martes, 30 de junio de 2009

Emeterio Ureña, realista de política tolerante

Natural de Medina de Río Seco, pueblo de la provincia de Valladolid, de la comunidad de Castilla-León, se desempeña como oficial del Ejército español activo en Venezuela durante la Guerra de la Independencia. Gobernador de la provincia de Cumaná entre agosto de 1812 y comienzos de 1813. Tras comenzar su carrera como cadete en su país natal, ya para 1798 era capitán. Sirvió en la isla de Santo Domingo, donde contrajo nupcias con una dama de esa colonia. Combatió contra los franceses invasores de su patria, hallándose en la batalla de Bailén (1808). Ascendido a teniente coronel, fue nombrado en octubre de 1809 comandante militar de La Guaira, cargo que asumió en febrero de 1810. A raíz del triunfo del movimiento del 19 de abril de ese mismo año fue arrestado y sustituido en la Comandancia por el militar venezolano Juan de Escalona. Asimismo, al negarse a acatar a las nuevas autoridades, fue expulsado a Puerto Rico, junto con su esposa e hijos. De allí pasó a Coro, donde se incorporó a la lucha en favor de la causa realista.
Después de la caída de la Primera República a mediados de 1812, las autoridades republicanas de Cumaná decidieron someterse al mando del jefe realista vencedor, Domingo de Monteverde y enviaron ante éste a unos comisionados que solicitaron el envío de un gobernador. Monteverde nombró a Ureña para aquel cargo el 31 de agosto de 1812. Hacia comienzos de octubre de ese mismo año, fue jurada la Constitución de Cádiz en Cumaná. Descontento Monteverde por la política tolerante que seguía Ureña, le escribió el 30 de octubre ordenándole poner presos a los que habían participado en el movimiento revolucionario de 1810-1812, comenzando por Manuel Villapol. No obstante, Ureña se negó a cumplir esta orden y así se lo manifestó a Monteverde el 17 de noviembre, apelando al mismo tiempo ante la Real Audiencia (establecida entonces en Valencia o Puerto Cabello) para que se cumpliese lo ofrecido a los revolucionarios que se habían rendido de buena fe. Aunque la Audiencia aprobó más tarde el proceder de Ureña, Monteverde había enviado a Cumaná, con poderes especiales, al teniente Francisco Javier Cervériz, quien, pasando por encima de la autoridad del gobernador, se puso de acuerdo con los realistas más radicales de la ciudad, y la misma noche de su llegada, el 15 de diciembre de 1812, arrestó en el cuartel a 20 personas que luego fueron enviadas a La Guaira con grillos. El gobernador Ureña protestó, pero las persecuciones siguieron a pesar suyo y a comienzos de 1813 Monteverde lo destituyó y nombró en su lugar al coronel Eusebio Antoñanzas, quien junto con Cervériz, continuó la severa represión contra los patriotas venezolanos. Ureña quedó marginado y fue acusado por Monteverde ante las autoridades de España.
El 3 de mayo de 1815, Fernando VII dispuso que las autoridades de Caracas averiguasen el origen de las desavenencias entre Monteverde y Ureña, y que si éste resultare inocente, se le repusiera en la Comandancia de La Guaira. Así se hizo el 27 de noviembre de 1816. Además de esas funciones, se le encomendaron también las de teniente de rey interino, es decir, sustituto o suplente, en caso necesario, del capitán general. A fines de 1817 fue condecorado por el Rey con la cruz de la orden de San Hermenegildo. A mediados de agosto de 1819 continuaba desempeñando en La Guaira y Caracas aquellos cargos militares. Se ha escrito que en 1817 fue nombrado gobernador militar y político de la provincia de Antioquia, en la Nueva Granada; si fue así, probablemente no llegó a posesionarse de ese cargo.
Este español que nace en 1760, desnace en 1819, cumpliendo un transito distinguido por la dignidad.
Imagen: Castillo de Cumaná
Referencia: Fundación Polar. Diccionario de Historia de Venezuela.

viernes, 26 de junio de 2009

Antonio de Mata Guzmán, abuelo de Guzmán Blanco

Nace en 1769 en Jaen, España, llega a Venezuela con el gobernador y capitán general Manuel Guevara Vasconcelo en 1799. Al ocurrir los sucesos del 19 de abril de 1810, ostentaba el grado de Capitán del batallón de Infantería de la Reina, de guarnición en Caracas. Se somete a las órdenes de la Junta establecida ese día, pero pronto participa en la conspiración realista acaudillada por Francisco, Manuel y José González. Fracasada, fueron hechos presos. En la cárcel, Guzmán contrae matrimonio con la caraqueña Josefa Agueda García el 4 de diciembre de 1810.Con ella ya tenía dos hijos, Antonio Leocadio y Juana de Mata.
Estando preso en el castillo de Puerto Cabello en 1812, participa a favor de la sublevación prorrealista en contra del coronel Simón Bolívar y tras el triunfo es nombrado segundo comandante de Puerto Cabello.
En 1815 es ascendido a teniente coronel por Pablo Morillo y en 1816, tras haber enviudado, contrae matrimonio con Juana Josefa Mirabal, quien le da tres hijos, Fernanda, Encarnación y Jesús María. Entre 1815 y 1820 se encuentra en la guarnición de Caracas y entre enero y junio de 1821 es teniente del Rey, o sea, segundo jefe de la Gobernación y Capitanía General de Venezuela. Ejerciendo ese cargo enfrenta el asedio que planta sobre Caracas José Francisco Bermúdez como parte de los planes del Libertador para distraer tropas realistas y evitar su concentración en Carabobo.
Tras el triunfo patriota, se dirige a Puerto Rico, lugar donde fallece el 15 de setiembre de 1828.
Desde 1810 firmaba “Don Antonio de Guzmán”, sin de Mata. Fue padre de Antonio Leocadio Guzmán, publicista fundador del diario El Venezolano y del Partido Liberal precursor de la Guerra Federal venezolana, y abuelo de Antonio Guzmán Blanco, jefe destacado del Movimiento Federal y Presidente de Venezuela por varios períodos y uno de los personajes más estudiado de nuestro convulsionado siglo XIX.
Imagen: Guzman Blanco y Antonio Leocadio Guzmán.
Bibliografía: Fundación Polar. Diccionario de Historia de Venezuela.

lunes, 15 de junio de 2009

"¿A qué ha venido?" "A cobrarle el desayuno"

Hombre de costumbres austeras y de gran carácter, el doctor José de Jesús Paúl Garmendia se enemistó con el General Guzmán, en cuyo gobierno servía. Paúl, alejado de la cosa pública por completo, estableció una pulpería en Las Adjuntas, la cual personalmente, regentaba. Guzmán Blanco, que solía visitar el pueblo de Antímano, llamado pomposamente por aquel tiempo el Versalles de Venezuela, se detuvo en el negocio y siguiendo la costumbre que se había impuesto, el Doctor Paúl le atendió en persona. Sorprendido Guzmán hubo de preguntarle:
-Doctor Paúl, ¿qué hace Ud. en este modestísimo establecimiento?
-Pues ganarme con decoro la vida.
Pidió Guzmán Blanco un desayuno y se lo sirvió el mismo Paúl. Le exigió el primero que pasase por Caracas para hablar con mayor detenimiento; accedió el segundo y durante la entrevista que tuvieron, Guzmán le expuso los maravillosos planes que tenía para la regeneración y el progreso del país e invitó insistentemente a Paúl para que con él colaborase, a lo cual negose de manera categórica.
Un poco molesto Guzmán Blanco por la repulsa, inquirió:
-"Y entonces, doctor Paúl, ¿A qué ha venido?"
-"A cobrarle el desayuno".
Imagen: Casa de Guzmán Blanco en Antimano, en la actualidad.
Bibliografía. Carreño, Eduardo. Vida anecdótica de venezolanos. Editorial Crisol. Caracas 1948.


"Bendigo a la Divina Providencia que me permite conocer al moderno Carlo Magno"

Con el fin de zanjar las dificultades por la renuncia del Arzobispo Silvestre Guevara y Lira, la Santa Sede nombró a Monseñor Roque Cecchia Delegado Apostólico para entenderse con el Gobierno de Venezuela sobre la organización eclesiástica.
Llegó el Nuncio a La Guaira y el Presidente Guzmán Blanco se opuso a que desembarcase. Entonces el Nuncio le dirigió un mensaje telegráfico, donde le manifestaba el deseo suyo de que sólo quería hacer una corta visita a Caracas para admirar el recién construido templo de Santa Ana, uno de los más hermosas de América, obra de Guzmán Blanco.
Enorgullecido el Presidente, al convenir en el desembarco se avino también a celebrar una entrevista con el Delegado Apostólico, no en Caracas sino en Macuto, a donde el General debía trasladarse por aquellos días. El Delegado, junto con el doctor Vicente Parejo, quiso adelantarse en el camino para saludar al Presidente; llegó hasta Pariata, en las afueras de Maiquetía. Fue allí donde Monseñor Cecchia, al avistarse con Guzmán Blanco, hubo de colmar su vanidad desmedida, con esta hiperbólica frase:
"Bendigo a la Divina Providencia que me permite conocer al moderno Carlo Magno".
Imagen: Arzobispo Silvestre Guevara y Lira
Bibliografía. Carreño, Eduardo. Vida anecdótica de venezolanos. Editorial Crisol. Caracas 1948.

Despojo de la inmunidad parlamentaria a un Senador por el estado Trujillo


El Dr. Diego Bautista Urbaneja, a la sazón Ministro de Relaciones Interiores, acusó ante la Cámara del Senado al Dr. Eusebio Baptista, Senador por el Estado Trujillo, de falta de respeto al General Antonio Guzmán Blanco, Presidente de Venezuela, en cuyo nombre denunciaba el hecho para la reparación debida. Baptista, hombre de carácter integérrimo y de limpias ejecutorias, era enemigo de Guzmán Blanco; en Congresos anteriores había censurado algunos contratos hechos durante su administración, por lo cual el Autócrata le tomó cierta Ojeriza. Las crónicas de la época se refieren a lo acaecido. Se hallaba Guzmán Blanco en la esquina de San Francisco, entre partidarios y servidores, cuando acertó a pasar por allí el doctor Baptista. Al avistarse mediaron palabras descompuestas; y como al regresar Baptista de la Imprenta Bolívar, situada entonces en la esquina de Sociedad, encontrábase el Primer Magistrado en el mismo punto, se renovó el enojoso incidente. Cuando Guzmán Blanco notó que Baptista bajaba de la acera, le dijo con voz enfática:
Ese necio quiere alucinar al Congreso con sofismas... sí... quiero que me oiga. Al oír estas palabras, el Senador por Trujillo se detuvo y quedose mirando con fijeza al Presidente, quien se abalanzó hacia él para preguntarle en tono iracundo:
-¿Qué hace Ud. allí?
-Estoy en la calle, Señor. No es permitido estar en la calle?
-Sí, pero eso es una provocación.
-No, señor; estaba oyéndolo a usted.
-Usted ha debido seguir su camino; me ha faltado el respeto y debe ir preso.
Hubo intervención conciliatoria de algunos individuos cuando Guzmán Blanco dio la orden a un Oficial para que condujese a la cárcel al doctor Baptista, quien quedó momentáneamente en libertad; pero después de la denuncia del Ministro de Relaciones Interiores, la Cámara dispuso que se le expulsase de su seno para instaurar el proceso y someterlo a juicio, como se le sometió en efecto.
Años más tarde, la misma Cámara levantó la sanción de su Acuerdo del 5 de abril de 1881, en virtud del cual había despojado al Senador por Trujillo de su inmunidad parlamentaria y de los derechos que por ejercicio del cargo le correspondían y declaraba ahora "que el doctor Baptista por su entereza republicana merecía bien de la patria".
Imagen: Dr. Diego Bautista Urbaneja con Guzmán Blanco.
Bibliografía. Carreño, Eduardo. Vida anecdótica de venezolanos. Editorial Crisol. Caracas 1948
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