viernes, 29 de diciembre de 2006

La historia de Ruth

La Historia de Ruth

En el marco de la literatura antigua, La Historia de Ruth, se distingue como pieza poética y de profundo sentidos sapiencial. No sólo por lo que significa en términos de la dinastía davídica, sino por la condición personal de Ruth: su solidaridad, su entrega al ser querido y su devoción a la familia que la incorporó por medio de la institución del matrimonio.

En Ruth encontramos relatos que nos narran como era la vida domestica en tiempos de los Jueces, situado alrededor del año 1100 antes de Cristo. Recordemos que los Jueces no eran magistrados de justicia como lo conocemos hoy. Eran caudillos que gobernaban las tribus de Israel. Eran líderes carismáticos que conducían al pueblo en pos de objetivos concretos, muchas de las veces contra enemigos que amenazaban la existencia del pueblo y la más de las veces, para ratificar la alianza con Dios.

Se entrelazan tantos temas interesantes en este libro bíblico, que obliga a ser cuidadoso en el tratamiento. Observamos que la futura familia de Ruth se traslada a las tierras de Moab. Tribu descendiente de Lot, pariente de Abrahám, quien había sido salvado de la destrucción de Sodoma. Lot comete, bajo engaño, incesto con sus hijas y de la descendencia nacen par de niños, uno llamado Moab, que fue el padre de los moabitas; y Ben-amí, fundador de los amonitas. En hebreo Moab significa por parte de padre. Y Ben-ami hijo de mi pueblo.

A pesar de estar emparentados con los israelitas, las relaciones entre ambos pueblos no siempre fueron amistosas (Nm 22-24; Jue 3.12-14, 26-30; 10.6-11.33).

Noemí y su esposo Elimelec con sus dos hijos, oriundos de Belén, se trasladan a las tierras de Moab a consecuencia de una hambruna que afectaba a su pueblo. Los moabitas eran idolatras. Adoraban al dios Quemos. Practicaban rituales rechazados por la cultura hebrea. La Ley de Moisés prohibía el matrimonio con los miembros de esas tribus: “Los amonistas y los moabitas no serán nunca admitidos en la congregación del Señor…” (Dt 23.4 (4)). A pesar de tal prohibición, los hijos de Noemí y Elimelec, se casaron con sendas jóvenes moabitas. Posiblemente el no encontrarse en tierras judías hacia pasable el hecho. Pero, indiscutiblemente, el punto es que una familia hebrea trasgrediese la Ley de Moisés significa un cambio sustancial en la perspectiva que los pueblos tienen de sus tradiciones. En sentido religioso, es el inicio de una genealogía que desemboca en el rey David, figura principal del pueblo de Israel y antecesor de Cristo. Vemos que sus orígenes no se encuentran totalmente en la ortodoxia del pueblo de Abrahám.

Quizás en descargo de los hijos de Noemí, estos fallecen en tierras de Moab, al igual que su padre. Noemí se ve obligada a regresar a Belén. Ruth no tiene obligación de acompañarla, pero insiste en trasladarse al pueblo en el cual vendría al mundo Jesús. Cuando entra a su pueblo natal, los vecinos la reconocen, pero ella les increpa que no la llamen más Noemí, sino Mará, que en hebreo significa amarga. Y es que amargos eran los días para las viudas que quedasen desamparadas, sin hijos. Era la dura exigencia de un mundo cuyas costumbres hoy las tildamos de bárbaras. Mas Noemí iba acompañada de Ruth, que posiblemente en lengua antigua significa amiga.

Ruth se acerca al campo de Booz en búsqueda del sustento. La ley permitía a los pobres recoger las espigas que iban cayendo detrás de los segadores. Otra característica de la sociedad tribal antigua. Una forma de permitirle a los desafortunados un medio de subsistir, en un mundo en el cual la seguridad social era inexistente y se dependía de la caridad de las buenas personas.
El nombre de Booz significa en hebreo en él (en el Señor) está la fuerza. Booz era hijo de Rahab, una ramera cananea de Jericó (Jos 2.1). Lo interesante de la historia de Rahab, es que atendió y dio refugio a dos enviados de Josué, quienes entraron a Jericó con la intención de espiar. Habiéndose enterado el rey de la ciudad de la presencia de los agentes israelitas, la cananea los protege y desinforma a las autoridades.

Toda esta historia tiene la intención de recordar que las bisabuelas del rey David eran: una, moabita y la otra, cananea. La dinastía que funda el rey David tiene su origen en sangre extranjera y de allí parte una descendencia que nos lleva al Mesías. Cristo predicó no sólo para el pueblo judío, sino para todas las naciones del universo.

Un hecho interesante es como se concreta el matrimonio de Ruth y Booz. Primero, era costumbre antigua que la familia tenía el deber de proteger a los parientes en desgracia. Especialmente a las mujeres. Así que Booz, siendo pariente de cercano de Noemí, tenía la responsabilidad de casarse con Ruth para garantizarle la descendencia a Elimélec. El hijo que tuviesen Ruth y Booz, seria considerado hijo de Mahlón, el difunto esposo de Ruth.

De allí que Noemí le explica a su nuera la costumbre hebrea y ella, sigilosamente, se acuesta a los pies de Booz. Hubo cierto engaño, ya que forzó el compromiso. La escena concluye con el gesto de echarle encima el manto que, según la costumbre de la época, significaba que la aceptaba como esposa.

Pero existía un posible problema. Booz no era el pariente más cercano de Noemí. Por lo tanto procede a instalarse en la puerta del pueblo. Invita a reunirse a diez ancianos y esperan al precitado pariente, a quien le corresponde las funciones de protección.
Es interesante la mención de situarse en la entrada del pueblo. Era el sitio en el cual se reunían las personas y se daban las noticias. Especialmente la de los viajeros, quienes portaban buenas y malas nuevas.


Allí se encuentran con el precitado pariente de Noemí. Booz, frente a testigos, le indica que ésta está vendiendo un terreno y que él tenía derecho de preferencia para la compra. A lo que el pariente manifestó su interés en la parcela. Pero, acotó Booz, la compra implica casarse con Ruth, a lo que rechazó la oferta bajo la previsión de no mezclar su herencia.

Se sella el acuerdo con la entrega de una sandalia a Booz. Esto era una costumbre antigua en la que se manifiesta la renuncia de un derecho en beneficio de otro.

De esta manera se funda la familia que originaria la siguiente genealogía: Obed, hijo de Ruth y Booz, Isai, hijo de Obed, y David el hijo de Isai. David pasa a ser la figura estelar del Antiguo Testamento. Ruth, la moabita, extranjera en tierras de Israel, da inicio a aquel linaje.
















Raquel, Jacob y las vicisitudes previas a las doce tribus

Raquel, Jacob y las vicisitudes previas a las doce tribus



El poblado de Harán quedaba al noroeste de Canaán. Hogar de Rebeca, madre de Jacob. Allí había vivido Abraham, su abuelo. Igualmente Laban, quien era tío de Jacob por parte de Rebeca.

La historia bíblica de Raquel y Jacob es interesante. Es una muestra más de como la Biblia no esconde la artería utilizada por algunos personajes para alcanzar los designios. La Biblia, escrito por hombres quienes escuchan el susurro de Dios, es un libro sapiencial.

De esas historias, una es la de Raquel y Jacob. Isaac tiene gemelos en Rebeca. Jacob es el menor de dos gemelos. Ambos luchan desde el vientre materno, lo que permite inferir al escriba los numerosos problemas que existirán entre ellos.

Dos formas de vida representan cada uno de los hermanos. Esaú, cazador y hombre de campo. Jacob, era del campamento. Isaac tenía preferencia por el primogénito. Quizás por el mismo hecho de la primogenitura, o por sus habilidades en las artes que permitían acrecentar la hacienda familiar. Rebeca prefería a Jacob. He aquí dos visiones de la vida. Tanto Esaú como Jacob fueron líderes de dos pueblos: Edom e Israel, cuyas relaciones, en el tiempo, fueron poco amistosa.

La palabra Esaú es semejante a Seír, que en hebreo significa vello. Esaú había nacido pelirrojo cubierto de vellos. De idéntica manera, en el texto hebreo se hace juego entre las palabras Edom y el adjetivo admoni, que se reconoce como rojo.
Jacob, que en hebreo es Ya´acob, la forma abreviada de Ya´acob-el, nombre semita que significa Que Dios proteja.

Jacob aprovecha un momento de debilidad de Esaú para hacerle jurar su renuncia al derecho de hijo mayor. (Gn 25. 27-34) y luego engaña a su padre, Isaac, con el fin de recibir la bendición necesaria que validará el derecho de compra de la primogenitura. Engaño que adelanta con la complicidad de su madre, Rebeca. (Gn 27.1 – 28.5).

El punto es que había que cavilar si Esaú había considerado que Isaac no refrendaría la venta que él hizo de la primogenitura y, por ende, este contrato no se perfeccionaría. Y es que Jacob debe huir de la furia de Esaú por la bendición, que bajo engaño, le había dado su padre.
En ese transitar de tierras, Jacob llega a Bet-el. Allí Dios, en sueño, le comunica: “Yo soy el Señor, el Dios de tu padre, y el Dios de Isaac. A ti y a tu descendencia les daré la tierra donde estás acostado”. De esa manera se justifica la acción tanto de Jacob, como la de Rebeca.
Algunos estudiosos de la Biblia afirman que para el momento Jacob tendría alrededor de 77 años. Según estas fuentes, se cree que Jacob pasó sus primeros 77 años en Canaán, 20 en Harán, luego otros 33 en Canaán y sus últimos 17 años en Egipto.

Pero Jacob no era fácil. Al tiempo que realiza un voto, lo condiciona: “Si Dios me acompaña y me protege durante el viaje que estoy realizando, si me da pan para comer y ropa para vestirme, 21 y si puedo regresar sano y salvo a la casa de mi padre, el Señor será mi Dios. 22 Y esta piedra conmemorativa que acabo de erigir, será la casa de Dios. Además, le pagaré el diezmo de todo lo que me dé". (Gn 28.20-22).


Aquí se instituye el diezmo en la religión hebrea. Era práctica común en las distintas religiones que se practicaban en Canaán. Luego, Moisés formaliza mediante ley dicha práctica.
En Harán conoce a Raquel. La conoce en el pozo a la espera de los rebaños e otros pastores para darle de beber. Jacob le pregunta por qué no da de beber a su rebaño. La respuesta de Raquel refleja la práctica establecida para evitar que algunos pastores sacaran ventaja en el uso del agua de los pozos, a la que tenían igual derecho.

Jacob se enamora de Raquel. Habla con su tío Laban, padre de la muchacha. Raquel era la hermana menor. La mayor Lía según la versión bíblica “tenía una mirada tierna” (Gn 29.17).
Jacob contrata el matrimonio con Raquel según la práctica de la antigüedad. Fijó el precio que debía pagar el novio al padre de la novia. Jacob ofrece siete años de trabajo como pago para casarse con Raquel.

Tras siete años de trabajo, Laban engaña a Jacob y la da a Lía por esposa. El engaño fue posible porque la novia, durante la ceremonia, permanecía cubierta con un velo. La justificación que ofrece Laban por el engaño es que "en nuestro país no se acostumbra a casar a la menor antes que a la mayor. 27 Por eso, espera que termine la semana de esta fiesta nupcial, y después te daré también a Raquel, como pago por los servicios que me prestarás durante otros siete años". (Gn 29.26-27). Tres hechos resaltan: una semana de festejos significa que el matrimonio era un hecho notorio en la comunidad. El segundo, es que Laban acepta que Jacob se case con su verdadero amor, pero tiene que trabajar siete años más. No es de gratis. Y, finalmente, que Jacob casó con dos hermanas. La legislación posterior prohibió tener simultáneamente a dos hermanas por esposas.

Tras casaese con Raquel, resulta que es estéril. Viendo que Lía le daba hijos, Raquel apeló a la costumbre de ofrecerle una esclava como concubina quien le dio dos hijos. Lía, no pudiendo darle más hijos, había tenido seis varones y una hembra, le ofrece su esclava Zilpá, quien le da dos hijos.

Raquel consumió una fruta llamada mandrágora. Este fruto, parecido a una manzana, era utilizado en medicina como narcótico, y acerca de sus propiedades corrían en la Antigüedad muchas fábulas. Una de ellas es que daba fecundidad a las mujeres. Raquel oraba constantemente por darle descendencia a Jacob. Finalmente, le dio dos hijos.
De las dos esposas y las dos concubinas, Jacob tuvo doce hijos varones y una hembra. Estos doce vástagos serían las ramas de las doce tribus de Israel.

De Lía nacieron: Rubén, Simeón, Leví, Judá, Isacar y Zabulón.
De Raquel: José y Benjamín.
De Zilpá, sierva de Lía: Gad y Aser.
De Bilha, sierva de Raquel: Dan y Neptalí.
La única hembra, Dina, fue hija de Lía.

Los nombres de los hijos de Jacob se relacionan con palabras hebreas. Rubén se asemeja a la palabra que significa: miren, un hijo y él vio mi tristeza. Simeón al verbo oír. Leví, unir. Judá, al verbo alabar. Dan, es una forma abreviada de Daniel, que en hebreo significa Dios me ha hecho justicia. Neptalí, Gad y Aser, suenan parecidos a luchar, suerte y ser feliz, respectivamente. Isacar, se parece al verbo premiar y alquilar. Lía entregó la mandrágora a Raquel a cambio de permitirle pasar la noche con Jacob, evento del cual nace Isacar. Zabulón, significa regalar y estimar. José, se parece al significado que el Señor añada o que el Señor de más.

Al poco tiempo de nacer Benjamín, muere Raquel. Ella lo llama Ben-oni, que se parece a la palabra hebrea hijo de mi tristeza o hijo de aflicción. Jacob lo llama Benjamín, que significa hijo de mi derecha, o hijo heredero de mi fuerza.

En estos capítulos del génesis encuentran los estudiosos una serie de costumbres de los habitantes de la antigüedad que son, por demás, interesantes. Una de ellas es cuando Raquel le entrega a Bilha a Jacob “y que dé a luz sobre mis rodillas. Por medio de ella, también yo voy a tener hijos". (Gn 30.3). Es el protocolo para que la esposa estéril, adoptara como propio los hijos que su marido había tenido con una esclava de ella.

Pero todas estas trampillas, engañillos y estafillas no cesan allí. Otro punto es que en la historia de Raquel y Jacob, comprendemos una serie de costumbres de la época El reconocimiento por parte de la Biblia, la aquilata como testimonio de la realidad de un pueblo.

Tras el nacimiento de José, Jacob plantea a su tío y suegro Laban, su deseo de regresar a Canaán. Como los rebaños de ambos estaban unidos, Jacob le plantea que todos los corderitos negros y los cabritos manchados serán de él y los demás de Laban. Como la marcha no fue de inmediato, “37 Jacob tomó unas ramas verdes de álamo, almendro y plátano, y trazó en ellas unas franjas blancas, dejando al descubierto la parte blanca de las ramas. 38 Luego puso frente a los animales, en los bebederos o recipientes de agua donde iba a beber el rebaño, las ramas que había descortezado. Y cuando los animales iban a beber, entraban en celo. 39 De esta manera, se unían delante de las ramas y así tenían crías rayadas, moteadas o manchadas”. (Gn 30.37-39). Estos versículos relatan una creencia del mundo antiguo según la cual, lo que la madre veía en el momento de concebir aparecería reflejado en las características de la cría. Otra trampilla del hijo de Isaac.

Pero Jacob escapa con sus rebaños. Se valió que Laban se encontrara en otro lugar trasquilando sus animales. Igualmente, aprovechó Raquel a llevarse los ídolos familiares. Esto significaba que los mismos, además del valor religioso, eran una especie de certificado de propiedad de los bienes de la familia. Raquel se aseguraba, de esta manera, el título de propiedad. De allí el empeño de Laban por recuperarlos. En el pasaje bíblico Jacob se refiere al mantenimiento de sus esposas por medio de los ídolos. Pero en la antigüedad el significado era más extenso.
Estos relatos son los típicos de una familia polígama de la antigüedad. Posiblemente 1700 años a. C. Dios utiliza esta estirpe para dar inicio a las doce tribus de Israel. Es la misma familia que vende a José a una caravana y las vicisitudes de la vida, o el designio de Dios, lo lleva a ser un hombre importante en Egipto. José caso con mujer egipcia y tiene dos hijos: Efraín y Manases. El primero es el forjador de la tribu que le correspondía a José. Jacob y los hermanos de José emigran a Egipto y allí se desarrollan las tribus de Israel. Allí son doblegadas a esclavitud y de allí parten, con Moisés como líder, hacía la tierra prometida.

El clan que realiza estos incidentes vergonzosos en nuestra moral contemporánea, mas ampliamente utilizados en nuestro tiempo, es la que utiliza el Señor para formar la nación en medio de la cual vendría el Mesías.

De estas afirmaciones podemos inferir algunas conjeturas. Las más variadas, de acuerdo a la formación de cada persona. Pero lo que es indiscutible, es que la Biblia presenta a los hombres tal como son. No edulcora su historia. A lo sumo se refiere al designio divino. Pero siempre se observa el libre albedrío del ser humano. Es un libro, la Biblia, que narra con ingenuidad la historia de sus héroes. Estos protagonistas, si aceptan la guía divina, logran la suerte eterna.
De ahí la importancia de la Biblia para el conocimiento no sólo del pueblo hebreo, sino como experiencia y fuente de conocimiento de la naturaleza humana.