sábado, 20 de enero de 2007

Venezuela en los años cincuenta: publicidad en la radio...

Radio de galena
En los años cincuenta, cuando la televisión estaba en pañales, y los días sólo eran llenados por el fabuloso aparato de radio, se escuchaban cosas como estas:
1.- *caballero:... hágasela suave y... placenteramente... su afeitada >> >>le proporcionará un suave >>>placer >>> >con la crema de afeitar Mennen.
2.- * señorita:.. si su mamá se mete el dedo, y su hermana >>> >también... no haga usted lo mismo, use palillos para dientes el pingüino.

3.- * caballero: ¿sabe por qué a su novia le gusta tocárselo?... >>> >porque sabe que ese disco suena bien en su nuevo equipo Philco.
4.- * señorita: ¡no se deje meter esso!... cuando mande a lubricar su vehículo exija Texaco.
5.- * señora: lo que usted siempre quiso.... ¡ahora le caben hasta los huevos!....
si, hasta los huevos le caben en su nuevo refrigerador General Electric.
6.- * señorita: si su novio llega borracho y se lo pide, >>>déselo...>>> >sí, dele un par de Alka Seltzer y adiós a esa borrachera.
7.- * señora: ¿no le entra bien?, ¿le maltrata la punta?, ¿le duele mucho atrás?, ¿siente desmayarse?... es porque sus zapatos le quedan chicos, llévelos a la italiana y se los suavizarán.
8.- * caballero: ¿tiene problemas porque se le para constantemente?... algo anda mal en su reloj, llévelo a la relojería Suiza y se lo dejarán como nuevo.
9.- * señorita:mucho cuidado, no se lo deje meter del viejo....exija que le den del nuevo y calientico, pan de la panadería Santa Mónica.
10.- *caballero: ¿se le ha achicado?, ¿se le ha encogido?... usted sufrirá esto... si sus camisas no son confeccionadas con telas de la Parisina.
11.- * señora: ¿le gusta que su marido lo tenga duro o blando?...>>> >no lo piense más, mándele a planchar el cuello de sus camisas con Almidón el Rey.
12.- * caballero: ¿le duele la cabeza al meterlo?... claro, esto le pasa por no usar sombreros Pariza.
13.- * señora: ¡póngase en cuatro!.... si, póngase en Valencia en sólo cuatro horas, en los confortables autobuses Estrella Blanca.
14.- * señora: ¿las quiere tener arriba?, ¿no le gusta que se le caigan?, ¿las quiere tener siempre templadas?... .sus medias sólo lucirán bien templadas con ligueros Leonisa.
15.- * caballero: ¿se le para de repente? ¿se le derrama el líquido?... esto es señal de que su carro necesita bujías Champion.
16.- * señora: dígale a su marido que todas las noches le eche tres... si, tres... gotas de colirio eye-mo en cada ojo y le hará amanecer con una vista clara.



Plaza Bolívar. Caracas

jueves, 11 de enero de 2007

Lo que el pueblo quiere lo quiere el gobierno: La visita de Gardel a Caracas

La visita de Gardel a Caracas
Lo que el pueblo quiere lo quiere el gobierno



Con Gardel fallece un venezolano. El margariteño Alfonso Azaf, quien trabaja para él y había sido contratado en Puerto Rico.



En 1935, el mismo año en que se produjo la muerte del general Gómez, Caracas sufre de “gardelitis”. El 25 de abril llega a La Guaira a bordo la motonave norteamericana “Lara” Carlos Gardel, quien se le conocía como “El morocho del abasto”, “El zorzal criollo” o “El mudo”, como también se le llamaba en sentido humorístico. Su estadía conmueve a la gente de todos los estratos sociales de la Capital. La Broadcasting Caracas anuncia el acontecimiento del siglo. La expectativa que la presencia del argentino despierta, amenaza superar la del también cantante Alfonso Ortiz Tirado, el boxeador Kid Chocolate, quien derribara al “pollo de la palmita”, e incluso la del torero Juan Belmonte.

Y es que Gardel viene precedido de mucha fama y sus publicistas saben crear cierta expectativa, no muy difícil de lograr en una ciudad que goza de poca oferta para divertirse, y un tanto agotada por la tensión política y los tradicionales espectáculos de ópera en el Teatro Nacional. Lo de Gardel es algo nuevo. La mujer caraqueña lo celebra al tiempo que Gardel la embruja con su canto y su encantadora simpatía.

Llega por La Guaira, donde lo esperaba tanta gente, se calcula en tres mil, que se ve obligado a refugiarse en una fábrica de vidrios, propiedad de Jesús Corao. Sus guitarristas Domingo Riverol, Guillermo Desiderio Barberi, José María Aguilar y por supuesto, el compositor y amigo suyo Alfredo Le Pera, le acompañan. Junto con Luis Plácido Pisarelo almorzaron en el Hotel Miramar, de Macuto.

Abordan el tren que los traería hasta Caracas. Sale de Macuto a la 1,30 p.m y llega a Caño Amarillo a las 3,30 p.m. En la estación, lo espera una verdadera multitud, expectante, ansiosa de conocer aquella figura que había revolucionado el canto popular.

Se traslada hasta el Hotel Majestic, un lujoso edificio de cuatro pisos, “el más moderno y mejor situado de la ciudad”. Llega allí caminando en medio de los aplausos de la gente que lo sigue entusiasmada y festiva. Debuta al día siguiente en el Teatro Principal, donde realiza nueve presentaciones. Una de sus funciones, a un costo de un Bolívar.

La prensa se ocupa de resaltar en primera plana la presencia del visitante argentino. Luego ocurre en Colombia el accidente aéreo que le quita la vida. La fama del cantante se extiende como la espuma.

En todas partes se comentaban las cualidades de Gardel, su voz, su bonhomía, su aspecto varonil. En cualquier esquina se escuchaba a la gente del pueblo tatarear “La Comparsita” o “El día que me quieras”. Quizás el tango más representativo, por su letra, por lo que tiene de dramático y quejumbroso, porque recoge su espíritu de nostalgia y resignación y al mismo tiempo muy humano, es “Silencio”.

El general Gómez le invita a Maracay para que le cante en familia. El suceso se da de la siguiente manera: Pierre René Deloffre, dueño de “La Suisse” habla con Gonzalo Gómez, hijo del Presidente:
-¡Coronel, yo quiero preparar en el Miramar, un gran homenaje del Gobierno a Carlos Gardel, sin cobrar absolutamente nada, pero creo debemos asociar el nombre del Benemérito general Juan Vicente Gómez a Carlos Gardel! ¡El pueblo está como loco! El benemérito debe estar presente.
–El coronel Gonzalo Gómez plantea el asunto en Maracay.
-La gente nunca me ha visto con cantantes, ni detrás de los artistas, pero es bueno que se sepa que si el pueblo quiere al señor Carlos Gardel, el gobierno también lo quiere. Lo que el pueblo quiere –repitió- lo quiere el gobierno. Así es que vamos a recibirlo aquí en Maracay, en familia, para que nos cante... Pero díganle al señor Becker, que ponga el Hotel Miramar a la orden de quienes traen al señor Gardel, para que hagan allí lo necesario.

La jugada comercial del dueño de “La Suisse” buscando propaganda, le sale mal. Mientras que León Becker, gerente de Hoteles Unidos de Venezuela, la competencia, sale ganando sin proponérselo.

Volvamos momentáneamente a la estación de trenes de caño Amarillo. El público plena los espacios incluyendo las cuadras adyacentes. La orquesta Ayacucho I lo recibe en el anden. Interpreta la popular melodía “El Cumaco de San Juan”. El público lo divisa. Las barreras no ofrecen resistencia al impulso de la gente. Los atriles de los músicos sufren la embestida de la multitud que se avalancha sobre la locomotora. A Gardel se le hace imposible abordar el vehículo. El mismo sufre un desperfecto. Tiene que caminar. La multitud lo acompaña. Caracas se vuelve como loca. Preocupados acuden al Gobernador y este responde lacónicamente:

-Es mejor que se ocupen de Gardel y no de otras vainas...

El número telefónico 21422 del teatro Principal no se da abasto para las reservaciones. Precios: patio y orquesta: Bs. 6. Balcón numerado Bs. 4. Galerías Bs. 2.

El día del debut las fuerzas del orden trabajan en exceso para mantenerlo. Se apagan las luces y aparece la revista Pathe, con las ultimas noticias: el carpintero Hauptmann, en la antesala de la Silla Eléctrica por el secuestro y muerte del niño Limbert. Luego, un cortometraje del Walt Disney: Mickey Mouse en el Perro Robado. Antes de iniciar la presentación de Gardel, el estreno de la película Por Partida Cuadruple, de Charlie Chase.
El delirio colma la sala. Las mujeres le lanzan zapatillas y otras prendas. Mientras que en los Estados Unidos, aquella noche del 25 de abril, los pobladores escuchaban con atención el discurso del presidente Roosvelt trasmitido por la radio, referido a la terrible crisis económica mundial, en Caracas la sociedad acomodada se entregaba a la alucinante melodía de Carlos Gardel.

Pero no todos participan de la fiebre de la “gardelitis”. En algunas iglesias se condena el tango por “sus letras indecentes, muy peligrosas para la juventud; especialmente para las niñas.” El Maestro Sojo prohíbe terminantemente hablar de Gardel en la Escuela. Pisarello comenta en la radio que “el repertorio de Gardel lo pueden cantar hasta los niños de escuela.” Los chistosos señalan que, según Pisarello, si fuera maestro de escuela los niños en vez de cantar “El Himno del Árbol”, cantarían “Melodía de Arrabal”.

Una persona que se identifica como “Clara y raspada” afirma que Gardel es pésimo. El comentario es la comidilla de las sociedad caraqueña. ¡Que bruta! Es lo menos que dicen del atrevimiento de la critica.

La mujer caraqueña se encubre en el seudónimo. “El Nuevo Diario” presenta una encuesta dirigida a las damas: ¿Qué le gusta y qué le disgusta de Carlitos?. Las respuesta la pueden dar por teléfono y no tienen que dar el nombre. Comienzan a aparecer los seudónimos más sugestivos: “Romántica”, “Mal querida”, “Trastornada”, “Mariposa” y más...

Catorce mil quinientas personas ven a Gardel en siete días. El artista solicita rebajar el precio de las entradas: Patio numerado Bs. 4; Balcón Bs. 2; Galerías Bs. 1.

Mientras en el Principal y el Rialto Gardel deleita a su público, en el Teatro Municipal el Maestro Sojo hace gala de su arte. Trescientas personas va a verle y el concierto es retransmitido por la Broadcasting Caracas. Las voces de María Teresa Castillo, Pomponé Planchart, Oliveira de Prieto, Tomas Ojeda, Belé Maldonado, Lucía Malavé y las señoritas Morales Lara interpretan “El Curruchá”, “El Compae Facundo”, “Rosal” entre otras.

En esos días gardelianos el Jobo Pimentel entrega a “El Heraldo” la siguiente sal de Pim:

El Hombre que no Oyó a Gardel

“Yo no soy, a Dios gracia, argentino
y si lo digo así, no es por desprecio,
pues, también, a Dios gracias, no soy necio,
mejor dicho, cretino,
para ignorar que honroso hubiera sido
-no sólo para mí, para cualquiera-
en país tan glorioso haber nacido;
pero ser argentino en esta era,
y estimar ese pueblo el alto rango,
debe ser, con certeza,
causa de mil dolores de cabeza,
sólo por causa del maldito tango.
Por su culpa, imagino
Que sobrará quien crea
Que el sesudo y viril pueblo argentino,
El de Belgrano, Mitre y Necoechea,
¡y hasta del mismo Rosas, que caray!
Un monstruo, pero macho, si los hay;
El noble pueblo, en fin,
Que produjo el egregio San Martín,
Hoy, a juzgar por lo que el tango reza,
Es un pueblo sin bríos ni cabeza,
Llorón, afeminado y borrachín.
Y como yo –se cae de maduro
como se cae un mango-
tal cosa ni por pienso me figuro,
soy enemigo personal del tango,
y el solo caraqueño, de seguro,
que ha “brincado” a Gardel,
y los demás tanguistas como él.
Comprendo que esto no le importe mucho,
Ya que cansado está de tener llenos;
Más yo, en pro de Argentina, no lo escucho,
Y si fuera argentino, mucho menos”.

Gardel parte para Colombia y el 24 de junio la voz de Francisco Fossa Anderson, por la Broadcasting Caracas, anuncia que en el aeródromo “Olaya Herrera” de la ciudad de Medellín, a las 3 y 10 minutos de la tarde se produce el terrible accidente. El trimotor “Ford” S-31, de la SACO, aparato que recién había aterrizado en el aeródromo, procedente de Bogotá, con el fin de abastecerse de combustible, cuando intenta la maniobra de despegue con sus tres motores en marcha, rodando por la pista, se desvió y embiste contra el trimotor “Manizales” de la “Scadta” que se encuentra estacionado en los hangares y el cual había aterrizado minutos antes y se preparaba para ir a la capital de Colombia. El narrador grafica la noticia señalando que el impacto fue de tal magnitud que ambos aparatos tomaron una altura aproximada de veinte metros. Una inmensa bola de fuego se apodera inmediatamente de las naves y los tanque llenos de combustible estallan generando un fuego que no es controlado sino hora y media después. El cadáver de Gardel se identifica por la dentadura y por un anillo que siempre llevaba consigo. Una guitarra que le había obsequiado en Bogotá queda media destruida por las llamas.

Caracas se entrega al luto. En San Juan, La pastora, San José y en otras parroquias encienden velas frente a retratos del cantante. No falta quien haga un negocio de la tragedia. Se venden tarjetas en la que se ofertan ver a Gardel en el cielo:

-¡Vea a Gardel en el cielo! ¡Vea a Gardel en el cielo!, repite el vendedor.
-¡Por medio Usted puede ver a Gardel en el cielo!

La tarjeta consiste en una cartulina tamaño postal con la figura del cantante y en la nariz se destaca un punto. Las instrucciones indican que debe ver fijamente el punto durante un minuto y luego cerrar los ojos. Inmediatamente los abres y mira hacia el cielo.

El efecto óptico sugestiona a mucha gente:
-¡Es verdad! ¡Allí está! ¡Clarito!.

Con Gardel fallece un venezolano. El margariteño Alfonso Azaf quien trabaja para él y había sido contratado en Puerto Rico.
Sobre la muerte de Gardel comienza a tejerse mil conjeturas. Aún treinta y más años después del accidente hay quienes han afirmado que Gardel aún vive. No han faltado “hijos” que reclaman el derecho de ser reconocido como tales. Otras historias son un tanto más truculentas. Espiritistas afirman hablar con Gardel y más de uno se presenta para conocer la versión de la historia.



Pero lo que afirmar Oscar Yanes, es que un periódico del interior había anunciado dos días antes, el 22, la muerte de Gardel. Comenta que la gente intenta quemar los talleres. Pero al ocurrir el accidente, el Director no se atreve a publicar la verdadera noticia.

Cada admirador de Gardel y de sus tangos, tiene sus preferencias. El prestigioso escritor argentino Julio Cortázar se expresa de esta manera:

“Escucho una vez más “Mano a mano” que prefiero a cualquier otro tango y a todas las grabaciones de Gardel. La letra, implacable en su balance de la vida de una mujer que es una mujer de la vida, contiene en pocas estrofas “la suma de los actos” y el vaticinio infalible de la decadencia final. Inclinado sobre ese destino, que por un momento convivió, el cantor no expresa cólera ni despecho.

Rechiflado en su tristeza, la evoca y ve que ha sido en su pobre vida paria sólo una buena mujer. Hasta el final, a pesar de las apariencias, defenderá la honradez esencial de su antigua amiga. Y le deseará lo mejor, insistiendo en la calificación:

Que el bacan que te acamala tenga pesos duraderos,
que te abras en las paradas con cafisbos milongueros,
y que digan los muchachos:


“Es una buena mujer”.
Tal vez prefiero ese tango porque da la justa medida de lo que representa Carlos Gardel. Si sus canciones tocaron todos los registros de la sentimentalídad popular, desde el encono irremisible basta la alegría del canto por el canto, desde la celebración de glorias turfístícas basta la glosa del suceso policial, el justo medio en que se inscribe para siempre su arte es el de este tango casi contemplativo, de una serenidad que se diría hemos perdido sin rescate. Si ese equilibrio era precario y exigía el desbordamiento de baja sensualidad y triste humor que rezuma hoy de los altoparlantes y los discos populares, no es menos cierto que cabe a Gardel haber marcado su momento más hermoso, para muchos de nosotros definitivo e irrecuperable. En su voz de compadre porteño se refleja, esto sonoro, una Argentina que ya no es fácil evocar.”

Otra opinión, la de Jorge Luis Borges, con su estilo característico, un tanto sardónico señala lo siguiente:


"Los payadóres y milongueros anteriores a él habían canturreado casi en voz baja, con una entonación que oscilaba entre lo cantado y lo oral Carlos Gardel fue acaso el primero que dejó ese desgano y canto con toda la voz. Fue también el primero que acometió con toda deliberación lo patético. Los letristas escribieron tangos para él, que le permitían (... ) un sollozo o queja final. Los versos eran casi siempre sentimentales y a veces rencorosos; Gardel las cantaba con cierta indiferente premura y una que otra vez con cinismo, salvo en el caso de los últimos. Cuidaba mucho sus grabaciones; no se resignaba al menor error, excepto en la versión definitiva, en la que deslizaba alguno, para dejar en los oyentes una impresión de espontaneidad. Muerto el hombre, la perdurable voz sigue cantando y conmoviendo.

He conversado con algunos de sus amigos, su obligada condición de profesional que debía ganarse la vida no le impidió ser muy generoso. Bastaba que uno le dijera que andaba necesitado, para recibir de su mano un fajo de billetes, que él no contaba. Es natural que conociera muchas mujeres. Pude haberlo oído cantar en los cinematógrafos, y nunca lo oí; su gloria máxima fue póstuma.

Ha tenido mucho imitadores; ninguno, me aseguran, lo iguala. Buenos Aires se siente confesada y reflejada en esa voz de un muerto.

La gente lo apoda con afecto. El Busto que Sonríe o, con, más gracia, El Mudo. El primer apodo alude a su monumento, en el cementerio del oeste, donde llegan homenajes de flores.

Días pasados oí decir. ¡Ese Gardel! Cada día canta mejor.”

Otras opiniones:


Odio a Carlos Gardel porque su sonrisa se parece a la de Juan Perón
-Ahora, 1986

“Gardel tiene la culpa de los males argentinos, porque además de inventar el tango, inventó el rezongo. Los personajes de los tangos se pasan todo el tiempo quejándose de algo.”
El País. 1978

Se dice que Gardel cantó para el general Gómez uno de sus tangos, a petición de éste. Se trataba de “El Gallo Bataraz”. Y que el dictador le obsequió una bolsita con morocotas. También se ha dicho que Gardel entregó parte del dinero a los lideres anti-gomecistas que vivían clandestinamente en Caracas. Posiblemente esto último es una versión difundida por sus admiradores para disipar el significado de haberle cantado en privado al dictador. Quizás fue verdad. En fin, a la luz de la historia, este hecho pasa sin mayor ruido.

Bibliografía.
Rodríguez, Manuel Alfredo. Tres Décadas de Historia Caraqueña.
Verde M., Juan J. Caracas del recuerdo a la nostalgia. Tiro de Cerbatana. Caracas. 1997
Yanes, Oscar. Memorias de Armandito. Editorial Planeta Venezolana. 2da. Edición. Caracas. 2001






sábado, 6 de enero de 2007

Política y políticos...

Política y políticos...



Winston Churchill: Los verdaderos fantasmas son los que no se ven...

En el marco del estricto protocolo ingles durante una cena, una dama le consulta a Winston Churchill

-¿Cree usted en los fantasmas?
- Si, señora- respondió nuestro personaje.
- Pero,
-insistiendo- ¿ha visto usted alguno?
- No, mi querida señora. Los verdaderos fantasmas son los que no se ven...



Harry Truman: Lo que me preocupa en el caso Kennedy no es el Papa, sino el papá...

Era notoria la opinión del padre de los Kennedy a favor de los franquistas e incluso por los nazis. Era conocida su simpatía por la política antisemita del régimen alemán.

Sobre la base del hecho histórico comentado, Harry Truman, en 1960, fundamentaba su desconfianza en la elección de Kennedy como Presidente de los EE UU.

Alguien le pregunta si era por la condición de católico de JFK, a lo que sentenció con estas palabras:

-Lo que me preocupa en el caso Kennedy no es el Papa, sino el papá...



Don Juan Carlos: Franco no ha resucitado...

Todas las transiciones en política son complejas. La española, del régimen franquista a la democracia, no fue la excepción.

Estando don Juan Carlos en el palacio de La Zarzuela, dos altos jefes de la Marina Española le manifestaron su preocupación por los acontecimientos políticos. Uno de ellos afirmó: “Franco no hubiese permitido” lo que sucedía. El rey lo atajó:

- “Podéis decirme lo que queráis. Salvo una cosa: que franco ha resucitado. Está muerto. Y España será lo que nosotros hagamos; vosotros, todos los españoles y yo.”



No soy Miguel Bosé

Es notoria la afición de muchos españoles de conocer y guardar souvenir relacionados con la realeza española. En una oportunidad, don Felipe de Borbón y Grecia estando de visita por Oviedo, una señora le pidió un autógrafo, a lo que sin pensárselo mucho le contestó:
- Lo siento, señora. No puedo firmar autógrafos. No soy Miguel Bosé.

Es cuestión legal

Pedro el Grande, zar de Rusia, se encontraba de visita en Inglaterra. Haciendo las visitas de rigor a la Armada, conoció de un determinado castigo con que se escarmentaba a los marineros. El zar quiso una prueba y obteniendo por respuesta que ningún alistado merecía el castigo, era imposible complacer su petición.

Eso no es problema, señaló: “que se utilice a uno de mis hombres”.
“Majestad –le replicaron los anfitriones-, vuestros hombres se encuentran en Inglaterra y están bajo la protección de sus leyes”


Cuatro meses con la misma blusa

Era costumbres de las reinas apoyar a los soberanos en su accionar político y militar con actos simbólicos. Igualmente, aquellas quienes ejercían el poder confiaban obtener mejor suerte con supersticiones. Hoy observamos en los juegos deportivos como los compañeros de equipo y los fanáticos desde las tribunas, se voltean las gorras o hacen gestos con prendas de vestir.
En la época en que el mundo salía de la Edad Media y se adentraba a la Moderna, algunas reinas compartían algunos actos con el fin de llamar a la suerte, claro, favorable.

Se dice que la reina Isabel la Católica prometió no cambiarse la camisa hasta que el cristianismo no ocupase Granada y desalojase de tierra española los últimos restos de gobierno musulmán.

El caso que nos ocupa tiene que ver cuando la ciudad de Ostende se subleva contra la autoridad del archiduque Alberto. Su esposa, Isabel de Valois, lo apoyó jurando no cambiarse de blusa mientras la ciudad no volviese al redil. El archiduque sitió la ciudad hasta que esta cayó. Lo único es que la acción militar duró cuatro meses.


El rey Clodoveo y Cristo...

En plena Alta Edad Media era rey de Francia, Clodoveo. Casado con Clotilde, ésta era cristiana, mientras que Clodoveo abrazaba sus ritos paganos. Esta situación mantenía una intensa batalla espiritual a favor de la conversión del rey.

El punto es que Clodoveo se encontraba en medio de una batalla que sospechaba perdida. En ese aciago momento, promete abrazar el cristianismo si Dios lo ayuda a salir con éxito del combate.
Conociendo Clotilde el hecho, convoca urgentemente a san Remigio, obispo de Reims, para que lo instruyese en la fe. Clodoveo había ganado...

El punto es que al iniciarlo en el pasaje de la condena y crucifixión de Cristo, Clodoveo se puso de pié, sacó su espada y exclamó:

- ¡Oh, si yo hubiera estado allí con mis soldados!

El charlatán Vetronio

En tiempos del emperador Alejandro Severo, existía en Roma un charlatán llamado Vetronio Turino. Este se dedicaba, entre otras cosas, a conseguir dinero a cambio de recomendar asuntos en el gobierno. Lo cierto es que llovieron las denuncias y el emperador ordenó la condena a morir en la hoguera.
El problema es que la leña se encontraba verde, por lo que más que arder, lo que hacia era humear. Ello no fue obice para seguir adelante conla ejecución. Vetronio permaneció allí hasta que murió asfixiado... lo que originó la siguiente frase del pregón:

-Muere en el humo quien humo vendía...


La palabra “victoria pírrica

Pirro, rey de Espiro en el siglo IV a. C. ganaba casi todas las batallas, pero... a costa de bajas irreparables. En la batalla de Heraclea, al igual que en la de Ausculum, empleó los elefantes contra los romanos. En ambas obtuvo los triunfos a costa de grandes perdidas, a lo que pronunció la famosa frase muy utilizada en la jerga política contemporánea:

- Otra victoria como ésta y estoy perdido.





Juan Pablo Sojo


Juan Pablo Sojo nace en Curiepe, estado Miranda, el 23 de diciembre de 1907. Hijo del maestro músico Juan Pablo Sojo y de Brígida Rengifo. Fue boticario en Higuerote, Curiepe y Caracas.

Desde su natal Curiepe, enviaba artículos al diario El Universal, así como al semanario Fantoches. A raíz de una critica periodística, Rufino Blanco Fombona, presidente del estado Miranda, ordena encarcelarlo en 1937.

Su cuento “Hereque”, su novela Noche buena negra, y su obra Temas y apuntes afrovenezolanos, su pieza teatral El árbol que anda, estrenada en 1945 bajo la dirección de Eduardo Carreño en el Teatro nacional, 1945, son una muestra de la extensa obra que legó a las generaciones futuras este gran intelectual mirandino.

En 1948 acompaña al poeta cubano Nicolás Guillén en su recorrido por Barlovento. De ahí nace el poema “Luna de Barlovento” de Guillén.

Sojo fallece en Caracas el 8 de octubre de 1948, dejando trunca lo que prometía ser la más extensa y completa obra sobre la cultura afrovenezolana...

El cuento del Peje Espá

El cuento del Peje Espá



El cuento es expresión literaria popular que recoge
la esencia del espíritu de las costumbres
y tradiciones de la comunidad.
Algunos cuentos han dado origen a frases populares,
como la de “pagar el pato” (que se dice también “pagar los platos rotos”).
Otros, como los de Pedro Rimales,
contribuyen a mantener la presencia de la picaresca española.
Los hay de mágica ayuda, como el de El gato con botas,
los de animales que personifican la eterna lucha entre la astucia y la fuerza,
como los de Tío Conejo y Tío Tigre, y los del eterno enfrentamiento
entre el compadre rico y el compadre pobre.

En Barlovento, al oriente del estado Miranda, Venezuela,
existe una leyenda referida a la relación de una muchacha y un pez.
La joven fue raptada por el anfibio y vivieron en la Laguna de Tacarigua.
Posiblemente sea éste el origen del tierno cuento del Peje Espá,
de belleza no común, que recogió de labios del pueblo
el desaparecido intelectual Juan Pablo Sojo.




CUENTO DEL PEJE ESPÁ

Estos eran dos niños, una hembra y un varón, que vivían con sus padres en un rancho. Todos los días iban a buscar leña al monte. Una vez, después de un aguacero, la muchachita halló bajo una mata un pocito de agua. Y en el pocito un pequeño pez.

La niña se quedó allí contemplando el pececito, mientras su hermano continuó su camino. A poco rato la niña comenzó a cantar en esta forma:

Con mí palanquilla,
sirena, unangolá.
Y mi maridito,
sirena, un pejespá
.

Volvió a repetir este canto, y el pez salió inmediatamente a flor de agua, contestando:

-Cayón, cayán, cayán llegó.

Contemplando el pocito de agua la encontró su hermano, preguntándole:

-¿Qué haces, mi hermanita?

-Aquí, mirando un pescadito con quien me voy a casar.


Siguieron hasta el rancho y nada se habló de esto. Al día siguiente, muy temprano, salieron los hermanos a cortar leña. La muchacha llevó migas de pan al pececito, cantándole la misma canción del día anterior, y con la consiguiente contestación del pez.

Así pasó el tiempo. Ya el pozo era grande y profundo y su habitante alcanzaba un enorme tamaño. La muchacha era ya una señorita, y los padres se pusieron maliciosos porque ella se tardaba mucho cuando iba a buscar leña. Interrogaron al hermano y él no pudo seguir guardando el secreto. Dijo que un enorme pez espada hablaba con su hermana cuando ella le cantaba una canción.

Al día siguiente, sin que los hijos se dieran cuenta, marcharon tras ellos y pudieron presenciar cómo el pez salía del agua y contestaba a la muchacha. Después que ésta se internó en el monte, acercáronse y el padre cantó:

Con mi palanquilla,

sirena, unangolá.
Y mi maridito,
sirena, un pejespá.


El pez, al oír el vozarrón, se hundió más aún en lo profundo del agua. Entonces, la madre cantó imitando la voz de su hija:

Con mi palanquilla,

sirena, unangolá.
Y mi rnaridíto,
sirena, un pejespá
.

Engañado, el pez salió en seguida cantando:

-Cayón, cayán, cayán llegó.

Rápidamente el padre le dio un golpe con el machete, matándole. Lo sacaron fuera y lo llevaron al rancho. Allí lo abrieron y prepararon para la cena. Las escamas las pusieron en el baúl de la muchacha.

Cuando ésta vino, fue a comer y no sintió hambre. Entró en su cuarto, y al abrir el baúl halló las escamas. Grande fue su dolor al darse cuenta de la muerte del pez. Salió corriendo hasta la orilla del pozo, hallándole seco. Allí regó las escamas y lloró desconsoladamente.

Los padres, al percatarse de su ausencia, corrieron en su busca. Sólo encontraron a flor de tierra sus cabellos, que ya también se iban hundiendo. Tiraron de ellos, tiraron de ellos desesperadamente, pero fue inútil. La muchacha se hundió bajo la tierra.

Juan Baillío: Impresor de la Expedición Libertadora

Juan Baillío: Impresor de la Expedición Libertadora



De este cartelón que mide 55 x 43 cms., estaba destinado a ser fijado en puertas y muros. Sólo se conoce un ejemplar el cual se encuentra en el National Archives de Washington (EE UU). La siguiente reproducción es copia del ejemplar señalado...


Corre el año de 1810 y en la esquina del Palacio Arzobispal un francés, de nombre Juan Baillío instala una imprenta en sociedad con Luis Delpech. Es la segunda imprenta en la ciudad. Pero de esta tipografía saldrán el Semanario de Caracas, cuyo primer número esta fechado el 4 de noviembre de1810, El Publicista de Venezuela, El patriota de Venezuela, El Mercurio y varios números de la Gaceta de Caracas. Este hombre imprime en su taller 12.000 ejemplares de la Constitución, así como también el Acta de la Independencia y numerosos folletos y libros patrióticos. El Congreso le permite titularse como Impresor del Supremo Congreso de los Estados Unidos de Venezuela, y sus impresos llevan el colofón “En la Imprenta de Juan Baillío Impresor del Gobierno”.

Pero quien es este Juan Baillío del que nos ocupamos y tan poco se habla de él en la Historia de Venezuela. Residente en Cabo Francés, capital de la República de Haití en 1804, participa en todos los sucesos relacionados con la Revolución Francesa desde 1792 en la isla antillana. Partidario de los “Petits-Blancs”, funda posteriormente su propia agrupación revolucionaria denominada “Los amigos de la Revolución”. Las pugnas internas en Haití lo lleva expulsado a Francia, en donde alterna su oficio de impresor con la practicas jacobinas. Con la llegada de Napoleón al Consulado, regresa al Caribe instalándose en Los Cayos y adquiere la nacionalidad haitiana.

En 1810 se encuentra en Caracas, participando en las actividades señaladas. Tras la capitulación mirandina, se queda en Caracas, ejerciendo su oficio, pero no tarda en aparecer sus impresos con los boletines del Ejercito Libertador protagonista de la Campaña Admirable. El Decreto de Guerra a Muerte tiene el pie de imprenta de su taller.

A mediado de 1814 emigra a Oriente y en 1815 se encuentra de nuevo en Los Cayos. En febrero de 1816, en esa ciudad haitiana, imprime los formularios de patente, nombramientos y el papel con membrete del Libertador que dice: “Simón Bolívar, capitán general de los Ejércitos de Venezuela y la Nueva Granada, etc. etc. etc.”. Se embarca en la expedición de Los Cayos a bordo de la Bolívar. Lo acompaña la prensa y el material tipográfico que regaló el presidente Petión. Lo acompaña Juan, su hijo de 16 años.

Toma parte en el combate naval de Los Frailes (2/05/1816), y el 3 de mayo, desde Juan Griego, Margarita, imprime el primer boletín del Ejercito Libertador, firmado por el general Santiago Mariño y los “Documentos interceptados al General español de Caracas y al gobernador de esta Isla”. El colofón indica: “Impreso en Juan Griego en la Isla de Margarita por Juan Baillío, Impresor de la Expedición Libertadora”.

Imprime numerosos documentos y desembarca el 1 de junio en Carúpano, donde imprime la proclama del Libertador “A los habitantes de Río Caribe , Carúpano y Cariaco” sobre la libertad de los esclavos. El 5 de julio en Ocumare de la Costa otra proclama de Bolívar “A los habitantes de la provincia de Caracas”, su última obra.

El 14 de julio de 1816 sufren los patriotas la derrota en Los Aguacates y, en la playa, quedaron prensas, tipos, cajones de letras que Baillío tiene que abandonar. Se traslada a Jacmel, lugar del cual parte la segunda expedición reconocida en la historia como “La segunda Expedición de Los Cayos”. Allí fallece ese año de 1816 y se pierde su memoria en los avatares de la Guerra de Independencia.



El 5 de julio de 1911 el gremio de tipógrafos de Caracas devela una lapida conmemorativa en el sitio donde existió la imprenta de Juan Baillío. La tarja rezaba: “En esta casa se imprimió por primera vez el Acta de la Independencia de Venezuela. MDCCC XI. Gremio de tipógrafos de Caracas en el primer centenario de nuestra emancipación, 1911”. Esa casa fue demolida y la placa no existe. Entre las esquinas de Gradilla y Sociedad, en el edificio adyacente al Palacio Arzobispal se imprimió, por vez primera, el Acta de Independencia en la tipografía de Juan Baillío

El traslado de Caracas a Chacao, el terremoto del día de San Bernabé y fray Mauro de Tovar




Comentarios en torno al traslado de Caracas a Chacao,
el terremoto del día de San Bernabé
y fray Mauro de Tovar




El once de junio de 1641, día de San Bernabé, entre las ocho y media y las nueve de la mañana, tembló en la ciudad de Santiago León de Caracas. El mismo se sintió fuertemente en la Guaira y fue de tal magnitud, que no existió edificación que no sufriera daños, siendo la mayoría de ellas destruidas. La iglesia mayor sufrió averías considerables, abriéndose por varias partes. Cayó parte del Convento de Las Monjas, la iglesia de San Francisco se desplomó casi en su totalidad. La ciudad fue literalmente destruida y acto seguido, se desató una plaga que diezmó a la población y los sobrevivientes, en su mayoría, quedaron sumido en la miseria.



A raíz del mencionado terremoto, muchos vecinos caraqueños buscaron amparo al este de la ciudad encontrando en el sitio que hoy conforma el Municipio Chacao amparo. A tal punto, que se pensó en el traslado de la ciudad de Caracas hacia el lugar que ocupa hoy Chacao. Mas fray Mauro de Tovar se opone y logra su cometido de no reasentar la urbe.



Pero quien era este fray Mauro de Tovar. Sacerdote benedictino, fue obispo de Venezuela entre diciembre de 1640 y febrero de 1654. Hombre de desempeño público muy polémico. Su personalidad dominante, arbitraria, orgullosa y hasta tiránica, como lo reseña el historiador Lucas Castillo Lara, contribuye a desatar querellas que algunas han pasado a la historia. Una de ellas, su tenaz oposición a la fundación del convento de la orden de los mercedarios. Ante la insistencia de los seguidores de dicha orden y la construcción del convento señalado, fray Mauro de Tovar decreta el 29 de agosto de 1641 la demolición de dicha edificación, a causa de los daños causado por el terremoto del día de san Bernabé en la misma. Los mercedarios se niegan a dar cumplimiento a dicho decreto, motivo que incita a Mauro de Tovar a encabezar una procesión – manifestación que hace efectivo el decreto de demolición y, como ñapa, excomulga al fraile de esa orden, Juan de Espinosa.



Otro escándalo, situémonos en la sociedad del siglo XVII, fue el proceso de anulación del matrimonio de Ana de Cepeda y Pedro Navarro. Ana de Cepeda acusa a su marido de malos tratos y amancebamiento con su hermana, Jimena Ponte. Fray Mauro de Tovar dispone el apresamiento de los hermanos Jimena y Pedro; revive una causa pendiente contra la madre de estos por no haber bautizado a 7 de sus 10 hijos y la excomulga, al igual que a otros parientes.



Fray Mauro de Tovar excomulga al teniente general Fernández de Fuenmayor y a los alcaldes ordinarios por haber participado en el juicio. El caso sigue su curso en Santo Domingo, resultando a su vez excomulgado fray Mauro de Tovar. Pero esto no queda aquí. Sigue la contienda jurídica en el Consejo de Indias, instancia en la que logra que se levante las sanciones impuestas en Santo Domingo, y le encarga “...que siempre guardéis las leyes de estos reynos, para cumplir todo lo que debéis y sois obligado y excusar para lo adelante ocasiones de semejantes escándalos...”. El pleito continua ya que Gabriel Navarro, quien es procurador de Caracas ante el Consejo de Indias en 1648, presenta documentos contentivos de las ofensas del obispo contra su familia.



En 1650 el polémico obispo es trasladado a Chiapas, México (se efectúa en febrero de 1654), por lo que se tranquiliza esta disputa no sin estampar la siguiente frase de al embarcarse, tras sacudir las zapatillas: “de Caracas no quiero ni el polvo, ahí se los dejo”.



En 1776 una epidemia de viruela causa estragos en Caracas. Al igual que en 1641, muchas familias se trasladan a Chacao y no pocas sentaron residencia definitiva en esta comarca.



Otro sacerdote, el padre José Mohedano, primer Cura propio de Chacao, indica que para el 12 de julio de 1770 Chacao contaba con 1445 habitantes. Para ese momento la jurisdicción comprendía Sabana Grande, Chacaito, Chacao y Sebucán. El censo del padre Mohedano nos refiere que la población contaba con 145 casas, ubicadas en 8 calles denominadas así:



Calle de la Santísima Trinidad: corre de Norte a Sur;


Calle de la Encarnación del Hijo de Dios, corre de Sur a Norte;


Calle del Nacimiento de Jesucristo, corre de Sur a Norte;


calle de la Circuncisión del Señor, corre de Sur a Norte;


calle de la Presentación de Jesús, corre de Oriente a Poniente;


calle de la Huida a Egipto, corre de Poniente a Oriente;


calle del Niño Perdido, corre de Oriente a Poniente;


calle del Bautismo de Nuestro Señor, corre de Poniente a Oriente.


Chacao 1769: solicitud de separación de La Candelaria
En el censo destacan algunas cabezas de familia, tales como la de don Mateo Blanco, Francisco Xedler, Alejandro Blanco, Francisco Antonio Borges, Nicolás Blanco, Ana de Liendo, Félix Blanco, Antonio Archeta, Isabel Daboin, entre otras. En el Partido de Chacaito y Sabana Grande, entre otras cabezas de familia se encuentran los siguientes nombres: Juan Diaz, Carlos Betancourt, José Mañas, José González Manzo, Damiana de la Cruz Pérez. En el Partido de Sebucan: José Diaz, Agapito Acevedo, Maria Felipa Xedler, entre otros.



Quizás de no haberse opuesto Mauro de Tovar a la idea de trasladar a Caracas hacia los terrenos que hoy comprenden Chacao, la ciudad fuese hoy, políticamente, la capital de la República, y Chacao, una parroquia de la ciudad capital...

martes, 2 de enero de 2007

Caricaturas

Mosaico 1854. Ilustración de El Mecate, canto socarrón. Atribuido a Fermín Toro



Una señora en apuros. Portada de Jacobo Borges. 1959

La Linterna Mágica. 24 de octubre 1900




La caricatura de Paolo. 8 de julio 1886








El Zancudo. 1886. Dibujo de Aramburu








El autografo de Paolo. 7 de febrero 1886
Portada de Rivero 1927




































Rufino Blanco Fombona: rumbo a Ciudad Bolívar...


Del diario de Rufino Blanco Fombona:
rumbo a Ciudad Bolívar
en la búsqueda de la aventura
como Gobernador del Territorio Federal Amazonas
“El sábado, víspera del Carnaval de 1905, como a las diez de la mañana, recibí un despacho telegráfico. El Secretario General del presidente me llamaba, por ese telegrama, al Palacio de Miraflores. Inmediatamente salí, tomé un coche, y me dirigí a la mansión presidencial. El secretario me informó que el Presidente pensaba nombrarme Gobernador del Territorio Amazonas.

Me alegre mucho; ¡Ya lo creo! Aunque entre mí pensé: ¿no puedo ser útil en Caracas, en un medio donde mis ideales del momento puedan ponerse por obra?

De todos modos, me alegré. Aquello equivalía a abrir campo a mi acción, a mis buenas intenciones de actuar, de ser un venezolano práctico.

En casa pasamos un Carnaval de lo más divertido. Nuestras ventanas caían precisamente a la calle del Carnaval, lo que en otras partes llaman “el coso”. Así, por las tardes, grupos de muchachas amigas de nuestra hermana Isabel, se enraciman en las ventanas, festonándolas, iluminándolas, alegrándolas. Una noche se bailó.

El miércoles recibí papeles e instrucciones en el Ministerio del Interior; y el jueves salí para La Guayra, donde me embarcaría esa tarde, a bordo del Manzanare, rumbo a Ciudad Bolívar.

Tuvo que deshacerse a toda carrera nuestro hogar, el viejo hogar roto desde 1892 con la muerte de nuestros padres, y que acabábamos de reconstruir, teniendo como núcleo a nuestra hermana Isabel. Pero el viento del destino nos separaba de nuevo. Isabel partiría con oscar para Europa. Se quedaría en Holanda, con Humberto, y Oscar regresaría a ocuparse en trabajos de agricultura, en finca de nuestra propiedad.

En cuanto a los demás, Augusto, Haroldo y yo debíamos internarnos en el antiguo y fabuloso país del fabuloso y antiguo Dorado.

Luego de cinco días de navegación, primero costeando el Oriente de Venezuela y luego Orinoco adentro, amanecimos una mañana frente a Ciudad Bolívar. La capital de nuestra Guayana, vista desde a bordo, en la bruma del amanecer, con sus torres blancas, sus casas blancas, sus contornos áridos y en el fondo una pirámide berroqueña, aparecía en el horizonte, acurrucada sobre una roca, orillas del famoso Río.

El buque se va acercando lentamente. La Ciudad, coronada de azoteas, se divisa mejor. Parece una ciudad árabe; y hasta me recuerda vagamente, sin que se sepa cómo, el panorama de Jerusalem, visto no se cuando, no se donde.

Aquella ciudad, a la que veía por primera vez, evocaba en mi espíritu recuerdos patrióticos. Allí se combatió con rudeza por la nacionalidad. Allí se fusiló a Piar en 1817. Allí se fundó la Gran Colombia, en 1819. a la belleza de su paisaje se reunía la belleza de la historia. Pisé tierra bajo los más gratos auspicios.

La estada fue prolongándose, sin pensarlo ni quererlo, en los preparativos de una internación en las soledades del Alto Orinoco. Tuvimos que lamentar una desgracia con que se iniciaba la expedición, siendo la primera salpicadura roja de esta odisea que iba acabar en sangre. Arvelo-Larriva, que debía juntarse con nosotros en Ciudad Bolívar para acompañarnos al Territorio, de que ya era conocedor, tuvo un lance personal con el propietario del Hotel donde vivíamos y le tendió muerto de un balazo. La multitud furiosa, penetró en el Hotel dando gritos y amenazándonos a todos. A duras penas pudimos salvar a nuestro compañero y salvarnos nosotros mismos de las garras enfurecidas del populacho."

Los Altos Mirandinos a mediados del siglo XIX


Los Altos Mirandinos a mediados del siglo XIX

El 21 de octubre de 1777 el Obispo Mariano Martí erige a Los Teques como Parroquia Eclesiástica o curato independiente. Este curato se funda para agrupar a los feligreses desde Carrizal hasta San Pedro, para que no continuaran dependiendo de la Iglesia de Macarao o de la de San Diego de Los Altos. El primer sacerdote asignado a la Iglesia de San Felipe Neri de Los Teques, fue el Pbro. Br. Don Manuel Antonio Fernández Feo.

Los Altos Mirandinos se desenvuelven con la parsimonia típica de la vida colonial. Siempre atentos a las noticias de ciudades aledañas y a los hechos notorios de la época: asaltos piratas, alzamientos de esclavos y las noticias de los sucesos en las familias criollas de la sociedad colonial.

Con el inicio del siglo XIX Venezuela entra en una dinámica que señalará el camino futuro como república independiente. Los Altos Mirandinos participan activamente en muchos de los eventos que destacan en el período. Una vez, en pleno proceso de Independencia, el sacerdote de Los Teques, Miguel Santana, da protección «...a un grupo de patriotas, que el día 6 de agosto se reúnen con el Libertador Simón Bolívar en San Pedro».(1)

Luego, el 6 de julio de 1814, Los Teques, es atacado y saqueado por las avanzadas de José Tomás Boves. Muchos de sus habitantes son asesinados y hurtan bienes pertenecientes a la Iglesia de San Felipe Neri.

Una fecha de gran importancia para la historia de los altos Mirandinos, es la del 17 de marzo de 1853, ya que ese día se emite un Decreto Oficial por medio del cual se erige el Cantón Guaicaipuro, en la Provincia de Caracas, el cual tiene como capital el pueblo de Los Teques y permite la instalación del primer Concejo Municipal de dicha localidad. La institución aspira, entre sus primeras tareas, «...dotar a Los Teques con un espacioso mercado público, con asistencia médica, con buenos caminos vecinales, con un nuevo cementerio, con ejidos, con centros de enseñanza y que se honrara la figura del cacique Guaicaipuro, colocando su retrato en el Salón de Sesiones de la Cámara Municipal...». (2)

A medida que cobraba importancia los Altos Mirandinos, se suceden hechos propios del devenir histórico que caracterizan las décadas intermedias del siglo XIX venezolano: montoneras y guerras civiles interminable. El Coronel Avelino Pinto se alza contra el gobierno del General José Tadeo Monagas en el año de 1858 y se hace fuerte en Los Teques para actuar contra el gobierno de los monagas. Era el preámbulo de la Guerra Federal o Guerra Larga.

Tras la Federación, los Altos se transforma en asiento de familias que se dedican a la explotación de cafetales. Los Altos Mirandinos es una microrregión que se extiende en las alturas de los ramales de la Cordillera del Litoral que dividen el valle de Caracas del valle del Tuy. El clima tropical atemperado por la altura posibilita un excelente rendimiento en los cultivos de café. Los Teques a 1.168 m., de altura, San Pedro a 1.217 m., San Diego de los Altos a 1.278m., Carrizal a 1.302 m., San Antonio de los Altos a 1.407 m. Los propietarios de haciendas cafetaleras mantienen lazos económicos con Caracas. La característica tipo es que se observa un pequeño núcleo de hábitat concentrado, perteneciendo a residencias de comerciantes y algunos agricultores. El entorno se conforma de haciendas, pequeñas plantaciones cafetaleras y conucos de subsistencia.

La hacienda cafetalera se compone de la casa patronal, la oficina que es el establecimiento donde se seca, clasifica y ensaca el café en grano. Estas haciendas, como las plantaciones medianas y pequeñas que son reconocidas como arboledas de café, no forman un paisaje continuo. No, aparecen como islotes en medio de selvas cuasi vírgenes.

La falta de vías de comunicación propende al aislamiento comarcal. Esto comienza a variar en 1858 cuando se concluye la carretera que une a Caracas con Los Teques. Luego, en 1866, se concluye el tramo carretero que enlaza a Los Teques con El Consejo, en el valle de Aragua. Comienza el desenclave de la microrregión, a pesar que poblados como San Antonio y San José de los Altos aún permanecen marginalizados.

En 1881 el Distrito Guaicaipuro pertenece al estado Bolívar y cuenta con 17.930 habitantes. Para 1877 se cuenta con 185 haciendas cafetaleras, 5 mixtas de café y caña de azúcar. 711 arboledas de café corresponden a plantaciones pequeñas y medianas y 1.988 conucos de subsistencia (3)
Para 1881, momento previo al centenario del nacimiento de El Libertador (1883), Los Teques contaba con 2.919 habitantes. San Diego de los Altos con 1.621 habitantes. San Pedro con 2.443 y San Antonio de los Altos con 739. Paracotos era un lugar de paso hacia el valle del Tuy, lo que le permitía un crecimiento sostenido, de ahí que contaba con 2.846 habitantes, lo mismo que Taica, con 1.742. Carrizal contaba con 1.067.

La carretera invitaba a los moradores de Caracas a visitas los Altos Mirandinos como lugar para temperar. Pero no exento de peligros para el medio ambiente. Ya para 1875 el Ministro de Obras Públicas tiene que nombrar un comisionado para recoger y trasladar a Caracas toda la madera cortada clandestinamente en la ruta que conecta a Macarao con Los Teques y selvas contiguas. Ya para la época se denuncian problemas ambientales que se hacen recurrentes: el corte de madera en las cabeceras de los ríos que surten de agua potable a las poblaciones de los Altos, a pesar de la existencia de un Decreto que prohíbe dicha práctica. La tala excesiva, tanto ayer como hoy, ocasiona graves problemas en laderas y valles de los Altos Mirandinos.


(1) Adrián Serrada, Luis A. y otros. Cuadernos de Historia Regional. Los Teques.
(2) Leal, Ildefonso “Los Teques: una modesta aldea de nueve faroles (1853)” En: Boletín de la
Academia Nacional de la Historia. Caracas, Tomo LXXXVI, N° 341, Enero – Febrero de 2003.
(3) Tejera, Miguel. “Venezuela Pintoresca e Ilustrada” París. 1875

He vuelto, pues, a saber lo que son besos, aunque sean besos de alquiler




Rufino Blanco Fombona: prisión en La Guaira, tras su “aventura”

como Gobernador del Territorio Federal Amazonas

Del diario de Rufino Blanco Bombona


Rufino Blanco Bombona regresa de su “aventura” como Gobernador del Territorio Federal Amazonas preso. El relato de su experiencia es un testimonio dramático de la realidad de la Venezuela de inicios del siglo XX. De momento, tan sólo reproducimos el breve dialogo de RBF con su amigo, el Prefecto de La Guayra, sitio al que ha sido remitido, en calidad de detenido, ciudadano que afortunadamente para nuestro personaje es su amigo…



"Año de 1905


La Guayra, 30 de diciembre.- El Prefecto del Departamento, Leicibabaza, me da por prisión la misma Prefectura, sin guardia ni espías; con todo genero de comodidades. Como es antiguo amigo mío me pregunta:


¿Qué necesitas?


Una mujer, le respondo.


He vuelto, pues, a saber lo que son besos, aunque sean besos de alquiler…"

La conquista del Pico Naiguatá


La conquista del Pico Naiguatá


Los siguientes párrafos corresponden a extractos del texto original de James J. Spencer (*) cuando en 1872 se convirtió en el primer explorador en coronar la cima del "Pico de Naiguatá" (2.765 metros sobre el nivel del mar), la mayor elevación de la Cordillera de la Costa.


La traducción original es de Nicanor Bolet Peraza.

“Animado desde mi llegada a este hermoso país, pude realizar al fin en los días 6, 7 y 8 de abril último, una ascensión a la Silla en unión de varios amigos. No le di a mi viaje otro carácter que el de placer.


Llamó sin embargo mi atención el elevado Pico de Naiguatá que se levantaba atrevidamente a alguna distancia de la silla…se reputaba como inaccesible este pico ya que personas aseguraban de que en las selvas que lo rodeaban se ocultaban animales cuya sola ferocidad bastaba para hacer temeraria la empresa de atravesarlas…me sentí más y más deseoso de ser el primer humano que posase su planta sobre la aguda cima; y abrigado al mismo tiempo el propósito de recoger en provecho de este país a quien debo tan grata hospitalidad.


Fueron mis acompañantes: el General Leopoldo Terrero; el joven artista Ramón Bolet; el señor Antonio Goering miembro de la Sociedad Zoológica de Londres; el señor Gustavo Adolfo Hûbel, ingeniero minero; el joven Dr. Simón Vaamonde, hombre de ciencia; y el señor Enrique Lisboa.


A la 1 y 25 p.m del día 21 de abril, y en momentos en que el termómetro marcaba 85 grados Fahrenheit (10.5 centígrados, lo que representa que para aquella época la temperatura de Caracas era casi la del páramo), salimos de la capital, montados en mulas y tomamos el camino hacia el este…Llegamos al bello caserío de Sabana Grande a las 2 y 55 minutos. Allí descansamos y nos dirigimos hacia un lugar de hermocísimas plantaciones llamado Los Dos Caminos.


En este lugar nos esperaban los guías y peones en número de ocho. Eran los primeros, Miguel y Julián Rivero, Ambosio Mesa y Meliton Cuervo, y los últimos, Antonio Pacheco, José Luis Sanoja, Juan José Guillén y mi sirviente Juan Evangelista Fernández. De allí continuamos en la vía hacia Petare para pasar la noche.


Discutimos esa noche cual vía tomar y quedó aceptada la que sugirió el Dr. Vaamonte quien creía conveniente ascender por el estribo de la montaña opuesto a la silla.


A las 4 y 40 minutos del día siguiente salimos todos en número de 15, el termómetro marcaba 5 grados (de ahora en adelante diré la temperatura en grados centígrados)


Quince minutos después de comenzada la ascensión llegamos a una altura de 3.725 pies y la temperatura bajó a 3 grados.


En estos momentos se olvidan los años, se siente el cuerpo ávido de impresiones y de movimientos y el camino parece corto por incómodo que sea.


Seguimos subiendo hasta la fila. El termómetro marcaba 2 grados y el barómetro revelaba que estábamos a una altura de 5.375 pies.


Las ocho de la mañana se hicieron cuando echamos pié a tierra en Cerro Duarte, continuamos subiendo el casi perpendicular camino. Sometidos ya a la incómoda acción del sol que se levantaba con fuerza detrás de la fila del Naiguatá. Las nueve justas eran cuando llegamos a una choza de carbonero donde debíamos dejar a las bestias, pues a poca distancia de allí el camino concluía El termómetro marcaba 7 grados y el barómetro 2100 metros.


Por donde quiera íbamos encontrando fresas y moras silvestres de las que tomábamos para mitigar un poco la sed.


Llamome la atención ver en el camino grandes talas de maderas preciosas para construcción y otros usos. Conveniente sería imponerles el deber a cada uno de los carbonero de sembrar una mata por cada árbol que derriben.


A las 10 y 20 llegamos a un lugar donde termina por completo todo el camino y en donde se encuentra la última fuente, nos encontrábamos a 2180 metros y la temperatura era de 12 grados.
Agarrándonos penosamente de los troncos y a haciendo que los peones talasen con sus machetes el monte que no mostraba camino alguno, comenzamos a subir la horrible pendiente de aquella montaña.
A las 12 y veinte minutos después llegamos al pié de una roca, a la que le dimos el nombre de La trinchera y cuya cumbre ganamos a la 1 y 5 minutos. La parte de la montaña donde nos encontrábamos mereció el nombre de Cerro de los Treinta y dos Diablos, aludiendo a que solo valiendo por dos diablos cada uno de los 16 expedicionarios, podíamos haber llegado hasta aquel lugar.


Continuamos en seguida hacia la próxima eminencia y a las 2 y 10 minutos la coronamos. Quisimos descansar allí pero nuestro amigo Antonio Goering nos advirtió el peligro que corríamos de ser molestados por las fieras, y resolvimos continuar, dejando eternizada nuestra gratitud por tan humanitaria advertencia, con el nombre que a aquel cerro dimos de Punta de Goering.


Una grave cuestión vino a presentarse, sin embargo, arrojando sombras en todos los semblantes. E1 agua que nos restaba no era ni medianamente bastante pare llegar hasta el Pico, ni siquiera para pasar la noche. La situación era por demás conflictiva: en lo adelante no había que contar con que encontrásemos una sola gota a tan inmensa altura y en una estación de verano como la que atravesábamos; y en cuanto a la fuentecilla de donde nos habíamos provisto, era ocioso pensar en volver a ella desandando lo que con tanto trabajo habíamos ganado.


Ocurrióseme en este apuro mandar a algunos de nuestros peones en busca de agua, lo que pude conseguir de ellos mezclando a los más calurosos elogios, las persuasivas razones de libras esterlinas. Partieron tres de ellos en dirección de la Fuente de la Vida -como convinimos en llamar a aquella que ya he mencionado, prometiéndonos estar de vuelta a la mañana del siguiente día; y con esta esperanza nos entregamos a devorar una deliciosa comida en que figuraban en primer término esos deliciosos pasteles que aquí se conocen con el nombre de hallacas.


Hecha poco después la recolección de la leña y malezas que habían de alimentar las fogatas por la noche pare librarnos de los rigores del frío, y antes que todo, pare alejar las probabilidades de una visita extemporánea del rey de aquella selva, nos divinos a la entretenida ocupación de examinar nuestros dominios. Enormes mesas de rocas, colocadas en ese desorden peculiar a la naturaleza, que en caprichosas líneas despliega la variedad o la armonía, formaban ya baluartes, ya galerías, ya bastiones o recintos como nuestro campamento, ya terrados desde donde la vista podía perseguir las lejanas fajas de horizontes extensísimos.


Montados sobre una de las más elevadas de aquellas rocas, comenzamos a tomar notas unos, a dibujar otros, y a pintar Bolet, mientras que Terrero se ocupaba de herborizar. Eran las seis y media de la tarde.

A las 7 de la noche el termómetro bajó a 0 grados, marcaba el barómetro 2.550 msnm. El cielo estaba hermoso; el aire puro, y todo convidaba a gozar de tan bella noche.


…Logramos trepar la cúspide de esta eminencia, que como la anterior no permitía que se la flanquease por ningún lado, ya por lo fragoso del terreno, ya porque la cordillera no se estriba en la altura, estando sus más elevados contrafuertes como a 100 metros más abajo de la fila; y algunos, como el del lado N. O. del Naiguatá. Es mi creencia que el solo camino por donde es accesible aquel elevado pico ea el del espinazo de la cordillera, que era el que nosotros seguíamos, donde las rocas, ásperas como una lima, ofrecen apoyo suficiente en esta peligrosa ascensión. Estando aun en la cumbre oímos doce cañonazos disparados por un buque de guerra español que saludaba el puerto de la Guaira, y cuyas detonaciones llegaban distintamente hasta nosotros.


…Varias y singulares son las formas que allí tienen las rocas; ora parecen paredes adoquinadas con esmero, ora tienen el aspecto de columnas coronadas por turbantes como se ven en Ios cementerios musulmanes; las hay que pudieran confundirse con hermosos sillones y sofás, mas entre todas llama la atención una gran media luna perfectamente cincelada, cuyo dibujo nos apresuramos todos a trazar en nuestras carteras.

Con grandes dificultades descendimos a un vallecito cuyo fondo parece que lo llenan las aguas en el invierno, pues todavía encontramos en la tierra gran humedad y aun plantas que viven también en el agua, según aseguro el Dr. Vaamonde.


Después de mil vueltas que nos obligó a hacer lo irregular del terreno, logramos la cresta del penúltimo pico.


…Tal como un grupo de guerreros que escalando impetuosos una torre, más que en las manos y en los pies, están sostenidos por el equilibrio, y alumbrados por la gloria, la muerte les sonríe; así nosotros, arrebatados violentamente por nuestro entusiasmo, nos dirigimos hacia la próxima aguja.
Diez minutos después aquellos senos sin ecos ondularon el grito de Hurra Naiguatá
Nuestras plantas hollaban, las primeras, la aguda cima del soberbio pico, una de las más grandes alturas cercanas al océano.


Eran las 11, 41 minutos y 10 segundos de la mañana del 23 de abril de 1872"





(*) Spence, James Mudie(Inglaterra, 1836-1878)


Viajero, pintor, escritor. Entre 1871 y 1872 estuvo en Venezuela con el objeto de estudiar la posibilidad de una explotación británica bien fuera de carbón o de guano, interés que lo llevó a conocer distintas partes del país. Se relacionó con poetas, escritores, científicos y artistas, y fue nombrado miembro corresponsal de la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales de Caracas.

En julio de 1872 organizó la Primera Exposición Anual de Bellas Artes Venezolana en el Café del Ávila, y posteriormente la llevó a Manchester y a Salford en Inglaterra. La muestra fue visitada por cerca de doce mil personas en Caracas y marcó un hito en círculos artísticos venezolanos. Logró reunir medio centenar de obras entre óleos, acuarelas, dibujos y fotografías de artistas locales como Nicanor y Ramón Bolet Peraza, y de extranjeros como Henrique Neun, Anton Goering y sir Robert Ker Porter, según el catálogo Illustrationes of Venezuela: Catalogue of works of art & c., collected during eighteen months travel in that republic, 1871-2 publicado en Manchester.

En las excursiones que hizo con Ramón Bolet y con Goering*, Spence realizó algunos dibujos y acuarelas de carácter descriptivo que expuso en el Café del Ávila. Aunque su libro The Land of Bolívar, or war, peace and adventure in the republic of Venezuela, editado en Londres por Sampson, Low, Marston, Searle & Rivington en 1878 (23 x 15 cm), no especifica quién dibujó las láminas, varias se le atribuyen al propio autor y las otras a Ramón Bolet y a Goering.

Spence retornó a Inglaterra con el nombramiento de cónsul de Venezuela en Manchester.