domingo, 22 de marzo de 2009

Juan Pablo Sojo.- Frases de la región de Barlovento, estado Miranda, Venezuela



"En todos los pueblos, caseríos o “sitios”, hallaremos en boca del nativo intonso, frases como las siguientes:
“Ahilado", trozo de hacienda cacahuera, arboleda.
“A jecho", a peso. “Ajumar”, ahumar.
“Antiquina”, asimismo, exactamente.
“Ambilar”, "ambilado”, embromar, embromado.
“Arrancapepa", bachaco grande negro.
"Boca fría”, toda serpiente venenosa.
”Birriondo”, macho en celo.
"Cabecino", inteligente.
“Caligüeba”, tarantera, epilepsia.
“Coyomo”, camaroncito de río.
“Cacheo", contracción por plátano salcochado.
“Conversa”, conversación.
“Cónchale”, interjección.
“Culepuya”, tambor llamado “redondo”, formado por tres instrumentos denominados "tiple", "bordón" y "pujao".
"Fuñido, fuñir", tercio roñoso, embromar.
"Guatanero", en la cacería o pesca sujeto que carga las piezas cobradas.
"Jalar", talar el monte.
"Jecho", fruto hecho.
"Lambido”, individuo entrometido, vivo.
"Lembe", golpe dado con la mano abierta.
"Malembe", baile de tambor.
"Macuto", mara, carriel de fibras.
"Majarete", por manjarete, dulce popular.
"Marañero", tramposo.
"Mestiza”, bollo dulce de plátano y coco.
"Mina", tambor formado por tres elementos "boca”, "curveta” y "Iáures”. "Macagua", clase de serpiente venenosa, llamada también "terciopelo", "amarilla", etcétera.
"Macan", "macaneo", brega, trajín.
"Masamorra", atole de plátanos o maíz tierno.
"Mamorra", comida.
"Mochoroco", pez de río.
"Mástigo", mástil donde penden los racimos de banano.
“Endenantes", por ahora rato.
"Pan pelao", pan de maíz seco fermentado con cenizas.
"Pichagua", cuchara de tapara.
"Paguara”, machete de hoja ancha, en otras partes "taguara".
"Pimpina", o múcura.
"Piñazo", puñetazo. "Pintón", plátano maduro.
"Quichimba", tambor sui generis echado en el suelo.
"Requeneto", pequeñín.
"Rozas", arboleda talada y quemada.
"Rumbambaya", baile de cuatro y maracas.
"Folias", cantos a la Cruz de Mayo.
"Sitios", campos denominados o villorrios montañeros.
"Sorocho" lo que está medio asado, todavía crudo.
"Sangrepesá", cambur morado.
”Taritari” bachaco rojo.
"Tololé” baile sanjuanero, original de tambor. Y siguen una lista interminable que publicaremos otro día."


Referencia: Sojo, Juan Pablo. Barlovento, una invitación a la novela. En El Estado Miranda. Su tierra y sus hombres. Ediciones del Banco Miranda. Caracas 1959.

sábado, 21 de marzo de 2009

Fermín Toro y el manto de la Reina de España

Para finalizar las negociaciones diplomáticas entre la República de Venezuela y el Reino de España tendente a lograr el reconocimiento pleno de la Independencia del país suramericano, el gobierno de Soublette envió a don Fermín Toro a reforzar al diplomático Alejo Fortique, quien llevaba la representación nacional.
Tras el reconocimiento por parte del Reino de España de la Independencia de Venezuela mediante el Tratado de Madrid, el 30 de marzo de 1845, firmado por Alejo Fortique; para celebrar el acto, la reina de España, Isabel II, dio un baile en Palacio e invitó a Fermín Toro para iniciar con ella la danza. Desarrollándose el baile, el venezolano pisó el manto de la reina, a lo que ella dijo:
- Hasta mi manto real quiere hoy estar a vuestros pies.
Toro inmediatamente se disculpó, pero Su Majestad continuó:
- ¿No os agrada este homenaje de la reina? Pensad que la madre acude a la fiesta de la hija. España honra a Venezuela en vuestra persona.

La etiqueta, el burro y la reina de Francia



En la corte de Luis XVI se encargaba de la etiqueta madame de Noailles. Era tan cuidadosa en su gestión que María Antonieta, reina de Francia, estaba harta del celo en su labor, al punto de llamarla madame L´Etiquette.
Durante una gira campestre María Antonieta cayó del burro sobre el cual se trasladaba. Solícitos, los ayudantes y acompañantes fueron a auxiliarla, pero ella se negó a colocarse en pie.
Estaba maltrecha…
¡No!
Exigió a gritos que se presentara madame de Noailles “para que nos diga lo que manda la etiqueta cuando se cae del burro la reina de Francia”

domingo, 8 de marzo de 2009

Rafael María Baralt: escritor, periodista, historiador, filólogo, crítico y poeta venezolano




Estudiante de la célebre Universidad de Bogotá, en el devenir del tiempo se realiza como escritor, periodista, historiador, filólogo, crítico y poeta. Se incorpora a la actividad política que en ese tiempo se ligaba a la militar (¿coincidencias con la época presente?). La República Dominicana lo designa como ministro plenipotenciario para pactar con España el tratado de reconocimiento de la nueva nación.
Este personaje, escritor e historiador, es hijo de Miguel Baralt y de la dominicana Ana Francisca Pérez. Como Fermín Toro y Juan Vicente González, Baralt nace sobre la fecha de la independencia, crece mientras se lleva a cabo la guerra e irrumpe en la vida pública y cultural del país cuando se ha disuelto la Gran Colombia.
Pero el escritor zuliano se incorpora a los hechos de otra manera: pertenece al ejército patriota siendo un adolescente y es testigo de la batalla naval del lago de Maracaibo (24.7.1823). Ello ocurre apenas vuelve de la isla de Santo Domingo de donde era oriunda su madre y adonde su familia lo había trasladado cuando era niño. Posteriormente, pasa a Bogotá (1826) a proseguir estudios, graduándose allí de bachiller y, de regreso a Maracaibo (1828), sigue en la milicia, compartiendo el cuartel con la lectura de los clásicos españoles. Oficial único de la Administración de Correos del departamento del Zulia, sirve como oficial del Estado Mayor y secretario del general Santiago Mariño en la Campaña de Occidente (comienzos de 1830). Por entonces realiza su primer trabajo de historiador: la ordenación de los documentos de campaña de Santiago Mariño.
Se introduce en las tensiones políticas de la región, uniéndose a quienes desean separar a Maracaibo de la Gran Colombia. Su traslado a Caracas, ya en la época del ciclo paecista, significa por una parte, la continuación de su carrera militar, la obtención del título de agrimensor y, por otra, la incorporación a la vida intelectual y cultural de la capital.
Baralt se asocia a las grandes personalidades del momento, participa en las actividades de la Sociedad Económica de Amigos del País y da a conocer en la prensa las prosas y artículos costumbristas que le aseguran rápidamente el prestigio de escritor y estilista.
Interviene al lado del gobierno de José María Vargas en la Revolución de las Reformas (1835) y hacia 1837, por iniciativa propia, comienza a investigar y acopiar los materiales que lo convertirán en historiador. Este empeño personal coincide con un interés colectivo: un proyecto intelectual de envergadura como es el que supone editar el Resumen de la geografía de Venezuela y el Atlas que prepara Agustín Codazzi. Como ha podido comprobarse fidedignamente, tanto en el estilo como en la conceptualización, la presencia de Baralt en este proyecto fue más que la de un simple colaborador. Así nace, con la participación de Ramón Díaz Martínez, el Resumen de la historia de Venezuela en 3 volúmenes, publicado en 1841 en París, adonde había viajado Baralt, comisionado por Codazzi, para ayudar a la elaboración y edición de los trabajos emprendidos.
De regreso de su misión editorial en París (agosto 1841) y siempre en calidad de experto, se le encomienda estudiar el problema de los límites venezolanos con la Guayana Inglesa, tema en el que ya Baralt estaba trabajando. Con tal fin viaja nuevamente a Europa, esta vez de manera definitiva (13.9.1841). Tiene 31 años. A las órdenes del ministro plenipotenciario Alejo Fortique, va a Londres y por último se radica en España.
De los archivos de Sevilla, viaja a Madrid (1845). Este desarraigo supone para Baralt el cumplimiento de su destino intelectual y literario. Hacia 1843-1844 escribe su oda Adiós a la patria y otros poemas. Se suma a los círculos literarios de España, hace abundante periodismo y se asimila a la vida política de ese país. El libro Poesías (1848), así como la recopilación de sus prosas políticas dispersas, comienzan a cuajar en una serie de volúmenes: Programas políticos, Historia de las cortes, Lo pasado y lo presente, Libertad de imprenta (1849), contando con la colaboración de Nemesio Fernández Cuesta. Sin embargo, como prosista reputado y autoridad en el estilo, del interés de Baralt no podía estar ausente el estudio y el conocimiento de la lengua española. En este campo, su labor lexicográfica se hizo famosa; a ella pertenecen el ambicioso prospecto de un Diccionario matriz de la lengua castellana (1850) y el Diccionario de galicismos (1855).
La verdadera apoteosis del autor ocurre el 15 de septiembre de 1853 cuando la Real Academia Española lo elige para ocupar el sillón vacante de Juan Francisco Donoso Cortés. En su discurso de incorporación, el escritor venezolano, tras hacer un examen de las ideas políticas de su antecesor, expone su doctrina de catolicismo liberal. El prestigio lo lleva a desempeñar cargos públicos importantes: la dirección del vocero oficial Gaceta de Madrid y la administración de la Imprenta Nacional (1854).
La República Dominicana, país en el que había pasado su infancia, lo designa como ministro plenipotenciario para pactar con España el tratado de reconocimiento de la nueva nación. Por circunstancias políticas, es violada su correspondencia oficial cuando se discute la interpretación del tratado. España lo desconoce como embajador, lo priva de sus cargos públicos y lo enjuicia (1857). Aunque es absuelto y reivindicado públicamente, su salud queda quebrantada y muere en Madrid a los 49 años. Sus restos reposan en el Panteón Nacional desde el 23 de noviembre de 1982.
ADIOS A LA PATRIA
(Estrofas)
Tierra del sol amada
Donde inundado de tu luz fecunda
En hora malhadada
Y con la faz airada
Me vio el lago nacer que te circunda.
No te duela mi suerte,
No maldigas mi nombre, no me olvides
Que, aun vecino a la muerte,
Pediré con voz fuerte
Victoria a Dios para tus justas lides
Dichoso yo si un día
A ti me vuelve compasivo el cielo,
I me da, patria mía
Digno sepulcro en tu sagrado suelo
Maracaibo (Edo. Zulia) 3.7.1810 - Madrid, 4.1.1860

José María Vargas: “El mundo es del hombre justo y honrado.”

Prócer civil, albacea del Libertador Simón Bolívar, es símbolo de la preeminencia del poder civil sobre el autoritarismo militar en los albores de la república. Médico de profesión, fue rector de la Universidad de Caracas electo por el Claustro universitario y Presidente de la República de Venezuela, en momentos en que se imponía la figura militar de los héroes de la Independencia.
Nació en La Guaira el 10 de marzo de 1786. Fue considerado como un hombre de avanzado pensamiento cívico para su época. Tenía una vasta formación científica humanística. A los 16 años ingresó al Seminario Tridentino de Caracas, donde estudia cuatro años y obtiene el grado de Bachiller en Filosofía (1803).
Tres años más tarde es Maestro de Artes y en 1808, apenas se gradúa de doctor en Medicina, para ejercer en Cumaná su profesión. En esta tierra oriental le sorprende el 19 de abril de 1810, día de la independencia de Venezuela y a la caída de la Primera República, Vargas es sometido a prisión en los calabozos de La Guaira, puesto que en 1812 se había regresado a su tierra natal.
En 1813 al llegar Bolívar a Caracas, fue liberado. Vargas se traslada a Europa, donde perfecciona sus conocimientos en Medicina, Astronomía, Física, Cánones, Lenguas vivas y muertas, además de mostrar interés en otras áreas como la Oftalmología, Anatomía, Patología, Tocología, Mineralogía, Botánica y Química.
De Europa pasa a Puerto Rico, donde permanece hasta 1825 cuando decide regresar nuevamente a Venezuela. Al año siguiente, funda la Cátedra de Anatomía en la Universidad de Caracas dando clases gratuitamente.
Presentado como candidato a la presidencia de la República de Venezuela, repetidas veces renuncia, pero sus amigos insisten en inscribirlo logrando obtener la mayoría de votos en las elecciones. El 9 de febrero de 1835 presta juramento como Presidente de Venezuela, en abril renuncia y en julio, de ese mismo año, estalla la Revolución de las Reformas, cuando la insolencia de Carujo se impuso ante la razón y la justicia.
Vargas es expulsado del país, pero Páez lo repone en el mando. Sin embargo, fue por poco tiempo, ya que el 14 de abril renuncia definitivamente. Se retiró de sus quehaceres vocacionales: la ciencia y la educación y en 1842 preside los actos del traslado de los restos del Libertador desde Santa Marta a Caracas.
El derrocamiento del Presidente Vargas
“Una compañía al mando del Capitán Julián Castro se formó a la puerta de la casa de Vargas, con orden de no dejar entrar ni salir a nadie sin permiso de los revolucionarios. En las primeras horas de la mañana va a conferenciar con el cautivo Presidente el nuevo General Carujo. Es clásica en las tradiciones venezolanas la entrevista de este rebelde de oficio y el austero Presidente que se veía ahora secuestrado por la soldadesca.
Empeñase Carujo en demostrarle que el único medio de evitar la guerra civil es renunciar a la Presidencia, alegando que el Gobierno estaba de hecho vencido, que los hechos son la fuente del derecho y la revolución el origen de todo gobierno, y que el hecho del 8 de julio iba a ser el derecho del día siguiente. Vargas opone a la brutal franqueza del soldado la calma entera del filósofo, y le contesta que el poder que está ejerciendo no es renunciable sino ante el Congreso, ni reconocerá nunca el Presidente de la República la autoridad de una revolución a mano armada.
¡Señor Doctor! – grita Carujo- “El mundo es de lo valientes”.
¡Señor Carujo! – replica Vargas- “El mundo es del hombre justo y honrado.”
Al producirse el cuartelazo, el presidente Vargas nombró a Páez Jefe del Ejército frente a los alzados que a su vez habían designado a Mariño como Jefe Superior de la revolución. Páez que se encontraba en uno de sus hatos en el Guárico, movilizó sus tropas hacia Caracas (los caudillos militares tenían sus propias fuerzas, formadas a menudo por los peones de sus hatos y haciendas), y se pronunció en favor del presidente José María Vargas.En el camino sumó a sus fuerzas las de algunos jefes alzados en el centro y entró a la ciudad evacuada poco antes por los revolucionarios. Páez declaró restablecido el gobierno legítimo y, mientras regresaba del exilio el doctor Vargas puso al frente del gobierno al General José María Carreño en su carácter de presidente del Consejo de Gobierno. Luego optó por negociar con los alzados a los cuales, como en 1831, ofreció indultos y les garantizó sus grados militares y propiedades a cambio de que se sometieran al gobierno y reconocieran su autoridad.

En agosto del mismo año el doctor Vargas regresó al país y reasumió la presidencia hasta marzo de 1836, fecha en la cual renunció y se separó definitivamente del gobierno, dejando encargado al Vicepresidente Andrés Narvarte. Cuando terminó el periodo de éste, en enero de 1837, se encargo de la presidencia, una vez más, el General Carreño hasta el 20 de mayo, cuando habiendo sido electo Vicepresidente el General Carlos Soublette, asumió la presidencia y la ejerció como encargado hasta que terminó el período en 1839.
La insurgencia militar contra el presidente Vargas constituyó el hecho decisivo en este accidentado período constitucional. La lucha entre los caudillos militares se había impuesto y fracasaba el efímero ensayo de gobierno civil. El propio Vargas poco antes de asumir el gobierno, había denunciado a “los hombres que han creído que, Venezuela es su patrimonio”, refiriéndose a los caudillos militares que negaban a los civiles el derecho a gobernar y se disputaban entre ellos la dirección de la nueva República.No obstante, haber fracasado la revuelta, el presidente Vargas no pudo terminar su período por falta de apoyo de Páez, quien pretendía que el doctor Vargas sirviera a sus fines políticos. El triunfo sobre los alzados no sirvió, pues, para afianzar al presidente constitucional, sino más bien para fortalecer a Páez como caudillo.

Estaba en juego en aquellos momentos la jefatura que Páez venía ejerciendo desde 1826. De haber triunfado la Revolución de las Reformas, Páez habría sido desplazado como caudillo principal por Mariño o Monagas. Esta circunstancia lo determinó a oponerse a los revolucionarios en la certeza de que su éxito lo afianzaría en el mando de la república.El triunfo le permitió, apartar temporalmente a sus rivales militares y al mismo tiempo deshacerse del presidente Vargas cuyo alto cargo pasó a ocupar el General Soublette, precisamente el candidato de Páez derrotado en las elecciones de 1834.
Los enemigos del sabio Vargas no le discutían sus méritos científicos, pero le “echaban en cara” el haber emigrado en 1813 (después del regreso de Bolívar a Caracas) y haberse residenciado en Puerto Rico (1817-1825) después de sus estudios en Edimburgo (1814-1817). Alegaban además que éste dejó en Puerto Rico a su familia y sus bienes, regresando a su patria cuando la paz ya estaba asegurada (1825) para ser nombrado catedrático de la Universidad de Caracas en 1826 y Rector en 1827 (electo por el claustro) después de las reformas realizadas por Bolívar el año 27.
En agosto de 1853, sintiéndose enfermó viajó a Estados Unidos, donde residió primero en Filadelfia y luego en Nueva York donde finalmente murió el 13 de julio del año siguiente. En 1877, sus cenizas fueron traídas a Caracas y sepultadas en el Panteón Nacional el 27 de abril de ese mismo año.
Como un homenaje a su memoria, el Municipio -hoy estado de la República Bolivariana de Venezuela- donde nació se llama Vargas desde 1987. También los médicos celebran su día el 10 de marzo de cada año.

“Juan Pablo Sojo tiene su propio idioma…”



“Juan Pablo Sojo tiene su propio idioma. Su idioma negro, venezolano, mestizo, nacido de poderosas cópulas, de sombríos coitos, durante las cuales el idioma castellano se entregaba, estremecido y femenino, al cuerpo ancestral del negro”. Así define Juan Liscano la pasión de escritor de Juan Pablo Sojo.
Juan Pablo Sojo nace en Curiepe, estado Miranda, el 23 de diciembre de 1907. Hijo del maestro músico Juan Pablo Sojo y de Brígida Rengifo. Fue boticario en Higuerote, Curiepe y Caracas. Desde su natal Curiepe, enviaba artículos al diario El Universal, así como al semanario Fantoches. A raíz de una crítica periodística, Rufino Blanco Fombona, presidente del estado Miranda, ordena encarcelarlo en 1937. Su cuento “Hereque”, su novela Noche buena negra, (novela, 1ª ed. Caracas, 1943); y su obra Temas y apuntes afrovenezolanos, (ensayos, 1ª ed. Caracas, 1943); su pieza teatral El árbol que anda, estrenada en 1945 bajo la dirección de Eduardo Carreño en el Teatro Nacional, 1945, son una muestra de la extensa obra que legó a las generaciones futuras este gran intelectual mirandino. En 1948 acompaña al poeta cubano Nicolás Guillén en su recorrido por Barlovento. De ahí nace el poema “Luna de Barlovento” de Guillén.

Otras obras publicadas por Juan Pablo Sojo: Tierras del estado Miranda, sobre la ruta de los cacahuales (crónicas, 1ª ed. Caracas, 1938); Estudios del folklore venezolano (ensayos, 1ª ed. Los Teques, 1986) y numerosos artículos en periódicos y revistas, los cuales se difundieron en El País, La Esfera, Ahora, El Universal, El Nacional, Revista Nacional de Cultura, El Farol, etc., y en ellos reivindicó los valores culturales de los africanos y sus descendientes en la formación etnohistórica y social de nuestra nación; todo lo antes dicho, a través de una visión desde adentro, tomando en cuenta el modo de ser de los barloventeños y de los otros venezolanos de origen africano. Coautor de “Folklore y cultura. Ensayos” (1950), “El Estado Miranda. Su tierra y sus hombres” (1959), “Antología de cuentistas y pintores venezolanos” (1976), y “La fiesta de la tradición: 1948. Cantos y danzas de Venezuela” (1998).
Conoce a profundidad a africanistas de su época, tales como James George Frazer, Arthur Ramos, Gilberto Freyre, Fernando Ortiz, Maurice Delafosse, Raymundo Nina Rodríguez, etc. Además, cita en muchas ocasiones a los cronistas Juan de Castellanos, José Gumilla, José de Oviedo y Baños, fray Alonso de Zamora y Pedro Joseph de Olavarriaga. Asimismo, a los expedicionarios Alejandro de Humboldt y Francisco Depons. También fueron frecuentes sus múltiples referencias a autores venezolanos contemporáneos: Arístides Rojas, Francisco Tosta García, Lisandro Alvarado, Mariano Picón Salas, Mario Briceño Iragorry, Amílcar Fonseca, Carlos Irazábal, Enrique Bernardo Núñez, Juan Liscano, Francisco Tamayo, Gilberto Antolínez y muchos otros.
Juan Pablo Sojo, además, escribe poesías, cuentos y obras de teatro, todas afianzadas en los numerosos problemas que afectaban a los descendientes de africanos tanto en Barlovento como en toda Venezuela; por lo tanto, observamos que tuvo “…un gran afecto por su tierra y el elemento humano que la habitaba, todavía con vivas manifestaciones del contacto entre lo africano y la naturaleza barloventeña…” (Sojo Cardozo, Juan Pablo, “Introducción”. En: Sojo, Juan Pablo, Estudio del folklore venezolano, p. 9). E igualmente, tenemos que destacar que fue J. P. Sojo quien por primera vez utilizó en la patria de Simón Bolívar el término “afrovenezolano”, con la finalidad de hacer alusión a los componentes étnico-culturales procedentes del continente africano e incrustado firmemente en el país llamado Venezuela.
Sojo fallece en Caracas el 8 de octubre de 1948, dejando trunca lo que prometía ser la más extensa y completa obra sobre la cultura afrovenezolana…

El venezolano Narciso López confecciona la bandera de Cuba



La bandera fue izada en las oficinas de los hermanos Beach, dueños del periódico The Sun, situadas en las calles de Fulton y Nassau, en la ciudad de Nueva York.
En marzo de 1848 en la isla de Cuba se conspiraba contra España. La figura central de la conspiración era el general Narciso López.
Nacido en Venezuela, entró desde muy joven en el ejército español y peleó a favor de la causa realista. Tras la derrota monárquica en la batalla de Carabobo, Narciso López se marcha con ellos a España, donde alcanzó el grado de general.
Regresa a Cuba en 1841, acompañando al capitán general Jerónimo Valdés, al cual le había salvado la vida en la batalla de Las Amezcuas. Es designado gobernador de la provincia de Trinidad, cargo del que fue separado al poco tiempo. López se dedica a actividades industriales de poco éxito.
Su defensa de los cubanos en 1837, cuando sus diputados fueron rechazados por las Cortes españolas; la popularidad alcanzada en su época de gobernador y el estrecho lazo de sangre que lo ataba a la Isla, le dio carta de ciudadanía. Concibió la idea de independizarla y de constituirla en república, dentro del concierto de los pueblos libres de América.
Primeramente, preparó la conspiración de la Mina de la Rosa, que debía iniciar la revolución el 24 de junio de 1848. Pero hubo de aplazarse a solicitud del Club de La Habana, para contar con mayores recursos. El Club le había ofrecido la jefatura del movimiento al general americano William Jenkins Worth, el cual no aceptó. Por dicha demora, la conspiración abortó. Narciso López tuvo que escapar a los Estados Unidos.
La Bandera de Cuba
No habiendo sido posible coordinar los diversos grupos que procuraban la independencia, López decide actuar por su cuenta. En junio de 1849, reunidos en una casa de huéspedes en la calle Warren en Nueva York, López, el poeta Miguel Teurbe Tolón, José Aniceto Iznaga, su sobrino José Sánchez Iznaga, Cirilo Villaverde y Juan Manuel Macías, confeccionan la bandera de Cuba, que es hoy el pabellón oficial: dos franjas blancas, tres azules, un triángulo rojo y una estrella solitaria. Sobre ella juraron luchar y ofrendar la vida por hacer de Cuba una república libre e independiente. Esta bandera fue izada en las oficinas de los hermanos Beach, dueños del periódico The Sun, situadas en las calles de Fulton y Nassau.
Narciso López fue un guerrero valeroso de genio indomable, pero sin suerte. Organiza una expedición y fracasa al ser sus barcos ocupados por el gobierno americano. A pesar de ello persiste en sus planes y forma una nueva expedición. Sale ésta de Nueva Orleáns en mayo de 1850, arribando a las costas de Cuba. Invade la ciudad de Cárdenas, en cuya población toma prisionero al gobernador. En esta ciudad flota por primera vez la insignia nacional cubana. Los invasores ocupan la ciudad por 48 horas, del 19 al 21 de mayo, fechas simbólicas en la historia de Cuba. Pero las fuerzas españolas se rehicieron, con auxilio de las comarcas cercanas, y no encontrando apoyo en el pueblo, López y su grupo se reembarcan rumbo a los Estados Unidos.
La bandera de Cuba fue proclamada como tal el 11 de abril de 1869, en la Asamblea de Guáimaro.
Desembarco de Playitas
Al año siguiente, en 1851, se organiza una nueva expedición con 150 hombres, al mando del propio López. Formaba parte de ella el coronel William Crittenden, sobrino del secretario de justicia del presidente Millard Fillmore. Parten del puerto de Nueva Orleáns y arriban el 12 de agosto en el desembarcadero de Playitas, en la costa norte de la parte occidental de la Isla, que hoy forma la provincia de Pinar del Río, próximo a Bahía Honda. Ocupaba el gobierno de la Isla el general José Gutiérrez de la Concha, compañero de López en el ejército español. Teniendo conocimiento, por medio de su espionaje de dicho desembarco, el gobernador envió fuerzas a combatir a López. Apenas abandonaron El Pampero, que así se llamaba el barco, fueron atacados los expedicionarios por soldados hispanos al mando del general español Manuel Ena, quien pierde la vida en combate.
La sorpresa fue fatal para los libertadores. Sus fuerzas se dividieron. Cayó en poder de los españoles el coronel Crittenden, con 50 combatientes, todos ciudadanos de los Estados Unidos. Conducidos a La Habana, fueron fusilados y mutilados el 16 de agosto, en las faldas del Castillo de Atarés.
El 29 del mismo mes cae prisionero Narciso López, traicionado por un compadre suyo de apellido Castañeda que le entrega a la tropa española. En La Habana, sufre la muerte en garrote vil, en el campo de la Punta, próximo al Castillo de la Fuerza y al paseo del Malecón, el día primero de septiembre de 1851. Al subir al patíbulo, exclamó-
«Mi muerte no cambiará los destinos de Cuba».
Y añadió, dirigiéndose al público:
«Cuba, por ti muero».


Significado de la bandera

Significado de sus elementos: La estrella solitaria de cinco puntas representa la república libre, independiente y soberana que debía ser Cuba y a la unidad de los cubanos. Un ideal por alcanzar. El rojo, ubicado dentro de un triángulo en clara alusión al tríptico de los ideales franceses de: libertad, igualdad y fraternidad, alude a la sangre derramada en la lucha. Las franjas blancas a la pureza de los ideales y a la virtud de los cubanos. Las azules (por los tres departamentos en que se dividía en esa época Cuba: Occidente, Centro y Oriente), revelaban las elevadas y celestiales aspiraciones de los patriotas. El color azul era, inicialmente, celeste, no turqui, como es actualmente.
Su forma: Es rectangular, de doble largo que ancho, compuesta por cinco franjas horizontales del mismo ancho, tres de color azul turquí y dos blancas dispuestas de forma alternada. Un triángulo equilátero de color rojo en uno de sus extremos, uno de cuyos lados es vertical, ocupa toda la altura de la bandera y constituye su borde fijo. Dicho triángulo lleva en su centro una estrella blanca de cinco puntas, inscripta en una circunferencia imaginaria, cuyo diámetro es igual a un tercio de la altura de la bandera, con una de sus puntas orientada hacia el borde libre superior de la bandera.

José María Aurrecoechea: “Yo no soy, no puedo ser un traidor”




Venezolano, militar y revolucionario, defensor de la legalidad y héroe de la Independencia de Cuba
Este venezolano militar y revolucionario, nace en Puerto Cabello el 9 de abril de 1842. Realiza sus estudios en la ciudad de Caracas, en el colegio El Salvador del Mundo, dirigido por Juan Vicente González y Manuel María Urbaneja.
Tras los sucesos de la «Revolución de Marzo de 1858», se incorpora a la carrera de las armas bajo el mando del general Justo Briceño, defensor de la fusión liberal conservadora, en apoyo a Julián Castro, quien llega a la Presidencia de la República liderando la señalada revuelta.
En abril de 1858 lo encontramos en la campaña de Oriente contra José Gregorio Monagas. Luego es asignado al cuerpo de artillería, ingresando en calidad de adjunto a la Academia Militar, bajo las órdenes del comandante de ingeniero Carlos Mendoza.
En septiembre de 1859 participa destacadamente en el combate de Maiquetía, bajo la dirección del teniente de ingenieros Genaro Rafael Pereira. Pasa a integrar el batallón Convención donde alcanza el grado de capitán.
El 29 de agosto de 1861 el coronel José Echezuría, llegado del Tuy y estimulado por facciones paecistas, deponen al Presidente de la República Pedro Gual. Aurrecoechea no participa del golpe, mas se encuentra que los soldados bajo su mando están del lado de los amotinados. José María Aurrecoechea manifiesta su inconformidad y rompe su espada delante de Echezuría, diciéndole: Yo no soy, no puedo ser un traidor
Aurrecoechea es apresado y sometido a juicio. Logra escapar y se instala en La Habana. Pronto se alista en las filas de los insurgentes independentista de Cuba, enrolándose al lado de Carlos Manuel de Céspedes. Adquiere el grado de Mayor general del ejército independiente y general en jefe del distrito de Holguín. El 9 de diciembre de 1870 es delatado por un espía y capturado con su estado mayor en un bohío en la montaña de la Faja. Enjuiciado, es sentenciado a muerte, junto con Facundo Cable, su jefe de estado mayor. La prensa española le rinde tributo por su conducta heroica. Es fusilado el 11 de diciembre de 1870.

La maldición de Capistrano



El Zorro es un personaje de ficción que fue harto utilizado por el presidente Chávez para anatematizar a los candidatos de UNT en el estado Zulia. Poco conocen los asesores del presidente sobre este héroe, quien hizo pública aparición por primera vez en el cuento la maldición de Capistrano, 1919, en la revista All-Story Weekly.Arthur Johnston McCulley, creador del personaje, nace el 2 de febrero de 1883 en Illinois, EE UU, y desarrolla la actividad de reportero policial. Su dedicación a la literatura la canalizó en cientos de cuentos y en cincuenta novelas. Escribe historietas con California como tema de fondo, entre ellas la del Zorro, un joven noble hacendado quien lucha contra la injusticia y el crimen en la Alta California, territorio que formaba parte del México colonial, bajo la corona del reino de España.

En su versión tradicional, la producida por Walt Disney en los años 50, el Zorro lucha contra la opresión de un militar, Monasterio, que utiliza los altos impuestos que le cobra a la población para dilapidarlos en corrupción, lujo e incompetencia. Monasterio simboliza la injusticia y contra él lucha el Zorro, ayudado por el fiel e inteligente Bernardo, quien sabe secundarlo, apoyarlo y ayudarlo en su combate contra el oprobioso poder totalitario del militar in comento.
Hay una versión contemporánea, la llevada al cine con Antonio Banderas en el papel de El Zorro y Anthony Hopkins como Bernardo. En esta zaga, Bernardo es el Zorro original, quien había entablado una larga lucha contra el representante del rey, Rafael Montero, y había sido detenido, no por haber sido descubierto en su doble personalidad, sino por un arrebato de celos y envidia de Montero, ante la belleza que tiene Diego de la Vega como esposa. El todopoderoso Montero ordena el asalto a la residencia de Diego de la Vega, muriendo en la acción la bella Elena, él es hecho preso y la pequeña bebe, es secuestrada y criada como hija de Montero.

En ambas versiones Bernardo es un personaje espectacular. Bien en la original de Walt Disney, en que su inteligencia natural descontrola en innumerable ocasiones a las tropas opresoras, engaña al militar felón o sencillamente pasa como humilde servidor para enterarse de los planes maléficos del capitán Monasterio.
En la segunda versión, Bernardo es el Zorro original, quien por la edad, luego de haber recuperado la libertad, al estilo del conde de Montecristo, le pasa el testigo a Alejandro Murrieta, quien tiene cuentas por cobrar a un comandante del ejército de Montero, el capitán Harrison Love, que se distingue por su crueldad.
Visto así, Bernardo es un personaje heroico, el Zorro un hombre excepcional; ambos luchan contra la injusticia, la corrupción y por la libertad. Los malos de la zaga son unos militares y civiles crueles, indolentes, corruptos, por decir algo, que representan el poder o están al servicio del mismo.
En el imaginario popular la figura del Zorro y de Bernardo no es peyorativa. Todo lo contrario. Se asimila a justicia, libertad, igualdad, solidaridad, fraternidad. A familia bien constituida, abolengo, patria, a buen gobierno, a democracia social…

Chacao pudo haber sido Caracas



Comentarios en torno al traslado de Caracas a Chacao, el terremoto del día de San Bernabé, fray Mauro de Tovar y sobre las familias originarias.

El once de junio de 1641, día de San Bernabé, entre las ocho y media y las nueve de la mañana, tembló en la ciudad de Santiago León de Caracas. El mismo se sintió fuertemente en la Guaira y fue de tal magnitud, que no existió edificación que no sufriera daños, siendo la mayoría de ellas destruidas. La iglesia mayor sufrió averías considerables, abriéndose por varias partes. Cayó parte del Convento de Las Monjas, la iglesia de San Francisco se desplomó casi en su totalidad. La ciudad fue literalmente destruida y acto seguido, se desató una plaga que diezmó a la población y los sobrevivientes, en su mayoría, quedaron sumido en la miseria.

A raíz del mencionado terremoto, muchos vecinos caraqueños buscaron amparo al este de la ciudad encontrando en el sitio que hoy conforma el Municipio Chacao amparo. A tal punto, que se pensó en el traslado de la ciudad de Caracas hacia el lugar que ocupa hoy Chacao. Mas fray Mauro de Tovar se opone y logra su cometido de no reasentar la urbe.

Pero quien era este fray Mauro de Tovar. Sacerdote benedictino, fue obispo de Venezuela entre diciembre de 1640 y febrero de 1654. Hombre de desempeño público muy polémico. Su personalidad dominante, arbitraria, orgullosa y hasta tiránica, como lo reseña el historiador Lucas Castillo Lara, contribuye a desatar querellas que algunas han pasado a la historia. Una de ellas, su tenaz oposición a la fundación del convento de la orden de los mercedarios. Ante la insistencia de los seguidores de dicha orden y la construcción del convento señalado, fray Mauro de Tovar decreta el 29 de agosto de 1641 la demolición de dicha edificación, a causa de los daños causado por el terremoto del día de san Bernabé en la misma. Los mercedarios se niegan a dar cumplimiento a dicho decreto, motivo que incita a Mauro de Tovar a encabezar una procesión – manifestación que hace efectivo el decreto de demolición y, como ñapa, excomulga al fraile de esa orden, Juan de Espinosa.

Otro escándalo, y situémonos en la sociedad del siglo XVII, fue el proceso de anulación del matrimonio de Ana de Cepeda y Pedro Navarro. Ana de Cepeda acusa a su marido de malos tratos y amancebamiento con su hermana, Jimena Ponte. Fray Mauro de Tovar dispone el apresamiento de los hermanos Jimena y Pedro; revive una causa pendiente contra la madre de estos por no haber bautizado a 7 de sus 10 hijos y la excomulga, al igual que a otros parientes.

Fray Mauro de Tovar excomulga al teniente general Fernández de Fuenmayor y a los alcaldes ordinarios por haber participado en el juicio. El caso sigue su curso en Santo Domingo, resultando a su vez excomulgado fray Mauro de Tovar. Pero esto no queda aquí. Sigue la contienda jurídica en el Consejo de Indias, instancia en la que logra que se levante las sanciones impuestas en Santo Domingo, y le encarga “…que siempre guardéis las leyes de estos reynos, para cumplir todo lo que debéis y sois obligado y excusar para lo adelante ocasiones de semejantes escándalos…”. El pleito continúa ya que Gabriel Navarro, quien es procurador de Caracas ante el Consejo de Indias en 1648, presenta documentos contentivos de las ofensas del obispo contra su familia.

En 1650 el polémico obispo es trasladado a Chiapas, México (se efectúa en febrero de 1654), por lo que se tranquiliza esta disputa no sin estampar la siguiente frase al embarcarse, tras sacudir las zapatillas: “de Caracas no quiero ni el polvo, ahí se los dejo”.

En 1776 una epidemia de viruela causa estragos en Caracas. Al igual que en 1641, muchas familias se trasladan a Chacao y no pocas sentaron residencia definitiva en esta comarca.

Otro sacerdote, el padre José Mohedano, primer Cura propio de Chacao, indica que para el 12 de julio de 1770 Chacao contaba con 1445 habitantes. Para ese momento la jurisdicción comprendía Sabana Grande, Chacaito, Chacao y Sebucán. El censo del padre Mohedano nos refiere que la población contaba con 145 casas, ubicadas en 8 calles denominadas así:
Calle de la Santísima Trinidad: corre de Norte a Sur; Calle de la Encarnación del Hijo de Dios, corre de Sur a Norte; Calle del Nacimiento de Jesucristo, corre de Sur a Norte; calle de la Circuncisión del Señor, corre de Sur a Norte; calle de la Presentación de Jesús, corre de Oriente a Poniente; calle de la Huida a Egipto, corre de Poniente a Oriente; calle del Niño Perdido, corre de Oriente a Poniente; calle del Bautismo de Nuestro Señor, corre de Poniente a Oriente.

En el censo destacan algunas cabezas de familia, tales como la de don Mateo Blanco, Francisco Xedler, Alejandro Blanco, Francisco Antonio Borges, Nicolás Blanco, Ana de Liendo, Félix Blanco, Antonio Archeta, Isabel Daboin, entre otras. En el Partido de Chacaito y Sabana Grande, entre otras cabezas de familia se encuentran los siguientes nombres: Juan Diaz, Carlos Betancourt, José Mañas, José González Manzo, Damiana de la Cruz Pérez. En el Partido de Sebucán: José Díaz, Agapito Acevedo, María Felipa Xedler, entre otros.

Quizás de no haberse opuesto Mauro de Tovar a la idea de trasladar a Caracas hacia los terrenos que hoy comprenden Chacao, la ciudad fuese hoy, políticamente, la capital de la República, y Chacao, una parroquia de la ciudad capital…

Carlos Marx: “necesito serias explicaciones sobre su posición económica…”



La vida es única para cada quien y se vive de acuerdo a su razón capital. Cuando la pareja encuentra la complementariedad que satisface sus exigencias vitales, se entiende que la vida va más allá del existir…
Paul Lafarge nace el 15 de enero de 1842 en Santiago de Cuba, expresión del mestizaje, propio del Caribe: su abuela paterna era mulata oriunda de Haití, la materna, indígena cubana; sus abuelos, Jean Lafargue y Abraham Armanagc, franceses. Paul, hijo de un terrateniente acomodado, obtuvo buena educación en su Cuba natal, la cual completó cuando la familia se traslada a Francia, oportunidad para culminar sus estudios de bachillerato en el tecnológico de Toulouse. Luego se va a París a estudiar medicina, donde se ocupa de su formación política, topándose con el positivismo de Comte, textos de Kant, Feuerbach, Darwin y los pensadores socialistas Fourier y Proudhon. Este último capta al joven y se hace miembro de la Sección Francesa de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), fundada en Londres en 1864.
En 1865 participa en Londres en la fundación de la I Internacional y conoce a Carlos Marx en el mitin de Saint-Martin´s Hall. Deportado de Francia por sus actividades proselitista, se radica en Londres donde frecuenta a Marx. Conoce a su hija Laura y entabla amores con ella. Relaciones que preocupan al futuro suegro y no tiene empacho en manifestar en una carta fechada el 13 de agosto de 1866 la cual dice: “si quiere continuar con las relaciones con mi hija (Laura) tendrá que reconsiderar su modo de “hacer la corte”. Usted sabe que no hay compromiso definitivo, que todo es provisional; incluso si ella fuera su prometida en toda regla, no debería olvidar que se trata de un asunto de larga duración. La intimidad excesiva esta, por ello, fuera de lugar si se tiene en cuenta que los novios tendrán que habitar en la misma ciudad durante un periodo necesariamente prolongado de rudas pruebas y purgatorio (…) A mi juicio, el amor verdadero se manifiesta en la reserva, la modestia e incluso la timidez del amante ante su ídolo, y no en la libertad de la pasión y las manifestaciones de una familiaridad precoz. Si usted defiende su temperamento criollo, es mi deber interponer mi razón entre ese temperamento y mi hija (…)
Antes de establecer definitivamente sus relaciones con Laura necesito serias explicaciones sobre su posición económica. Mi hija supone que estoy al corriente de sus asuntos. Se equivoca. No he puesto esta cuestión sobre el tapete porque, a mi juicio, la iniciativa debería haber sido de usted. Usted sabe que he sacrificado toda mi fortuna en las luchas revolucionarias. No lo siento, sin embargo. Si tuviera que recomenzar mi vida, obraría de la misma forma (…) Pero, en lo que esté en mis manos, quiero salvar a mi hija de los escollos con los que se ha encontrado su madre…”
A pesar de los exámenes del minucioso suegro, Laura Marx y Paul Lafarge se casaron el 2 de abril de 1868.
La pareja vive una vida signada por la pasión. El miércoles 29 de noviembre de 1911, Paul y Laura entraron en un cine de París para “matar el tiempo”. Hay una decisión tomada y la firmeza para el cumplimiento. Volverán a la cama, lugar de encuentros apasionados y desencuentros, tiempos en que defienden con ardor sus puntos de vistas. Nada impedía su felicidad.
Tras el cine y cuarenta años de matrimonio, la pareja visita la recurrente pastelería en la cual escogen sus preferencias y se trasladan a casa, una villa campestre en Draweel. Allí hacen un arqueo de sus vidas, recuerdan la carta del viejo Marx donde dice “Ese maldito de Lafargue me está atormentando con sus ideas y modales, y no va a dejarme en paz hasta que no le siente bien el puño en su cabeza de criollo.”
Marx poco comprendía las ideas de su seguidor Lafarge, quien intentaba licuar en una poción mágica el hedonismo con el marxismo: “El fin de la revolución –afirma en su libro “elogio a la pereza”- no es el triunfo de la justicia, de la moral, de la libertad, y demás embustes con que se engaña a la humanidad desde hace siglos, sino trabajar lo menos posible y disfrutar, intelectual y físicamente, lo más posible. Al día siguiente de la revolución habrá que pensar en divertirse”… Nadie debería trabajar más de tres horas, “holgazaneando y gozando el resto del día y de la noche. En la sociedad capitalista, el trabajo es la causa de toda degeneración intelectual, de toda deformación orgánica”.
Aquel miércoles degustaron sus pastelitos, tomaron su té mezclado con veneno y se acostaron cubriéndose con el edredón. Al otro día, el jardinero y su mujer encontraron los cadáveres, junto con la siguiente nota:
“Sano de cuerpo y espíritu, me doy la muerte antes de que la implacable vejez, que me ha quitado uno detrás de otro los placeres y goces de la existencia, y me ha despojado de mis fuerzas físicas e intelectuales, paralice mi energía y acabe con mi voluntad convirtiéndome en una carga para mí mismo y para los demás. Desde hace años me he prometido no sobrepasar los setenta años; he fijado la época del año para mi marcha de esta vida, preparado el modo de ejecutar mi decisión: una inyección hipodérmica de ácido cianhídrico. Muero con la suprema alegría de tener la certeza de que muy pronto triunfará la causa a la que me he entregado desde hace cuarenta y cinco años.”
No tomo por sorpresa la noticia a sus camaradas. Durante la semana habían sido visitados para anunciar su decisión. Lo esperaban. Conocían de sus temperamentos. Los encontraron abrazados en un ambiente con fuerte olor a cianuro de potasio, dicen que así huelen las almendras amargas.
Quiero imaginar cuanto desearían poetas como Manuel del Cabral, José de Espronceda, Andrés Eloy Blanco o Jorge Manrique, poder interiorizar en el alma de nuestros personajes, percibir en su totalidad la intensidad del tiempo transcurrido entre la ingesta de la pócima y el nano segundo en que pierden la consciencia; y plasmar ese mundo en disolución, en metáforas elocuentes y poder entender tan sublime momentos…

Soublette: “Lo peligroso sería que el Presidente se burlara de los ciudadanos”



Los gobiernos del general Carlos Soublette (1837-1839 y 1843-1847) se distinguen por la búsqueda de la conciliación en el sector militarista como formula fundamental para logar la estabilidad política. No fueron pocos los alzamientos e insurrecciones que protagonizaron quienes se consideraban dueños de la naciente república por el solo hecho de portar uniforme o haber combatido en alguna de las batallas que se registraron durante la Guerra de Independencia.

Pero esta conducta no es calculada. Es parte del espíritu reflexivo del general Soublette. Y para ratificar la afirmación, vamos a reportar una anécdota que registra José Antonio Calcaño en su obra “la ciudad y su música”. Sucede que por los lados de la esquina de Colon, vivía un tal Francisco Robreño, quien se desempeña como Director de una academia de baile desde 1837, además de dársela de escritor y actor, desempeñando papeles en una compañía que actuaba en el Coliseo.

Al personaje in comento, no se le ocurre otra genial idea que burlarse del general Presidente de la República. Al enterarse Soublette, hace llamar a su presencia al lanzado escritor para decirle algo como esto: “he leído su pieza y no tiene nada de particular. Creo amigo Robreño que no ocasiona ningún perjuicio el hecho de que un ciudadano cualquiera se gaste algunas burlas a costa del Presidente de la República. Lo peligroso sería que el Presidente se burlara de los ciudadanos”.

Carlos Soublette fue masón en grado 33, fallece el 11 de febrero de 1870 y desde el 7 de febrero de 1970 sus restos reposan en el Panteón Nacional.

13 de febrero: Los Teques, Capital del estado Miranda

El 13 de febrero de 1927 se fija la ciudad de Los Teques como capital del estado Miranda (Venezuela). Se registran innumerables episodios durante el tiempo transcurrido hasta la capitalidad y, luego, hasta nuestros días. Veamos algunos de ellos.
El 21 de octubre de 1777 el Obispo Mariano Martí erige a Los Teques como Parroquia Eclesiástica o curato independiente. Este curato se funda para agrupar a los feligreses desde Carrizal hasta San Pedro, para que no continuaran dependiendo de la Iglesia de Macarao o la de San Diego de Los Altos. El primer sacerdote asignado a la Iglesia de San Felipe Neri de Los Teques, fue el Pbro. Br. Don Manuel Antonio Fernández Feo.
Ya era añejo el pueblo. Se habían asentado los habitantes a orillas del Río San Pedro, importante curso de agua que localiza su cabecera en la vertiente suroeste del Topo El Arado, en la Cordillera de la Costa al noroeste de la población de San Pedro; que con sus 18 kms aproximados, y en las cercanías de Los Teques, cambia su rumbo hacia el norte, siendo originario del Río Guaire en su unión con el Río Macarao, en Las Adjuntas.
El centro poblado de Los Teques se localiza entre las coordenadas geográficas 67º 02′ 30″ de Longitud 0. y 10º 21′ 00″ de Latitud N. Se encuentra a una altura sobre el nivel del mar de aproximadamente 1.173 mts. Es la capital del municipio Guaicaipuro.
Los Teques tuvo que adaptarse en sus inicios a un plano ligeramente inclinado, donde se formó el pueblo; el cual constituyó dos núcleos: en la parte alta e irregular con sus casas coloniales, poblada a raíz de las actividades del antiguo ferrocarril Caracas-Los Teques-Maracay, y, la parte baja o llana con modernas edificaciones; es bueno señalar que la parte accidentada o irregular es conocida con el nombre de El Pueblo y la plana como el Llano de Miquelena. (1)
Lucas G. Castillo Lara nos habla de la evolución poblacional de la urbe. Así reseña que en 1781 contaba con 1.503 habitantes, pasando a 2.822 en 1805 (2)
Marcos Aurelio Vila relaciona la fundación con el descubrimiento de minas de oro hechas por Francisco Fajardo, primer conquistador de Caracas, en el año de 1559. Estas minas de oro localizadas en la jurisdicción de Los Teques, estuvieron en explotación poco tiempo debido a la hostilidad de los indígenas que asaltaban los centros de trabajo, y también a su escaso rendimiento y productividad en relación a otras actividades. (3)
Lo cierto es que Los Teques es el nombre de una de las tribus Caribes más aguerridas cuyo jefe, Guaicaipuro, hizo frente a los conquistadores.
Según datos encontrados por Arcila Farias en el Archivo Arzobispal, para el año de 1800 la población de Los Teques estaba compuesta así: 1.399 blancos, 188 indios, 363 pardos, 35 negros, 259 esclavos para un total de 2.244 hab. (4)
Los Teques gozo de fama desde los comienzos de la conquista. Los nombres de Francisco Fajardo, Pedro de Miranda, Pablo Collado, Juan Rodríguez Suárez y Garci González de Silva están ligados a esta tierra.
Para el año 1600 Los Teques formaba parte de una encomienda que perteneció a Francisco Tostado de la Peña y a Andrés González; 70 años más tarde estas mismas tierras eran patrimonio de Juan de Ascanio y Correa de Benavides y para finales de ese siglo las llamadas «Tierras de Los Altos» que conformaban buena parte de lo que es hoy el distrito Guaicaipuro, eran propiedad de Diego de Miquilena, quien las vende en 1684 a Melchora Ana Tovar y Bañez, viuda del capitán Juan de Ascanio y Guerra. (5) Comienza el asentamiento de agricultores y ganaderos quienes darían calor humano a la región.
Eventos históricos relacionados con Los Teques
El conglomerado urbano que Alejandro de Humboldt menciona como «un pueblucho miserable», ofrece sus aportes a la historia de Venezuela.
Batalla de San Pedro.
Telasco MacPherson relata que el Lunes Santo 25 de marzo de 1565, en la cuesta de “Las Cocuizas” es enfrentado el conquistador Diego de Losada por el líder indigena Guaicaipuro. El día 23 es acosado por las tribus de los Arbacos y Los Teques. El día 25 se sumó indios de las tribus Tarmas y Mariches y se da el histórico combate. La suerte parecía favorecer a los aborígenes, hasta que Francisco Ponce de León, acompañado de Pedro Alonso Gáleas, Francisco Infante, Sebastian Díaz, Alonso Andréa, Francisco Sánchez de Córdova, Juan Serrano, Pedro García Camacho, Juan de Gámez y Diego Paradas, lograron hacer una maniobra que los coloca a la retaguardia del ejército de Guaicaipuro, lo que logró desordenar las huestes indígenas y consolidar el triunfo castellano.
Muerte de Juan Rodríguez Suárez.
En 1561 parte de la entonces villa de Caracas a Valencia a ponerse a las ordenes del gobernador para enfrentar la presencia del Tirano Lope de Aguirre en Borburata. Hace campamento nocturno Rodríguez Suárez en el río San Pedro, ocasión que aprovechan los caciques Terepáima de los Arbacos y Guaicaipuro de Los Teques.
Al día siguiente suben a “El Peñón” lugar donde son emboscado Rodríguez Suárez y sus seis acompañantes. Haciéndose fuerte los españoles en “El Peñón”, decidieron sitiarlos. Allí, tras pasar la noche, Rodríguez Suárez y dos acompañantes rompieron las filas indígenas y trataron de dar encuentro de Guaicaipuro. Fallida la acción retornan al peñón con los caballos mal heridos. Deciden que Alonso Fajardo, al abrigo de la noche, intente llegar a Valencia en búsqueda de ayuda, siendo descubierto al día siguiente y muerto por los indios. De su lado, los restantes decidieron abrirse paso luchando, dejando la vida en el intento.
Muerte de Guaicaipuro.
Diego de Losada, hastiado de las constantes incursiones de Guaicaipuro, le abre juicio y encausándolo por diversos delitos, ordena a Francisco Infante, quien era Alcalde de la ciudad de Caracas, su captura. Infante se hace acompañar de 80 hombres e inicia la persecución del indomable indio. Lo ubica en un pueblecillo entre Los Teques y Carrizal. Según la crónica de Telasco MacPherson estaba acompañado de 20 flecheros que dormían desprevenidos. Se inicia una feroz lucha y Guaicaipuro empuñaba el estoque que le había arrebatado a Rodríguez Suárez. En la refriega hiere en el brazo a Juan de Gámez y cae muerto al igual que sus compañeros. (6)
Venezuela Independiente.
Se conoce que en 1809 el padre Miguel Santana desplegaba actividades patrióticas que culminaron con su detención. Liberado, continua en su accionar, dando protección «…a un grupo de patriotas, que el día 6 de agosto se reúnen con el Libertador Simón Bolívar en San Pedro». (7) El sacerdote Santana es nuevamente detenido y recluido en la “Casa de Ejercicios” en la ciudad de Caracas.
El 3 de agosto de 1813 se forma la Compañía de Voluntarios de Los Teques y San Antonio, con 100 efectivos.
Luego, el 6 de julio de 1814, Los Teques, es atacado y saqueado por las avanzadas de José Tomás Boves. Muchos de sus habitantes son asesinados y hurtan bienes pertenecientes a la Iglesia de San Felipe Neri.
En 1854 el Congreso Nacional crea el cantón de Guaicaipuro, con Los Teques como cabecera del mismo, y las parroquias de San Diego, Paracotos, San Antonio, Carrizal, San Pedro y Macarao. Cuatro años más tarde, el antiguo curato es elevado a la categoría de vicaría general, con jurisdicción en los pueblos de Los Altos.
Igualmente en 1858, El Coronel Avelino Pinto se alza contra el gobierno del General José Tadeo Monagas y se hace fuerte en Los Teques para actuar contra el gobierno de los monagas. Era el preámbulo de la Guerra Federal o Guerra Larga.
Igualmente en 1858 se concluye la carretera que une a Caracas con Los Teques. Luego, en 1866, se concluye el tramo carretero que enlaza a Los Teques con El Consejo, en el valle de Aragua. Comienza el desenclave de la microrregión, a pesar que poblados como San Antonio y San José de los Altos aún permanecen marginalizados.
La batalla de los Altos Mirandinos.
Tras sucesivas victorias del ejército Federal en el año de 1863, el general Antonio Guzmán Blanco organiza una división de alrededor 2.500 hombres, en las cercanías de San Diego y San Antonio. El ala izquierda la regía el general Joaquín Salazar, la cual se despliega hasta Carrizales y Los Teques. El 12 de abril salió para Los Teques el general paecista León Rodríguez. El día 13 pernocto en la ciudad. Al día siguiente emprendió operaciones contra el ala izquierda de la división de Guzmán Blanco, buscando abrir las comunicaciones con Carrizales. En Corralito se enfrentaron ambos ejércitos. Luego de duros combates, el día 16 recibe el general Rodríguez refuerzos del gobierno, lo que hace retroceder a los federalistas hacia San Diego, fortificándose en la colina conocida como Pozo de la Cañada, posición que es atacada por el gobierno dando la orden los federalistas de retirada hacia Paracotos. El general Rodríguez, vista las bajas sufridas, decide no emprender persecución sobre los enemigos. Regresa el día 17 a Los Teques, descansa y parte el día 19 hacia El Valle. Aunque se podría apreciar que las fuerzas gubernamentales habían obtenido un triunfo, lo cierto es que el ejército de Guzmán Blanco vuelve a ocupar la zona. Esta situación mostró la realidad de la contienda y ayudo al general Páez a tomar la decisión de terminar la guerra mediante un tratado de paz, el cual se concretaría el 23 de abril de 1863 y se conoce como el Tratado de Coche.
En 1875 el Ministro de Obras Públicas tiene que nombrar un comisionado para recoger y trasladar a Caracas toda la madera cortada clandestinamente en la ruta que conecta a Macarao con Los Teques y selvas contiguas. Ya comenzaban los problemas medioambientales que tanto dolor de cabeza ocasiona a los actuales pobladores de la capital.
Para 1881, momento previo al centenario del nacimiento de El Libertador (1883), Los Teques contaba con 2.919 habitantes. San Diego de los Altos con 1.621 habitantes. San Pedro con 2.443 y San Antonio de los Altos con 739. Paracotos era un lugar de paso hacia el valle del Tuy, lo que le permitía un crecimiento sostenido, de ahí que contaba con 2.846 habitantes, lo mismo que Taica, con 1.742. Carrizal contaba con 1.067. El Distrito Guaicaipuro pertenece al entonces llamado estado Bolívar y cuenta con 17.930 habitantes. Para 1877 se cuenta con 185 haciendas cafetaleras, 5 mixtas de café y caña de azúcar. 711 arboledas de café corresponden a plantaciones pequeñas y medianas y 1.988 conucos de subsistencia (8)
En 1891, el territorio del municipio está dividido en dos: el municipio Los Teques, conformado por los barrios El Trigo, El Guarataro, El Alambique, El Barbecho, El Rincón, Río Arriba, Santa Rosa, Quebrada de la Virgen, Las Lagunetas, La Francia y Las Guamas; y el municipio San Juan que comprendía La Mata, Vueltalarga, La Cañada, Retamal, El Corozal, Camatagua, Corozalito, Puertas Morochas, Guayas, Guayitas, El Jabillal, Chacao (sic) Gueremal, y Naigua.
En 1892 en el sitio de Los Colorados, se escenifica una sangrienta batalla entre las fuerzas del general Joaquín Crespo, al mando del general Ramón Guerra, con las tropas del general José Ignacio Pulido, que representaba al gobierno de Raimundo Andueza Palacio, en el marco de lo que se conoce como la “Revolución Legalista”. (9)
El estado Miranda se crea por la Constitución del 29 de marzo de 1901, siendo sus capitales Petare (1900-1904) y Ocumare del Tuy (1904-1927). Con la creación del Distrito Federal en 1909, el distrito Guaicaipuro fue adscrito al estado Miranda, por orden de Juan Vicente Gómez.
Para 1910 se enlaza con Caracas a través del Gran Ferrocarril de Venezuela. Igualmente se había construido una carretera que la comunicaba con la ciudad de La Victoria.
El directivo del Ferrocarril Alemán, Gustavo Knoop construye el parque “Los Coquitos”, o parque Knoop. Este emprendedor también dejo el parque El Encanto, a unos 7 kms de Los Teques, escenario natural de diversa suerte, entre otras, la de un hecho sangriento (29/09/1963) durante las luchas guerrilleras en la década de los 60 del siglo XX.
En 1912 los salesianos fundan el Liceo San José; en 1940 el gobierno el liceo Francisco de Miranda. En 1950 la Escuela de Formación de Guardias Nacionales y en 1965 la vicaría general de Los Teques fue elevada a obispado, siendo su primer obispo monseñor Juan José Bernal. En 1970 se instala en la cercanía de la Quebrada de la Virgen, el Instituto Científico y Tecnológico de la Industria Petrolera Nacional (INTEVEP), y en 1971 inicia sus actividades el Colegio Universitario de la Región Capital. Era la idea del gobernador del estado Miranda de la época, Manuel Mantilla, hacer de Los Teques una ciudad universitaria conformada por centros de investigación y universidades. En octubre de 1979 se funda el Ateneo de Los Teques.
Muchos han sido los periódicos que se han fundado en la localidad: El Trabajo (1908), Frente (1941), Rubrica (1943) Unidad (1959), Guaicaipuro (1960) Pantalla (1963), El Pueblo (1964), Alerta Mirandino (1967), El Tequeño (1975); actualmente son de la zona La Región y el Diario Avance. Igualmente se han publicado numerosas revistas, semanarios y bisemanarios.
Los habitantes de Los Teques siguen adelante en medio de un caos urbanístico que deprecia sus encantos naturales. Le han hecho falta unos buenos alcaldes que estén a la altura de sus responsabilidades con la ciudad. Los Teques, igualmente, continua con su destino estrechamente relacionado con Caracas.

1) Ministerio del Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables. Diccionario Geográfico del estado Miranda. Caracas, 1984.
2) Lucas G. Castillo Lara. Una Tierra llamada Guaicaipuro. 3ra edición. Biblioteca de autores mirandinos. Colección Cecilio Acosta. Los Teques 1994
3) Marcos Aurelio. Vila. En El Estado. Miranda. Su Tierra y sus hombres. Edición del Banco de Miranda. Caracas.1959
4) Diccionario Geográfico del estado Miranda. Ob. cit.
5) Fundación Polar. Diccionario de Historia de Venezuela.
6) Telasco A. MacPherson. Diccionario del Estado Miranda. Biblioteca de autores mirandinos. Colección Francisco de Miranda. Los Teques. 1988
7) Adrián Serrada, Luis A. y otros. Cuadernos de Historia Regional. Los Teques.
.8) Tejera, Miguel. “Venezuela Pintoresca e Ilustrada” París. 1875
9) Fundación Polar. Ob cit.

Juana Ramírez, La Avanzadora



De Chaguaramas, hoy estado Guarico (Venezuela), al estado Monagas, se extiende la fama de Juana Ramírez, conocida como La Avanzadora, por ser la primera en avanzar al frente del batallón con el nombre de “Batería de las Mujeres” en la batalla de los Altos Godos el 25 de mayo de 1813, en plena Guerra de Independencia.
Nace en la citada población de Chaguaramas el año de 1790. Esclava libertada, fue hija de la esclava Guadalupe Ramírez, manumisa de la familia Ramírez Valderrama. De niña se dedicó a los oficios propios de la época, siendo lavandera al igual que su madre.
En 1813 se encuentra en la ciudad de Maturín, en el oriente venezolano, y asiste a la convocatoria de la historia. Se alista en el batallón conocido como “la Batería de las Mujeres”, que estaba formado por la totalidad de las mujeres del pueblo que lucharon al lado de los hombres en favor de la Independencia. Ese año ataca Domingo Monteverde, en nombre del Rey de España, al pueblo oriental. La defensa republicana la lideran José Francisco Bermúdez, Manuel Piar y José Tadeo Monagas. A Piar le corresponde organizar el mencionado batallón de mujeres y entre sus actividades estaban las de apertrechar los cañones, atender los heridos, suplir de provisiones a las tropas.
Juana se destaca al enfrentarse al enemigo. Refiere el Diccionario de Historia de Venezuela (Fundación Polar) que “… en medio de una lluvia de balas atravesó el campo de batalla y arrancó su espada a un general muerto…” arma que enarboló como estandarte de libertad. De allí viene su reconocimiento como Juana La Avanzadora, por ser la primera en avanzar hacia el enemigo.
Tras la caída de Maturín en manos realistas, Juana Ramírez abandona a la ciudad. Regresa cuando las tropas patriotas la recuperan, habitando en la calle Maturín, hoy Bolívar. Allí obtiene su liberación por parte de la familia a la cual prestaba servicios. Se muda al caserío Guacharacas, hoy San Vicente, falleciendo a la edad de 66 años.
Sobre esto último, el Diccionario de Historia de Venezuela señala que “después de la guerra, posiblemente permaneció en Maturín”.
El 24 de junio de 1975, el Comité de Damas de la 58° División de Infantería erigió un monumento sobre su tumba, en el cementerio viejo de Guacharacas, que hoy sirve al pueblo de San Vicente y cuya placa reza así: “Aquí yacen los restos mortales de la heroína Juana Ramírez ‘La Avanzadora’, máxima exponente de la mujer monaguense, 1790-1856.”
En la avenida Bolívar de Maturín existe una obra escultórica que se le encargó al italiano Renzo Bianchini y que constituye uno de los símbolos que identifican a la ciudad.

El Falke y una carta de Andrés Eloy Blanco a la hermana del general Pedro Elías Aristigüieta

La expedición del Falke es uno de los episodios importantes en las luchas contra el régimen de Juan Vicente Gómez. El general Pedro Elías Aristigüieta toma la ciudad de Cumaná (estado Sucre, Venezuela) y es capturado por las fuerzas leales al gobierno, falleciendo durante su traslado a la ciudad de Carúpano. Al enterarse de la muerte, el poeta Andrés Eloy Blanco le envía una sentida carta a la hermana del prócer sucrense.
Luis Rafael Pimentel Agostini conjuntamente con el general Pedro Elías Aristigüieta, dirigen el ataque a Cumaná bajo la dirección del general Román Delgado Chalbaud en lo que se conoce como la expedición del Falke. Aristigüieta fue uno de los líderes quienes intentaron derrocar la dictadura de Juan Vicente Gómez.
Pedro Elías Aristigüieta, nace en Cumaná en 1885, hijo de Fernando Aristigüieta Sucre, descendiente del Mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre y de Ana Rojas Guerra. Miembro de la expedición del Falke -por el nombre original del buque que trasladó a los invasores y al cual habían cambiado llamándolo General Anzoátegui-, en 1929. Junto a Luis Rafael Pimentel Agostini se encarga del ataque por vía terrestre a Cumaná, sin lograr coordinar su acción con el desembarco de las fuerzas dirigidas por Delgado Chalbaud, quienes en la madrugada del 11 de agosto de 1929, inician el ataque a la guarnición. Se rompen los fuegos y a poco, al enfrentarse Delgado Chalbaud y Emilio Fernández, Presidente del estado Sucre y líder de las fuerzas gubernamentales, en el Puente Guzmán Blanco, mueren ambos, al igual que Zuloaga Blanco y otros oficiales.
Aristigüieta toma la ciudad de Cumaná dos días después (13 de Agosto) y se ve forzado por las tropas oficialistas, que llegan desde Barcelona y Maracay, a retirarse hacia el pueblo de Santa Ana de El Pilar, llamado Santa Ana Arriba. En este sitio, ubicado entre los límites del Municipio Andrés Mata y el Municipio Bermúdez, ocurriría una batalla que sería recordada por los habitantes de esta población con el nombre de la sangrienta. Se ha de resaltar que por primera vez en la historia militar de Venezuela actúa la recién creada Fuerza Aérea Venezolana, aunque sólo se trató de simple ejercicio de reconocimiento.
Un día antes de la batalla, llega un grupo de revolucionarios para tantear el terreno y en la noche, se apersonan los líderes de la invasión a Cumaná, entre ellos Pedro Elías Aristigüieta. Al amanecer, mandaron a comprar unas bestias para agilizar el desplazamiento de la tropa. Cuando los encargados de este cometido regresaban con los animales, se encuentran con las tropas del gobierno y ocurre el primer enfrentamiento. Al escuchar la cercanía de los disparos, los revolucionarios salen al encuentro, iniciándose la batalla que duró desde las siete de la mañana hasta las tres de la tarde.
Herido de gravedad durante los combates, Aristigüieta es capturado junto a otros revolucionarios a quienes trasladan a El Pilar, dando fin a los planes de pasar a Carúpano, donde lo esperaba un barco para llevarlo a Caracas. Pedro Elías Aristigüieta fallece en el viaje a Carúpano el 27 de Agosto.
Andrés Eloy Blanco, purgaba condena en el Castillo de Puerto Cabello. Al enterarse del fallecimiento de Pedro Elías Aristigüieta, dirige la siguiente carta a María Josefa Aristigüieta, hermana del prócer fallecido. A continuación el texto de la misma.

“Castillo de Puerto Cabello, 16 de febrero de 1931.
Hermanita querida:
La oportunidad que me da el querido Petronio para hacerte llegar ésta, llena un anhelo intensísimo de mi corazón. Mentira parece que haga más de un año de aquel golpe que al igual se sintió allá y aquí, como esos golpes que se dan a los árboles y todo: tronco, ramas, nido, todo se sacude… Y después, después que la verdad roja se confirmó, cuando ya no teníamos ni el refugio de la duda, entonces de manera santa, silenciosa, como a gotas caídas en mi corazón, me fue creciendo un pensamiento, una convicción que parecía haber brotado de la mano de Dios, la fuente misma de los consuelos; esa idea se apoderó de mí de tal manera, que hoy sale de mis labios con la sencillez de esas aves domésticas que no se ven salir: Pedro Elías tenía que morir. ¡Ah, qué espantosa, pero que luminosa verdad, arraigada en la conciencia de su selección! ¡Qué dura, qué gloriosa elección! ¡Por qué radiante evidencia! ¿Quién, si no era él, iba a morir? ¿Quién, entre todos los soldados de la falange, tenía en el alma aquel rebosante amor que se le vendía por las palabras? ¿Quién tenía en las manos aquella pureza que es el manjar de la muerte?
Su revolución era la revolución en el sentido apostólico; su ostracismo no le dio ni un odio; su desembarco fue un paso de Tiberiades; su caída fue su bien morir sobre la tierra soñada… Y entre todos, ¿quién debía ser el que borrara los pecados del mundo, los horrendos pecados de esta tierra? ¿Qué recental había que sacrificar para la redención de esta conciencia nacional adúltera al terror desenfrenado?… ¡Buenos ojos tiene Dios, sabe ver! ¡No podía equivocarse! Las revoluciones que se asientan sobre la sangre del inocente no son nunca vencidas. Tu cordero embistió con fuerza. Tuvo para el ataque la bravura del toro, pero él sabía bien que, fuera del armado testuz, todo lo demás era cordero. Yo lo veo así, predestinado. ¿Pedro Elías vencedor? ¿Pedro Elías jefe? ¿Pedro Elías hombre entre los hombres, mirando con ojos cansados el botín de los asaltos? No, no. Pedro Elías era la derivación de esa célula divina que llevan los pueblos en el alma; era la intuición misma del sacrificio, doblado en sonrisa como flor de ofrecimiento sobre los labios que dijeron la palabra del pueblo. “¡Qué buen maestro para esa idea!”, diría Dios. “¡Qué buena idea para tal muerte!”, diría el mismo Dios cuando su voluntad se baja a la Victoria. ¡Yo le pido a ese Dios que me dé vida para que mi palabra sea la que salude un día en Cumaná el mármol que lo consagre, menos blanco que el vellón de su alma! ¡Qué vuelos de palomas, qué de blancos en el azul de ese día en que aparezca la figura de tu cordero, trasegado en cristalina proyección histórica de la blancura de Sucre para dar aquella tierra en el templo de la dignidad venezolana capitalidad evangélica!
Juan de Dios, Antonio, José, Luis, Angarita, todos te recuerdan con el más profundo amor. Tu nombre es la comunión de los presos. La gran fuerza de tu dolor está en nosotros, dolor que vigoriza el paso de la justicia, que es casta pero temible como el agua de las espadas que montan la guardia de tu cordero.
Tu hermano, Andrés Eloy Blanco.”