrar ni salir a nadie sin permiso de los revolucionarios. En las primeras horas de la mañana va a conferenciar con el cautivo Presidente el nuevo General Carujo. Es clásica en las tradiciones venezolanas la entrevista de este rebelde de oficio y el austero Presidente que se veía ahora secuestrado por la soldadesca.
Empeñase Carujo en demostrarle que el único medio de evitar la guerra civil es renunciar a la Presidencia, alegando que el Gobierno estaba de hecho vencido, que los hechos son la fuente del derecho y la revolución el origen de todo gobierno, y que el hecho del 8 de julio iba a ser el derecho del día siguiente. Vargas opone a la brutal franqueza del soldado la calma entera del filósofo, y le contesta que el poder que está ejerciendo no es renunciable sino ante el Congreso, ni reconocerá nunca el Presidente de la República la autoridad de una revolución a mano armada.
¡Señor Doctor! – grita Carujo- “El mundo es de lo valientes”.
¡Señor Carujo! – replica Vargas- “El mundo es del hombre justo y honrado.”
Al producirse el cuartelazo, el presidente Vargas nombró a Páez Jefe del Ejército frente a los alzados que a su vez habían designado a Mariño como Jefe Superior de la revolución. Páez que se encontraba en uno de sus hatos en el Guárico, movilizó sus tropas hacia Caracas (los caudillos militares tenían sus propias fuerzas, formadas a menudo por los peones de sus hatos y haciendas), y se pronunció en favor del presidente José María Vargas.En el camino sumó a sus fuerzas las de algunos jefes alzados en el centro y entró a la ciudad evacuada poco antes por los revolucionarios. Páez declaró restablecido el gobierno legítimo y, mientras regresaba del exilio el doctor Vargas puso al frente del gobierno al General José María Carreño en su carácter de presidente del Consejo de Gobierno. Luego optó por negociar con los alzados a los cuales, como en 1831, ofreció indultos y les garantizó sus grados militares y propiedades a cambio de que se sometieran al gobierno y reconocieran su autoridad.

En agosto del mismo año el doctor Vargas regresó al país y reasumió la presidencia hasta marzo de 1836, fecha en la cual renunció y se separó definitivamente del gobierno, dejando encargado al Vicepresidente Andrés Narvarte. Cuando terminó el periodo de éste, en enero de 1837, se encargo de la presidencia, una vez más, el General Carreño hasta el 20 de mayo, cuando habiendo sido electo Vicepresidente el General Carlos Soublette, asumió la presidencia y la ejerció como encargado hasta que terminó el período en 1839.
La insurgencia militar contra el presidente Vargas constituyó el hecho decisivo en este accidentado período constitucional. La lucha entre los caudillos militares se había impuesto y fracasaba el efímero ensayo de gobierno civil. El propio Vargas poco antes de asumir el gobierno, había denunciado a “los hombres que han creído que, Venezuela es su patrimonio”, refiriéndose a los caudillos militares que negaban a los civiles el derecho a gobernar y se disputaban entre ellos la dirección de la nueva República.No obstante, haber fracasado la revuelta, el presidente Vargas no pudo terminar su período por falta de apoyo de Páez, quien pretendía que el doctor Vargas sirviera a sus fines políticos. El triunfo sobre los alzados no sirvió, pues, para afianzar al presidente constitucional, sino más bien para fortalecer a Páez como caudillo.

Estaba en juego en aquellos momentos la jefatura que Páez venía ejerciendo desde 1826. De haber triunfado la Revolución de las Reformas, Páez habría sido desplazado como caudillo principal por Mariño o Monagas. Esta circunstancia lo determinó a oponerse a los revolucionarios en la certeza de que su éxito lo afianzaría en el mando de la república.El triunfo le permitió, apartar temporalmente a sus rivales militares y al mismo tiempo deshacerse del presidente Vargas cuyo alto cargo pasó a ocupar el General Soublette, precisamente el candidato de Páez derrotado en las elecciones de 1834.
Los enemigos del sabio Vargas no le discutían sus méritos científicos, pero le “echaban en cara” el haber emigrado en 1813 (después del regreso de Bolívar a Caracas) y haberse residenciado en Puerto Rico (1817-1825) después de sus estudios en Edimburgo (1814-1817). Alegaban además que éste dejó en Puerto Rico a su familia y sus bienes, regresando a su patria cuando la paz ya estaba asegurada (1825) para ser nombrado catedrático de la Universidad de Caracas en 1826 y Rector en 1827 (electo por el claustro) después de las reformas realizadas por Bolívar el año 27.
En agosto de 1853, sintiéndose enfermó viajó a Estados Unidos, donde residió primero en Filadelfia y luego en Nueva York donde finalmente murió el 13 de julio del año siguiente. En 1877, sus cenizas fueron traídas a Caracas y sepultadas en el Panteón Nacional el 27 de abril de ese mismo año.
Como un homenaje a su memoria, el Municipio -hoy estado de la República Bolivariana de Venezuela- donde nació se llama Vargas desde 1987. También los médicos celebran su día el 10 de marzo de cada año.