Mientras Alejandro Magno avanzaba en sus conquistas por tierras asiáticas, en la retaguardia, en Grecia, prosperaba la desobediencia y echaban raíces los gérmenes de la sedición.
Muchos atenienses no consideraban griegos a los macedonios. Los trataban como bárbaros, o sea, que no eran griegos. Los espartanos jamás fueron miembros de
Mientras más se adentraba Alejandro en Persia, más se conspiraba. Demóstenes agitaba a los ciudadanos atenienses y la insurrección crecía por toda Grecia. Finalmente organizaron un ejército que enfrento al de Antípatro, el jefe delegado al mando de Macedonia. Las tropas helenas sufrieron un revés definitivo y los jefes de la insurrección fueron capturados y ejecutados. Demóstenes pudo escapar de la furia de sus enemigos envenenándose.